Cultura

Felipe Galindo “Feggo” recibe el Premio a la Trayectoria de Caricatura Gabriel Vargas

>Este premio me regala alegría e inspiración para continuar trotando el mundo con mis plumas, señala el monero>

Entrega de premio a Gabriel Vargas
Felipe Galindo “Feggo” -con diploma- durante la ceremonia de entrega en el Museo del Estanquillo. Felipe Galindo “Feggo” -con diploma- durante la ceremonia de entrega en el Museo del Estanquillo. (Eleane C Herrera Montejano)

“Se dice que el humor es la mejor medicina y, si no funciona la medicina, pues al menos hay que morir con la sonrisa en la boca”, expresó el caricaturista e ilustrador Felipe Galindo Gómez, “Feggo”, al recibir el Octavo Premio a la Trayectoria de Caricatura Gabriel Vargas.

La ceremonia de entrega, realizada este guadalupano martes en el Museo del Estanquillo coincidió con el aniversario de bodas del caricaturista, quien aprovechó para mencionar y dedicar el premio a su compañera de vida, la artista Andrea Arroyo, “quien me ha apoyado e inspirado a lo largo de mi carrera, a quien la musa de humor puso en mi camino”.

“Gracias México por este premio, esta dulzura que si no me hace sentir como profeta en mi tierra, al menos como un profiterol”, agregó con la voz quebrada de emoción, en medio de aplausos de los asistentes.

Durante su participación, con un discurso lleno de humor, Feggo agradeció esta distinción con la que pasa a formar parte del grupo de maestros ‘gabrielistas’, como Helio Flores, Jis, Trino, Luis Fernando, Rocha, Helguera y Aragonés, entre los que destacó al primer galardonado de este premio, Rius, por ser quien lo inspiró a dedicarse al oficio de monero, cuando apenas era estudiante de artes visuales.

“De Rius aprendí que para estar en este oficio del cartón hay que tener pasión, información, conocimiento, dedicación, tenacidad y humor, mucho humor”, reconoció.

UN OSCAR A MANHATITLAN.

Felipe Galindo Gómez estudió artes visuales y desarrolló su estilo en cartones, ilustraciones e historietas que desde joven mandaba a distintas publicaciones.

En febrero del 83, el monero se lanzó a Estados Unidos en búsqueda de nuevos espacios para sus dibujos y desde entonces vive ahí, “en la isla que bauticé como Manhatitlán”, según relató.

“Primero hice una animación que tuvo éxito. Luego hice otra que se llamó “códice de Manhatitlán” donde hago una migración al revés, de cómo se van los mexicanos para Estados Unidos en oposición a cómo llegaron los aztecas acá”, explicó sobre este proyecto del que está particularmente orgulloso.

Para el dibujante mexicano, radicado en Estados Unidos desde hace varias décadas, este reconocimiento es el equivalente de un Oscar, premio que siempre ha deseado ganarse, “pero no me dediqué a la actuación”.

“Este Gabriel es, para mí, su equivalente y muy bienvenido, sobre todo por llevar el nombre de un prolífico historietista, inmensamente popular y con divertido humor urbano, lleno de personajes simpáticamente extravagantes que son a la vez muy reales”.

Desde su perspectiva, el caricaturista Gabriel Vargas es el gran ejemplo a seguir sobre dibujar “hasta que el cuerpo y humor aguanten” con un trabajo creativo que realizó durante más de 8 décadas.

“Este premio me regala alegría e inspiración para continuar trotando el mundo con mis plumas, cuadernos y humor en la mano”, manifestó.

“Y tal vez más adelante me gane un Oscar, aunque sea un CD de Óscar Chávez”, bromeó al final de su participación.

En la ceremonia también estuvieron presentes los miembros del Comité de Selección, integrado por Bernardo Fernández (“BEF”), Rafael Barajas (“El Fisgón”), José Hernández, y Rafael Pineda, quienes reconstruyeron los aspectos más famosos de la trayectoria del galardonado.

“Hay caricaturistas de todo el mundo que toda la vida tratan de publicar en The New Yorker y nuestro Feggo es uno de ellos, el otro mexicano que lo logró fue Abel Quezada lo que nos da idea de las dimensiones. Junto con Sergio Aragonés también es el único mexicano que ha logrado publicar en Mad, la mayoría no lo logra”, detalló por su parte, Bernardo Fernández BEF.

“Llegó muy lejos y se merece que lo reconozcamos porque no hay nada más ingrato que decir que nadie es profeta en su tierra. No sólo fue amigo de Manuel Ahumada, fue amigo de Sam Gross y de Sidney Harris, de los gigantes míticos del humor norteamericano”, añadió.

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