Para el escritor David Toscana, la tragedia es un elemento fundamental al contar una historia. “Se puede contar con humor o sin humor, en cualquier tono, pero, evidentemente, necesitas la tragedia”, considera en entrevista por su reciente publicación “El peso de vivir en la tierra” (Alfaguara, 2022).
El escritor señala que existen una serie de situaciones que no le desearíamos a nuestra familia, pero esa es la dirección en que debe llevarse una novela.
"Una novela feliz es digna de leerse, pero te aburre si no hay conflicto, si la gente tiene dinero, si los niños son bonitos, si todo sale bien".
El ganador de premios literarios como el Xavier Villarrutia y Elena Poniatowska, entre otros, observa que la literatura permite cierto placer o regodeo en situaciones que en la vida real no resultan remotamente bellas. Por ejemplo, aunque nos guste la democracia, consumimos novelas de dictadores. “Nos gusta la seguridad, pero leemos novela policíaca, de criminales. Nos gusta tener amores estables, pero nos gustan los dramas de infidelidades”.
“Entonces, la novela es el permiso que nos damos para gozar de ciertas bajezas porque la magia consiste en disfrutar eso que no disfrutarías en la vida real”, continúa. “En la novela perfectamente sientes empatía por el asesino y en la vida real no, a menos que sea tu hermano o algo por el estilo”.
EL PESO DE VIVIR.
Para David Toscana los libros son una experiencia que se vive, recordamos, nos influyen y determinan en muchas cosas. “Por eso mis personajes no sólo recuerdan lecturas, sino que las viven, las toman incluso como guía. Como algo que quieren alcanzar”, explica.
En esta novela, la literatura rusa se desborda sobre las calles de Monterrey, en los años 70s: tras leer la noticia de muerte de tres cosmonautas soviéticos al volver al planeta, después de 23 días en la estación espacial Sályut, Nicolás, quien admira a los clásicos rusos como Gogol, Dostoyevski, Tolstói, Chéjov y Bábel –entre otros-, decide cambiarse el nombre a sí mismo y todo lo que lo rodea.
Rebautizado como Nikolái Nikoláievich Pseldónimov, el protagonista pide a su mujer y al borracho Guerásim viajar juntos al espacio. Poco a poco se unen otros personajes y un abanico de historias clásicas que se fragmentan y recomponen para entrever los corazones de quienes no aguantan el peso de vivir en la tierra.
“Don Quijote quiere ser héroe a través de las lecturas y ellos quieren ser antihéroes, degradarse. No para tocar lo bajo del alma humana, sino porque sienten que así pueden enaltecer su humanidad y convertir sus vidas en obras maestras. La pregunta es: si las vidas ficticias pueden ser obras maestras, ¿por qué las vidas reales no?”, ahonda el autor.
-¿Es una pregunta que te haces recurrentemente?
“Un poco, pero yo ya me la respondo. Sé que son dos cosas diferentes y siempre es el arte el que nos permite acceder de manera distinta a todas estas cosas. Un asesinato difícilmente sería una obra de arte, pero en literatura sí. Una crucifixión debe ser terrible, pero vemos muchos Cristos crucificados maravillosos. Una madre que asesina a sus hijos es terrible, pero Medea es fantástica… Se queda sin respuesta este misterio del arte que tiene tanta fascinación para filósofos y quienes hablan de la belleza en el arte”.
El escritor agrega que al examinar la máxima “soy humano, nada humano me es ajeno” podemos darnos cuenta de que en realidad muchas cosas nos resultan ajenas, ya sea el alcoholismo, la tuberculosis o la experiencia de haber asesinado a alguien. Es por eso que los personajes de este libro deciden hacer y probar todos esos aspectos de la condición humana. Cabe destacar que la novela tiene un final “feliz”.
LA GUERRA NO CANCELA LA CULTURA
David Toscana entregó este libro a la editorial en enero de este año. En febrero comenzó la invasión rusa en Ucrania y desató una serie de discusiones sobre la cancelación de la cultura rusa.
“Mi corazón está completamente con los ucranianos, pero esto no es un enaltecimiento de los rusos, sino de sus autores, que desde hace más de 300 años han vivido bajo la bota del autoritarismo. Todos los autores que menciono – no porque los haya elegido, sino que les pasó a todos- fueron perseguidos, encarcelados, asesinados, excomulgados… en Rusia nunca ha habido libertad de expresión”.
Destaca que los autores rusos se jugaban la vida para escribir e incluso hay estudios donde se habla de hasta dos mil escritores muertos durante el estalinismo. Por ello, Toscana opina que su obra es respetable y debemos verlos más allá de su nacionalidad, como gente que luchó para romper el autoritarismo y convertir su país en otra cosa.
“Podemos ver lo que es callar las voces y respetar a los que dieron su vida por estas cosas. La cultura rusa no se va a cancelar, se van a cancelar las instituciones rusas, algunos artistas contemporáneos que apoyan la guerra y es natural, porque estamos en guerra. Y digo estamos porque yo soy polaco. He vivido allá, mi mujer es de allá y tengo mis documentos. Como polaco te puedo decir que estamos hasta la coronilla de los rusos, que históricamente se han estado metiendo, invadiendo y nunca dejando un respiro de libertad”.
“Ahora los rusos están diciendo que después de ucrania siguen los polacos, amenazan. A mí me parece cínico de mucha gente que está hablando de cuestiones geopolíticas, yo ni me meto en esa discusión: están invadiendo, están matando y estamos viendo cómo se defiende Ucrania, ¿cómo ante esa evidencia me van a decir que le dan la bienvenida a los rusos, que ucrania ni es un país con identidad…? Si tienes ojos debes dar a los ucranianos el derecho de no ser un peón que sacrificas en el tablero y mucha gente se espantó con lo valientes que han sido”, concluye.
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