En la sala 21 del Antiguo Colegio de San Ildefonso, recinto imprescindible en la historia del muralismo mexicano, actualmente se encuentra trabajando el artista tsotsil Dyg’Nojoch (1989).
Como parte del proyecto “Muralismo y resistencia”, donde participan artistas urbanos y muralistas de este siglo, el 1 de julio se inaugurará al público el mural terminado –al momento todavía sin nombre- del artista originario de San Pedro Chenalhó, Chiapas.
Mientras tanto, se invita a los visitantes del Museo a acompañarle y dialogar con él durante la realización de la pieza, que traza la evolución del lenguaje maya.
“Quiero hablar del lenguaje, de esa palabra que ya no utilizamos. Ahorita estamos hablando en un lenguaje colonizador y si nos remontamos a la historia antigua de la época prehispánica, el lenguaje era en símbolos e imágenes, no palabras”, comenta Dyg’Nojoch, en entrevista.
En el lienzo que el recinto ha dispuesto para el mural ya tomaron forma algunos elementos del Popol Vuh e imágenes de alto simbolismo maya, como la milpa y el corazón.
De izquierda a derecha, sobre la pared, la historia del lenguaje maya inicia con un telar de cintura.
“El tejido es el inicio del mundo, ahí es el inicio desde los abuelos prehispánicos hasta los adultos, luego juventudes e infancias y las nuevas juventudes e infancias”, indica el artista.
Se muestran luchas y resistencias que han sobresalido en la modernidad, como el empoderamiento de la mujer en comunidades, a quienes “Dygno” representa con una joven que lleva el bastón de mando.
Finalmente aparecen nuevas herramientas, que los descendientes de la cultura maya han tenido que incorporar, como los instrumentos de cuerda.
“La música antes eran instrumentos de viento y tambores, más espirituales. Ahora también lo siguen siendo, pero las juventudes tienen que incorporar herramientas para seguir creando música, baile, en todos los aspectos del arte”.
“Creo que esto también habla de la migración y de cómo el sistema se apropia de usos y costumbres de los pueblos originarios”, continúa.
Para él es muy importante estar en contacto con las raíces. Actualmente radica en San Cristóbal de las Casas, Chiapas, y viaja mucho alrededor de la república, pero el tema del regreso al lugar de origen siempre marca su trabajo pictórico.
Relata que al morir sus abuelos sintió cortarse un cordón umbilical. “Entonces cuando regreso a colaborar con las Abejas de Acteal o voy a visitar a mi papá, que trabaja en el campo y vive ahí, en la comunidad, siempre está el decir ‘esto es lo que soy: de aquí vengo, esto es lo que no debo de olvidar’ y conforme conozco más, más cosas voy olvidando”.
Las cosas deben quedar tatuadas en paredes porque las nuevas generaciones desconocen de dónde vienen, si sus antepasados fueron tsotsiles.
-¿Hablas tsotsil?
“Un poco, no fluido. Más que hablar, lo entiendo, pero hablar…lo palabreo, como washawashear. Justo a eso voy con este lenguaje de imágenes que desde antes teníamos y que ya no sabemos. Desconocemos esa lengua como hoy en día nosotros estamos desconociendo nuestra propia lengua”.
-¿Este lenguaje visual con quien lo aprendiste?
“Yo creo a través de la familia, amigos y las mismas comunidades a donde voy a hacer proyectos de mural. Ese lenguaje ellos me lo van enseñando y de ahí voy retomando elementos que me van sensibilizando como persona externa de cada comunidad y pueblo que no soy. Me van diciendo esto eras. Tu sangre es esto. Me van marcando. Esto eres tú, pero lo has perdido y cada que te alejas lo pierdes más”.
-¿Tu familia pinta?
“No, mi familia no pinta, pero mi mamá últimamente ha estado escribiendo poemas en su lengua. Ella ha trabajado de traductora y escritora tsotsil”.
-¿Qué significa para ti estar pintando aquí?
