Cultura

“La gestión cultural seguirá siendo una profesión en ciernes”

Las maestrías no forman gestores culturales, su propósito es formar agentes culturales, explica Carlos Lara

entrevista

Carlos Lara advierte que hay una confusión entre qué es un gestor cultural y un agente cultural.

Carlos Lara advierte que hay una confusión entre qué es un gestor cultural y un agente cultural.

“El problema de la educación hoy es que en lugar de subir el piso a los alumnos, les bajan el techo por ser incluyentes y si hay un sobresaliente en clase, se aguanta porque ahora se trata de que todos sean burros” y eso sucede también en la gestión cultural, expresa en entrevista Carlos Lara, especialista en política cultural.

El académico afirma que la gestión cultural seguirá siendo una profesión en ciernes porque “todo mundo le soba el lomo a todos diciéndoles que también son gestores culturales”, incluida la Secretaría de Cultura quien “tendría que cambiar su Registro Nacional de Agentes Culturales (Telar) a Registro Nacional de Gestores y Agentes Culturales”.

“La capacitación estratégica de los agentes culturales comenzó en 2002 desde Secretaría de Cultura, con el maestro McGregor y el equipo que tenía, que lograron estructurar e impartir diplomaturas estratégicas, posteriormente lanzaron la Colección Editorial Intersecciones para fortalecer la gestión cultural; y después lograron obtener la certificación académica por parte de la SEP. Hoy de eso ya nada existe”, indica Lara.

El experto advierte que hay una confusión entre qué es un gestor cultural y un agente cultural. El gestor cultural es el que estudia la licenciatura de gestión cultural y obtiene una cédula profesional que lo acredite como tal, explica.

“El agente cultural es aquel que como yo, somos de otras áreas del conocimiento y que aportamos a la gestión cultural. Con mis alumnos, lo primero que les pregunto es ¿de dónde vienen? y son de diseño, ingeniería, pedagogía y está bien, son agentes culturales que abonan al desarrollo de la gestión”, señala.

Reconocer que la gestión cultural es una profesión en ciernes también implica entenderlo en términos jurídicos, añade.

“Antes de que los indignados opinen deberían leer el artículo 5 de la Constitución, la Ley General de Profesiones y ver si en el estado de la República donde se está llevando a cabo la licenciatura de gestión está reconocida en la Ley de Profesiones del estado correspondiente. Luego ver si esa licenciatura expide el título como tal y si tiene la cédula”, indica.

Entender lo anterior habilitaría la formación de colegios de profesionistas como el de médicos o arquitectos.

“Sí hay colegios de gestores. pero una cosa es que estén constituidos ante un notario y otra que funcionen. No funcionan porque no están capacitando, no están actualizando el conocimiento ni están certificando nada”, explica.

Lara enfatiza que las maestrías no forman gestores culturales, su propósito es formar agentes culturales. “Para una maestría no es un requisito tener la carrera en gestión cultural, ahí entra cualquiera de otra profesión”.

Si la Secretaría de Cultura, en Telar, no distingue entre gestores y agentes bajo el argumento de no excluir a nadie, el camino está mal trazado, opina.

“Se trata de rigor académico. Imagina que el colegio de arquitectos dejara ingresar a gestores culturales o a médicos para no excluir a nadie. Ese es el daño que hace la administración pública de la cultura a la profesión que seguirá siendo una profesión en ciernes en tanto no haya rigor académico”, afirma.

El experto comenta que a falta de colegios de gestión cultural “quienes están sacando el pecho por la profesión son las diplomaturas, una especialidad en forma de diplomatura sin la capacidad de certificar conocimiento”.

Carlos Lara en los próximos días presentará su libro “Usos y gratificaciones del arte y la cultura. La conectividad creativa en tiempos de distanciamiento social”.