Cultura

Concepción Company: El “Diccionario de mexicanismos…”, el espejo de lo que somos

Muestra cómo nos comunicamos los mexicanos de todo el país y cuáles son los ejes culturales que guían y estructuran el español de México, dice la lingüista y Premio Crónica

Retrato de una mujer en una biblioteca
Cuando haces un diccionario te das cuenta que es una fotografía estática de algo que es muy dinámico: la lengua, que se transforma de manera constante, señala Concepción Company Company. Cuando haces un diccionario te das cuenta que es una fotografía estática de algo que es muy dinámico: la lengua, que se transforma de manera constante, señala Concepción Company Company. (Gerardo Márquez)

Concepción Company Company, siete académicos de la AML y esa “banda” conformada por jóvenes lexicógrafos y biólogos le chambearon “tupido” y parejo durante una década para recolectar ese “titipuchal” de palabras y atraparlas en lo que hoy es el “Diccionario de mexicanismos. Propios y compartidos”, el espejo de lo que somos sin choros y divertido, sorprendente y educativo, emotivo y doloroso. En suma: está bien yoli.

El libro también muestra ese prisma de cómo hablamos en toda la República y cuáles son los ejes culturales que guían y estructuran el español de México, dice la doctora en lingüística y Premio Crónica, Concepción Company Company.

Un ejemplo es el sexo, explica: “Tenemos un sentido del sexo muy gozoso, pero también muy machista. Hay como un centenar de denominaciones para pene y no llegan a 30 las de vagina, ¡hasta para pasarla bien, las mujeres somos invisibles”.

- Este diccionario rompe con esa idea de que son libros aburridos y cansados.

El diccionario da la impresión de ser un repositorio aburrido de palabras y significados, pero realmente es un espejo de identidad, de quiénes somos, de cómo hablamos y, además, un libro importante socialmente, porque incluso en casas donde no hay hábito de lectura, estoy segura que tienen un diccionario y lo consultan.

- ¿Nos muestra esa sombra cultural e histórica que acompaña a todos los mexicanos?

Es parte de nosotros, porque la lengua es nuestro patrimonio, como cualquier lengua es patrimonio de la humanidad. Lo que hizo la Academia Mexicana de la Lengua es darle carta de naturaleza, en cuanto están asentados, definidos, clasificados gramaticalmente los modos como los mexicanos nos comunicamos.

Por eso, no sólo hay indigenismos, que hay muchos porque nuestras lenguas prehispánicas son patrimonio cultural, muchas están activas y tenemos contacto, lo mismo que con otras lenguas como el francés e inglés. En este último, el “hot dog”, es como se le llama a una salchicha metida en un pan al que le echas mostaza y cátsup y después, si quieres, chiles jalapeños. Eso en México se llama “hot dog” y en España comienza a decirse así y por eso el “Diccionario de Mexicanismos” es contrastado con el español ibérico, pero los “hochos”, la derivación de ese anglicismo, es nuestra.

Otro ejemplo: la palabra gis, que viene del latín: gypsu. Gis es nuestra y el resto del mundo hispanohablante usa tiza, pero la tiza, en México, es el yeso con que entalcas el palo de billar.

Esto muestra que el diccionario es el repositorio de la identidad, del reconocimiento, de entidad -que es patrimonial- con su riqueza cultural, gastronómica, folklórica, musical y dialectal. Pero, aunque el volumen está muy bien acabado y muy trabajado, seguramente es perfectible y aumentará en futuras ediciones.

- Pero además el diccionario es muy divertido y describe cómo los mexicanos expresamos nuestras emociones.

Es un gozo, te divierte y algo que vimos es que hay ejes culturales. Cuando haces un diccionario te das cuenta que es una fotografía estática de algo que es muy dinámico: la lengua, que se transforma de manera constante. Los hablantes no nos damos cuenta de esto, si lo hiciéramos, nos paralizaríamos al momento de comunicarnos, porque no estaríamos seguros si estamos hablando en el tiempo adecuado con la comunicación adecuada.

Por eso el cambio lingüístico es imperceptible para los hablantes, pero lo que ves en esa fotografía estática es la representatividad de cómo se habla en toda la República con sus ejes culturales que guían y estructuran el español de México. Estos ejes, entendidos como patrones de lexicalización, que es el término lingüístico adecuado, donde una comunidad encuentra su código lingüístico, con más modos de nombrar y más matices. Son los que mueven al español y la cultura mexicana y uno de ellos es el sexo, ¡sin duda!

Tenemos un sentido del sexo muy gozoso, pero también muy machista. Hay como un centenar de denominaciones para pene y no llegan a 30 las de vagina. Digo de broma que hasta para pasarla bien, las mujeres somos invisibles, borradas del código lingüístico para la parte divertida, sexual y erótica de la vida.

