Cultura

Es un estereotipo que el español de México sea sumamente educado y con fórmulas de cortesía: Concepción Company

La lingüista y miembro de El Colegio Nacional ofreció la última lección del curso "Los claroscuros de América. Lengua, historia y cultura"

La escritora Elena Poniatowska durante una conferencia
Concepción Company. Concepción Company. (La Crónica de Hoy)

Los estereotipos que dibujan al mexicano como cortés, afectivo y dueño de un lenguaje florido “tienen mucho de falso y tienen mucho de cierto también, cuando el río suena agua lleva: estos estereotipos están ya en el germen de los inicios de la lengua española en este país”, consideró la lingüista Concepción Company Company, miembro de El Colegio Nacional.

En el Aula Mayor y a través de las redes sociales de la institución, la colegiada ofreció la última sesión del ciclo, realizado durante todo el año, “Los claroscuros de América. Lengua, historia y cultura”, con el tema “El español de México hoy”.

“Hay una idea de que los mexicanos son corteses, sí lo son; de que los españoles son directos y maleducados, probablemente sí; hay una idea de que es una lengua arropada de muchas florituras, pudiera parecer que son estereotipos sin duda. Otro estereotipo es que es un lenguaje, el español de México, sumamente educado, con fórmulas de cortesía”.

La lingüista señaló que el español de México “comparte mucho más que lo que nos separa de los otros países hispanoamericanos, pero debemos estar seguros de que lo que es nuestro está en pie de autoridad, con la misma autoridad de lo que es general y lo que se usa en otros países”.

México, agregó, “es multidialectal y multinormativo, hay muchísimas diferencias fónicas y gramaticales, hay muchísimas diferencias léxicas, no es erróneo hablar del español de México como una unidad, porque tiene la misma diversidad que cualquier país, y en dos millones de kilómetros cuadrados, con una gran complejidad geográfica, y con esta extensión, sería difícil tener una sola lengua, a la vez que todos tenemos lengua española”.

El léxico, explicó, “es donde mejor se ve la mexicanidad”, y enlistó palabras como chongo, cremar —en lugar del verbo incinerar—, apapachar, molcajete, pase de abordar, o expresiones como de a cómo, me doy, a darle. Además, “cuanto más íntima es la comunicación, más conocido es mi interlocutor, más afloran los mexicanismos”. Ejemplos de ello son “ay nos vidrios, a toda madre, orales, chingar, chingaquedito, aquellito, darlas”.

El español, dijo, posee una gramática común, pero “cuando uno ve textos del español de México, tenemos un balance muy curioso que produce ese español florido y arropado que, por un lado es atenuar todo: no somos directos, ponemos distancia del oyente porque nos cuidamos del otro y al mismo tiempo somos muy cercanos”.

“La gramática del español en México, de Guadalajara hasta Oaxaca, tiene un efecto general de distanciamiento, de despersonalización gramatical, por eso hay tantísima canción popular, hay una idea de no comprometerse gramaticalmente, de no usar un código directo que nos compromete porque nos expone, somos muy poco directos porque metemos muchísimo material lingüístico: lo molesto con su hora, esa frase de que te lo digo Juan para que lo entiendas Pedro, sólo es de México”, resaltó.

Al mismo tiempo, argumentó la lingüista, el mexicano es muy cercano y utiliza “muchísimos recursos de afectación y de acercamiento que se llaman subjetivización. Somos los reyes del diminutivo, disminuimos hasta adverbios, el tantito; que tanto es tantito”.

Para efectos de atenuación, “tenemos fórmulas de petición corteses, larguísimas, esto lo he medido, usamos un promedio de 11 a 12 palabras para pedir algo frente a las 4 o 5 de los españoles o de los argentinos: disculpe, no sería tan amable de regalarme un vaso de agua, lo molesto con la cuenta, voy a pedirle si puede hacer tal cosa. Esto se llama principio de iconicidad”.

