Cultura

Fernando de Ita: “Cancelar el Programa Teatro Escolar fue una de las catástrofes culturales del sexenio”

Funcionaba desde los años 50, era una tradición y un proyecto para formar públicos, añade el dramaturgo

entrevista

La administración de Lucina Jiménez decidió no continuar con una “verdadera acción cultural artística”, añade Fernando de Ita.

La administración de Lucina Jiménez decidió no continuar con una “verdadera acción cultural artística”, añade Fernando de Ita.

“Que no opere el Programa Teatro Escolar es una de las catástrofes culturales del sexenio, quitaron algo que estaba funcionando desde los años 50, terminaron con una tradición y con uno de los programas que servía para formar públicos y para que los artistas sobrevivieran a la gran problemática económica”, expresa en entrevista el dramaturgo Fernando de Ita (Hidalgo, 1946).

El también crítico teatral y quien fuera jurado en algunas ediciones de dicho programa se pregunta por qué el Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (INBAL) y la administración de Lucina Jiménez decidió no continuar con una “verdadera acción cultural artística”.

Este programa, de acuerdo con la propia página del INBAL, incluía el apoyo de otras instituciones para que compañías teatrales ofrecieran funciones a infancias y jóvenes, ya fuera que las escuelas asistieran a los teatros o que las compañías se presentaran en los planteles.

Además, se profesionalizaban a los grupos artísticos y los gastos de producción eran asumidos por las dependencias gubernamentales, incluido el pago de derechos de autor.

Fernando de Ita señala que la nueva encargada de Secretaría de Cultura (Claudia Curiel de Icaza) tendría que cambiar una estructura donde los menos beneficiados son los creadores.

“Las esperanzas son absolutamente inútiles mientras esté la estructura de gobierno que metieron para la cultura, donde los que están afuera son los creadores. El gasto que se hace para producción artística en el INBAL está entre el 5 y 8 por ciento, es una miseria. Mientras no cambie la estructura burocrática y sindical, estamos jodidos”, afirma.

A pesar de esas trabas, el Teatro Escolar funcionó porque se consolidó a partir de muchos años de trabajo, agrega el autor de La voz de la tierra y Teatro mexicano contemporáneo.

“Aunque estuviera Dios Padre como director de Secretaría de Cultura, con la estructura que tiene, quedan las migajas para producir y con esas migajas el Teatro Escolar se volvió una herramienta de trabajo en todo sentido, para los niños, para los maestros, para los artistas y para el público general porque también los padres aprendieron que existe otro tipo de teatro”, señala.

De acuerdo con una solicitud de transparencia, en tres años (2016 a 2018) el programa generó 6 mil 154 funciones en los 32 estados del país y 1,296,246 asistentes. Los presupuestos asignados a cada estado fueron: 644 mil pesos en 2016 y 534 mil pesos en 2017 y 2018.

ARTES, ZONA DE DESASTRE

Para el dramaturgo, el Programa Teatro Escolar logró que se hablara de la realidad con un público específico, ayudó a las compañías a generar trayectoria y permitió que los artistas pudieran sobrevivir de su trabajo.

“Ejercieron su oficio sin la inseguridad de que sus temporadas eran dos o tres funciones y eran temporadas con público, pero sobre todo hizo que los niños empezaran a ver un teatro distinto, lo mismo que los maestros, un gremio que ha costado mucho trabajo que vea que la producción artística es un aliciente”, afirma.

De Ita asevera que la educación artística en las escuelas públicas y privadas es una auténtica zona de desastre. “No me canso de decirlo y el Teatro Escolar empezó a permitir que ese desastre se compusiera y fuera una zona productiva artística, social y educativa. No sé cómo no lo retomaron”.

Sobre los maestros, el crítico menciona que eran los más resistentes a poner obras de teatro que no fueran de Walt Disney o que cuestionaran problemáticas sociales.

“Antes se consideraba que los niños eran imbéciles porque sólo podían entender fantasías chafas, todo lo contrario empezó a suceder gracias a Suzanne Lebeau, dramaturga canadiense, quien demostró que los niños estaban preparados para hablar de la realidad”, señala.

-¿Las convocatorias lanzadas desde el Proyecto Chapultepec igualan el alcance del Teatro Escolar?

Cuando no hay nada, algo es algo y eso se lo debemos a Toño Zúñiga porque logró un apoyo económico para que los grupos de los estados pudieran tener lo que antes tenían. Chapultepec parece que está funcionando como megaproyecto, un nuevo pulmón, pero el costo fue que los estados se quedaran sin producción artística.

Me he dedicado al teatro regional y los grupos reciben con gran entusiasmo el apoyo porque no había nada, en los estados no les dan nada, para ellos hacer una gira pagada significa mucho, después Secretaría de Cultura empezó a pagar mal y tarde.

Teatro Escolar logró lo que no se había logrado nunca: que los 32 estados del país tuvieran el programa porque la Federación daba cuando menos la mitad del dinero, eso sí fue una verdadera descentralización. Los grupos estatales tuvieron presupuesto, empezaron a crecer artísticamente y a cumplir realmente el proceso creativo que comienza con la escritura de la obra, con los ensayos, con los vestuarios y los atrezos, después todo se dedicó a crear nuevos públicos.