Y por predominancia de este machismo, hay cientos de denominaciones para realizar el coito, donde no son coitos equilibrados entre hombre y mujer o dos personas, sino el hecho de que una persona posea a la otra: “bajarse por los chescos”, “arrimar el camarón”. Es un imaginario de moluscos y mariscos que sorprendió a todos los que trabajábamos en el diccionario.

Uno más es la muerte que tiene frases desde “chupar faros”, “colgar los tenis” o “enrollar el petate”, entre muchas más. No son eufemismos para hablar de muerte, porque en México no es tabú, sino tiene un sentido gozoso donde la muerte y la vida van juntas.

Otros ejes son la gran diversidad gastronómica, musical y algo que no es agradable: una normalización de la transgresión. Hay muchísimas formas para transgredir y sobornar, desde la mordida hasta coptar -un mexicanismo culto para indicar soborno-, pasando por coyotear, no sólo en el significado del canino, sino del hombre que traslada migrantes o el que engaña a alguien.

Lo que vemos es una constante léxica sistemática, llamativa y preocupante, al mismo tiempo, con centenas de voces para indicar que se transgrede la norma. Se hace con un subfijo “ear”, que es frecuentativo: lo que significa “ear” es que lo haces una y otra vez.

Otra cosa que se ve muy interesante, es que observas modos de generar lengua mexicana. Por un lado, se le da prioridad a formas que son del español general, pero que nosotros hemos jerarquizado y convertimos en mexicanismos de frecuencia. Eso se llama, en lingüística, prelación, por eso preferimos “güero” a “rubio”, las dos palabras son del latín: “güero” es de orus -ausencia de color-, y “rubio” es de rubeus, que era en su origen una plaga que hacía blancas las hojas; preferimos “prieto a “moreno”, ambas del latín; preferimos “pararnos” y no “ponernos de pie”, o preferimos “ameritar” y “no merecer la pena”.

Esto no significa que no conozcamos las otras, sino que llevamos por los menos 300 años dándole prioridad a ciertos modos léxicos, como decir “algo angosto” en lugar de “algo estrecho”; “cuando yo era chica” o “cuando yo sea grande” en lugar de “cuando yo era pequeña” o “cuando yo sea mayor”, como dicen en España.

Otro modo es hacer formas complejas, locuciones se llaman en español. Con un verbo ligero podemos tomar parte del significado de la siguiente palabra. Hay una lista riquísima en los verbos “dar”, “tener” o “echar”.

Por ejemplo, “dar”, tenemos la frase: “Juan le dio un libro a sus hijos”, pero ese “dar” es español general y nosotros tomamos la decisión de no aceptarla, sino usar lo nuestro y creamos “dar agua”, “dar el avión”, “dar batería”, “dar bola”, “dar calambres”, “dar el charolazo”, “dar chicharrón”…

En esencia, el diccionario ve el modo cómo la sociedad prefiere codificar: uno, dando prioridad frecuencial a ciertas palabras, otro es usar lenguas indígenas, otro es hacer composiciones, locuciones y otros son simples cambios semánticos que han sido muy complejos y que tardaron siglos.

Un ejemplo de esto último es la entrada “no”. Seguramente a ningún mexicano se le ocurre ir a buscar “no” al diccionario, pues dice: “no”, es “no”. Lo que vemos es que el español de México no usa el “no” rotundo, sino que lo usamos como un atenuador: “no que no”; incluso afirmador: “no canta mal las rancheras”; algo positivo: “no está de malos bigotes”. Bajo la entrada de “no” hemos resignificado el “no” negativo como un atenuador y algo positivo.

Comisión de Lexicografía

El diccionario es un trabajo de la Comisión de Lexicografía integrada por nueve jóvenes lexicógrafos, siete académicos y tres biólogos.

Académicos

Concepción Company Company (Presidenta)

Aurelio González

Ascensión Hernández Triviño

Tarsicio Herrera Zapién

Yolanda Lastra

Pedro Martín Butragueño

Rodrigo Martínez Baracs

Enrique Fernando Nava López

Lexicógrafos

Ileana Arias Leal

Rodrigo Flores Dávila

Víctor Adrián García Córdova

Valeria Elizabeth Guzmán Pérez

Rocío Mandujano Servín (Coordinadora)

Oscar Abraham Moreno

Silva Stefany Olivar Espinosa

Rebeca Pasillas Mendoza

Miriam Heila Reyes Núñez

Fernando Rodríguez Guerra

Colaboradores biólogos

Leonardo O. Alvarado-Cárdenas

César Emiliano Escalona

Prado Martín Leonel Zurita

El Diccionario de mexicanismos. Propios y compartidos contiene:

10,587 lemas o artículos lexicográficos

431 formas de un lema que generan nuevos significados

22,333 acepciones, de las cuales: 6,108 compartimos con uno o más países de Hispanoamérica

El Diccionario de mexicanismos. Propios y compartidos contiene:

10,587 lemas o artículos lexicográficos

431 formas de un lema que generan nuevos significados

22,333 acepciones, de las cuales: 6,108 compartimos con uno o más países de Hispanoamérica

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