Con motivo de la próxima presentación del libro " El español en América: de lengua de conquista a lengua patrimonial", de la lingüista mexicana Concepción Company Company, miembro de El Colegio Nacional, que se llevará a cabo el domingo 28 de noviembre en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, compartimos con los lectores de Crónica un fragmento del texto relativo al contacto cultural y lingüístico.
El contacto cultural y lingüístico
El estado natural de los seres humanos es el contacto y, cosa sabida, éste puede, y suele, devenir en recíproco enriquecimiento lingüístico y conceptual de las personas que lo experimentan. Cosa sabida también es que toda lengua, sea cual sea su número de hablantes y sean cuales sean sus coordenadas geográficas, experienciales o conceptuales, es autosuficiente para expresar el mundo que le es pertinente. La autosuficiencia cognitiva parece entrar en conflicto con la naturalidad del contacto, pero no es así porque casi siempre éste termina por formar parte integral de las coordenadas vivenciales del otro. El contacto, insisto, es inherente a la vida de todo ser humano.
Las convergencias y los trasvases culturales y comunicativos resultantes del contacto introducen nuevas realidades y conceptos en los grupos humanos, de manera que en las respectivas lenguas y sociedades usuarias se produce un enriquecimiento; sea porque se incorporan nuevas voces para nombrar la nueva realidad o renombrar realidades parecidas, en forma de préstamos y de calcos léxicos; sea porque se suscitan, aunque con menor frecuencia, modificaciones morfosintácticas en las lenguas en contacto; sea porque, con mucha frecuencia, se generan nuevos hábitos de pronunciación; sea porque, por lo general, se abre la puerta a nuevos modos de entender el mundo, ya que el contacto obliga a un mejor entendimiento de la otredad y resulta en una mayor tolerancia hacia el otro.
Sorprende, sin embargo, que, no obstante la naturalidad del contacto, los préstamos y calcos sean motivo de prejuicio y reticencia, y sorprende también que su empleo suela estar estigmatizado, e incluso que sean rechazados, tanto lingüística como socialmente, por considerarse impurezas de las lenguas, en la falsa idea —decimonónica, pero todavía vigente en muchos hablantes— de que existen lenguas puras, de que las lenguas se originan como constructos lingüísticos y culturales exentos de mezclas, y así deben mantenerse a lo largo de su historia, o de que las lenguas son herederas de lenguas históricas patrimoniales que fueron, a su vez, puras y estuvieron ajenas a los intercambios y contactos entre comunidades de hablantes. Por ello, existe una intuición de hablante bastante generalizada de que es mejor usar una palabra de la propia lengua que un préstamo. También es cierto que, con no poca frecuencia, se considera que el empleo de préstamos en lugar de voces nativas produce prestigio, es un reflejo de ascenso social y significa estar a la moda.
La dualidad en la percepción que provoca el contacto —prejuicio y reticencia vs. aceptación abierta del préstamo— está anclada, en gran medida, en hechos no estrictamente lingüísticos. Tres, al menos, están bien identificados: a) la profundidad histórica del contacto; b) la relación sociopolítica entre las dos comunidades que entran en contacto, y c) la actitud de una sociedad ante la heterogeneidad cultural y social.
a) Profundidad histórica. A mayor profundidad histórica del contacto, menor prejuicio, ya que existe menor conciencia de que esas voces no son patrimoniales; tal sería el caso, por ejemplo, de los miles de arabismos de la lengua española, de uso constante y cotidiano en muchas esferas de la vida, que son, además, orgullo del hispanismo.
b) Relación sociopolítica de las comunidades en contacto. A menor desequilibrio sociocultural y económico entre las dos sociedades que entran en contacto, menor prejuicio y mayor apertura a los préstamos, mientras que, a mayor desequilibrio sociocultural y económico entre dos sociedades, mayor reticencia y rechazo a los préstamos […]
c) Actitud de la sociedad. La mayor o menor flexibilidad en la aceptación de préstamos depende, en buena medida, de la actitud que una sociedad tenga ante la heterogeneidad cultural, étnica o social, si bien éste es un ángulo de muchas y complejas aristas. De forma muy simplificada, se puede plantear que, por un lado, existen “sociedades prácticas” —lo cual no significa necesariamente que sean abiertas ni tolerantes— que, (casi) sin reticencia alguna, incorporan préstamos, duros o mínimamente adaptados, a su vocabulario cotidiano y a sus diccionarios; tal es el caso de los anglohablantes de Estados Unidos. Por otro lado, existen otras sociedades que tienen un “orgullo purista” que las hace reticentes o impermeables a los préstamos, por lo cual éstos tardan décadas en ser incorporados a las prácticas de comunicación y, más aún, a los diccionarios […]
"El español en América: de lengua de conquista a lengua patrimonial", de Concepción Company Company, es editado por El Colegio Nacional. El libro se encontrará disponible en versión impresa en el stand B25, de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara.
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