“Al meter más material lingüístico metemos distancia social, y México y Perú somos los reyes de las perífrasis: le venimos ofreciendo, lo que viene siendo, vámonos yendo, nos estamos viendo, es un principio de atenuación, más material lingüístico, más distancia social, aunque conozca al otro, es identitario”, sostuvo la especialista.

La atenuación extrema “es que no podemos decir no, la palabra no se llama adverbio de polaridad negativa fuerte, porque por el puro no, no tienes que decir más, pero los mexicanos no usamos no para decir no, sino que las órdenes y las respuestas se formulan como interrogaciones: me echas la mano, no seas”.

Un rasgo más del mexicano de hoy en su lenguaje es el uso de “sutiles desequilibrios: los diminutivos en México suelen ser positivos y los aumentativos suelen ser negativos, usamos aumentativos para el mundo despectivo y usamos diminutivos para acercarnos afectivamente”.

Momentos mágicos

Concepción Company Company habló de cinco momentos clave para entender el papel del español en América: el primero, protagonizado por Fernando III “El Santo” se dio hacia 1217, 1220. “Es que toda la lengua oficial, la que llamaban la lengua de la cancillería, que era como la Secretaría de Gobernación, la que trataba los asuntos internos, todo se escribía en latín y se da cuenta que ni dios le hacía caso y que aquello era un desastre. Él volvió oficial la lengua de la casa, hizo un decreto donde la administración de la chancillería, es decir del ministerio de interior, todo el mundo jurídico empezó a escribirse en lengua española, en castellano”.

Treinta años después, su hijo Alfonso X “El sabio”, “hizo que el español se volviera lengua de cultura, nunca ha habido en la historia de la lengua española una promoción tan firme, tan decidida, tan generosa y tan tolerante, de impulsar cultura y financiar cultura en lengua española: literatura, filosofía, derecho, ciencia, se llamaba la obra Alfonsí”.

El tercer acto mágico “fueron los Reyes Católicos a finales del siglo XV, estos dos señores, Isabel de Castilla y Fernando de Aragón, realmente tenían una visión como de comunidades europeas, juntaron reinos, ahí ya es lengua española, y tiene que salir el español fuera de las fronteras de España, porque Flandes era de España; Italia era del reino de Aragón y Cataluña; el reino de Nápoles el de Sicilia era español, el norte de África y por supuesto América, lo que hace es no sólo la primera Gramática de la lengua española, la de Lebrija, sino que promueven una lengua mucho menos culta, más ágil”.

El siguiente acto fue protagonizado por Carlos I, cuando “hay una construcción administrativa él piensa y construye la administración americana, América está prácticamente como ahora es hispanoamérica y esto es obra de Carlos I. Pero el último gran acto mágico, señaló, fue el de las Leyes de Reforma Borbónicas “que llegan a la Nueva España, al actual México, hacia 1795, el virrey Gálvez las pone en funcionamiento y empiezan a verse los conflictos que genera este centralismo de las leyes y empieza a verse que los mexicanos ya eran mexicanos, es el antecedente”.

Si bien para muchos mexicanos el español tiene un carácter de imposición, afirmó, “125 millones de mexicanos tienen el español como única lengua, no sólo materna sino como lengua de comunicación en el día a día y, por lo tanto, su lengua patrimonial es la lengua española”.

“No obstante sorprende que para muchísimos mexicanos el español tenga un carácter de imposición, de conquista, lo que se llama poscolonialismo; es una situación paradójica, porque esos valores del poscolonialismo son enriquecedores, porque producen un profundísimo mestizaje cultural, lingüístico, racial, eso es México”, concluyó la lingüista.

De esta manera, Concepción Company Company ofreció la última charla del curso Los claroscuros de América. Lengua, historia y cultura, la cual se encuentra disponible en el Canal de YouTube de la institución: elcolegionacionalmx.

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