“Es increíble estar en el espacio, ver las piezas de los grandes maestros e imaginar cómo era entonces cuando las crearon”, expresa y agrega que el arte en estos tiempos ha cambiado y la apertura de este recinto es una forma de decir que ya hay nuevas generaciones de artistas.
“Todos hemos pintado en la calle, en el espacio público y apropiarse también de estos espacios es importante, que esté el arte de todos; adentrarse a estos espacios de prestigio es un privilegio y muy importante para exhibir ciertos mensajes, poder conocerse uno mismo, en este caso conocer mis orígenes y los puntos de vista de las personas, qué piensan a través de lo que uno realiza”.
EL DYGNO.
Se nombra Dyg’Nojoch porque tiene un sentido personal, en referencia al negro nocturno, la noche grande, el viento, la conexión con el conocimiento y sabiduría espiritual, entre muchas otras cosas que resumen: lugar donde habita la vida. Alude a la sonoridad del maya tsotsil que compondría la palabra “iik nojoch”.
“Es que iik es del tsotsil, pero también es maya, y nojoch no es tsotsil, sería un juego de palabras del maya de la región del sur, que debería ser iik nojoch, pero yo modifiqué”, ahonda.
‘Dygno’ estudió diseño gráfico y actualmente es freelance, la gente puede contactarlo a través de sus redes sociales @dygnojoch (IG, FB) y dyg.nojoch (TikTok). Su base es San Cristóbal de las Casas, Chiapas, donde trabaja bajo comisión proyectos de gráfica en casas, en la calle, en su estudio.
No recuerda exactamente cuándo comenzó a pintar, hace unos 14 años, quizás, pero en cuanto a las decisiones que uno toma en la vida, fue hace 6 años que decidió dedicarse al arte.
“Dije esto es lo que hago, lo que estoy haciendo y lo que sé hacer” y no es que antes fuera un hobby, pero le variaba mucho.
A menudo, el artista trabaja con tintes naturales que fabrica a partir de –literalmente- la tierra. Sin embargo, con esa técnica puede tardar meses en terminar un muro y, por cuestión de tiempo, para esta obra en San Ildefonso ha optado por acrílicos y aerosol.
“Es por facilidades de tiempo y manejo de técnica. Creo que pude haber hecho un mural con tierra, pero lleva más tiempo, mínimo unos tres meses”.
VISITA LA SALA 21.
Se prevé que Dyg’Nojoch termine el mural a finales de junio, para inaugurarse el primero de julio al público. Posteriormente, el espacio recibirá a dos artistas más, quienes realizarán los últimos murales de la sala 21 y ésta continuará abierta al público hasta enero de 2024. Los visitantes son bienvenidos a conversar y acompañar a los artistas en su labor.
El proyecto "Muralismo y Resistencia" inició durante la muestra El espíritu del 22, para dar cuenta del nuevo muralismo. Al momento ha contado con las participaciones de las artistas Paola Delfín y Pilar Cárdenas (Fusca), quienes inauguraron el ciclo, así como Baltazar Castellano Melo con su obra La muerte de las culturas (El México negro), realizada con miembros del Colectivo Raíz de la Ceiba (Olga Manzano y José Luis Hernández Guzmán).
El Colegio de San Ildefonso se ubica en Justo Sierra 16, Centro Histórico de la Ciudad de México. Se puede visitar de martes a domingo, en horario de 11:00 a 17:30 horas.
El costo admisión general a las exposiciones temporales es de $50.00. Estudiantes y maestros con credencial vigente: $25.00. La entrada es libre para niños menores de 12 años, adultos mayores con credencial INAPAM, Programa de Membresías de San Ildefonso, Prepa Sí (CDMX) y En contacto contigo de la UNAM.
Para más información visita la página de Internet: www.sanildefonso.org.mx y sus redes sociales: @SanIldefonsoMx , Colegio de San Ildefonso, sanildefonsomx.
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