La vida y obra del escritor Louis-Ferdinand Céline demuestran que se puede ser un gran escritor y pésima persona. En América latina, esta conversación resulta compleja “porque existe todavía un deseo de querer ser la buena persona, quien da las ‘buenas ideas’ para meterse en la moral pública. Ahí, Céline nos enseña que no”, plantea el editor, traductor y agente cultural francés radicado en México, Philippe Ollé-Laprune.
En conversación por el hallazgo y publicación de la novela “Guerre” (Guerra), considerado en Francia como el evento literario de la temporada –quizás del año-, Philippe señala que se trata de un autor y obra absolutamente vigentes, algo que “hay que” leer.
“En Francia es una cosa muy clara, Céline es muy famoso en general. Claro, no siempre, pero en general muy apreciado por los medios literarios diciendo que fue uno de los grandes genios de la literatura en Francia en el siglo XX”, explica.
CELINE.
Céline reinventó el idioma francés mediante la noble utilización del lenguaje “callejero” (argot), que supo escuchar y restituir con musicalidad en su obra. En tanto que editor y compilador de numerosos libros en México y Francia, Philippe destaca características literarias, como el universo onírico y aparentes caricaturizaciones del mundo en sus textos.
También apunta la utilización de los puntos suspensivos (…), que funcionan como una especie de respiración asmática para crear ritmos.
“Lo hace con un humor, ironía y desesperación impresionantes, con mucho cariño por sus personajes. Si vemos su obra, era un hombre efectivamente muy perturbado, vivía una relación con la realidad muy amarga y difícil… pero lo más importante es que logró transformar este odio y rencor en una literatura explosiva”, detalla.
Al igual que autores como Borges y Heidegger, Louis-Ferdinand Céline ha sido un autor controversial en la historia literaria por la forma en que su genialidad convivió con ideas políticas altamente cuestionables.
“También es todo un tema que se trabaja mucho hoy: su antisemitismo, al final, es un delirio. Cuando los SS nazis lo sacan de París para llevarlo a Alemania, él les grita que son unos judíos. Para él, la palabra judío es lo malo en el mundo y no se sabrá nunca si realmente pensaba eso de la persona judía o era la palabra que utilizaba para denunciar a los que se aprovechan de la sociedad y se hacen ricos a espaldas de los pobres”, elabora Philippe.
Agrega que en su literatura se ve un hombre “obsesionado con el rencor y la injusticia total”, que de alguna manera complementa su carácter y le da otra dimensión como persona. “Era médico y atendía a gente pobre sin cobrar, era un tipo muy difícil… pero tenía esa caridad de regalar consultas”.
GUERRA.
En el contexto de la Segunda Guerra Mundial, en 1944, tras haberse granjeado el odio de mucha gente por su abierta colaboración con los nazis, Céline tuvo que dejar su departamento y huir de Francia. En la mudanza se extraviaron algunas cosas y, durante el resto de su vida, el escritor hablaría sobre un baúl robado, que, entre otros textos, contenía manuscritos de dos novelas: “Guerre” y “Londres”, escritas en la misma época que “Viaje al fin de la noche”.
“Por mucho tiempo, la gente pensó que era un mito, que lo decía porque era agresivo y que sólo era un enojo más… y fíjate que hace unos años aparece el baúl. Lo más probable es que el vigilante del edifico en que vivía se lo robó y llevó a Córcega. El señor detestaba a Céline y lo dejó en una bodega, ni lo abrió”, comenta Philippe.
Cuando el señor murió, la gente que revisó lo que tenía en su casa se topó con los manuscritos y una tercera persona – que aparentemente no se sabe quién es- contactó a un importante crítico literario quien reconoció el trabajo de Céline.
“El dueño del baúl decidió no decir nada y esperar a que muriera la viuda de Céline para que la señora no ganara un solo peso con esos libros. La señora era mucho más joven que Céline y se murió hace poco, como 3 años, entonces empezaron a mostrar los manuscritos”.
Céline escribía a mano, así que el primer paso fue descifrar su difícil letra. En el proceso, resultó que uno de los expertos en su obra tenía una carta del mismísimo autor, que lo reconocía como dueño legal de los textos. “Hubo una negociación grande, intervino la editorial Gallimard, se cerraron contratos y se empezó a publicar”.
Philippe añade que la primera novela en salir ha sido “Guerra”, que consta de aproximadamente 140 páginas y hace un “relato súper divertido” de cómo el escritor se recupera en el hospital, durante la Primera Guerra Mundial.
“Es un evento muy importante, nunca había pasado que un autor de esta talla tuviera obra inédita 60 años después de su muerte”.
PUBLICACION Y DEBATE.
Con el hallazgo de los textos inéditos, en Francia, los medios han reanudado el debate sobre la separación de la obra y el artista, así como de la vigencia literaria de ciertas ideas y autores.
“Todo mundo debe pensar entonces cómo una persona puede ser un genio literario y a la vez detestable en la vida política, como en los temas que abordaba en panfletos y artículos”, continúa Philippe, en referencia a la propaganda antisemita de la que Céline también fue autor.
“Fue aliado de los nazis a partir de su llegada en el 40 a Paris. Nunca mató a nadie, ni utilizó una pistola. No fue un nazi que torturó gente, pero las ideas estaban defendidas en esta época tan trágica de la historia de Europa”.
A Philippe le parece que en América Latina esta conversación es distinta y compleja, pues entre muchas otras razones sigue existiendo el mito del “hombre ilustrado”, quien debe ser buena persona y una luz de la sociedad.
“El escritor tendría que ser la persona que domina la palabra, por lo tanto domina las ideas y por tanto debe dar el ejemplo”. Un ejemplo normado por las ideas y actitudes que la moral pública reconoce como correctas, pero ¿dónde dejaría eso a escritores como Ezra Pound, quien también era antisemita y detestable?
Seguramente la traducción de “Guerra” llegará pronto a México, aunque otra cosa a subrayar es que los textos de Céline no tienen la misma fuerza en otros idiomas que en francés. “El autor tendría que reinventar el idioma español, buscar en el lenguaje popular, en el argot”.
Si posible, Philippe recomienda leerlo en francés y apunta que Roberto Arlt sería un autor latinoamericano con el que quizás podría compararse el estilo literario agresivo y coloquial de Céline.
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