Cultura

"Las Golondrinas", un himno de nostalgia y despedida en la cultura mexicana

Su título original es "La Golondrina", una obra compuesta en 1862 por Narciso Serradell Sevilla

crítica

"Las golondrinas" entonadas por el mariachi.

La Golondrina es una de las canciones más emblemáticas de la cultura mexicana, evoca sentimientos profundos de nostalgia y despedida. Aunque comúnmente se le conoce en plural como “Las Golondrinas”, su título original es La Golondrina, una obra compuesta en 1862 por Narciso Serradell Sevilla, un veracruzano cuyo legado musical ha dejado una huella imborrable en el corazón de México.

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Narciso Serradell, nacido en Alvarado, Veracruz, en 1843, no solo fue un talentoso músico, sino también médico. En el contexto de la intervención francesa en México, Serradell fue exiliado a Francia, donde su espíritu creativo se mantuvo vivo y dio lugar a esta canción que se convertiría en un himno de despedida para todos los mexicanos.

No se sabe con certeza quién es el autor de la letra de La Golondrina, que está impregnada de melancolía: donde se compara al exiliado, con la golondrina que vuela en migración. Probablemente, la letra está inspirada en los antiguos poemas de despedida, escritos en árabe por Aben Humeya (1520-1569), el último rey abencerraje de las Alpujarras, en Granada. Aben Humeya, tras ser derrotado, versificaba con nostalgia su despedida de la tierra que se veía obligado a abandonar, un lugar que ya no le pertenecía y al que no podía regresar.

Pero “La Golondrina” guarda un secreto en su letra: Compuesta en versos de once sílabas, esconde un acróstico. (Al leer las primeras letras de cada verso, revela una dedicatoria oculta). Este detalle, cargado de simbolismo, añade una capa de complejidad a la canción y refleja la habilidad de Narciso Serradell para entrelazar mensajes dentro de su obra. Este acróstico es un enigma que ha intrigado a muchos estudiosos de la música mexicana, y sigue siendo objeto de debate sobre su verdadero significado y destinatario.

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Este vínculo con la poética árabe y el acróstico oculto le otorgan a La Golondrina una profundidad aún mayor, conectando la canción con un legado de exilios y desarraigos que ha marcado a muchas culturas a lo largo de la historia. La migración, el deseo de retornar a un hogar que tal vez ya no existe o que se ha transformado, es un tema universal que ha resonado profundamente en la identidad mexicana, especialmente entre aquellos que han tenido que dejar su patria en busca de mejores oportunidades o en momentos de crisis.

Además de su profundo contenido lírico, la melodía de La Golondrina ha sido interpretada en innumerables ocasiones y arreglos, desde mariachi hasta versiones orquestales. Se ha convertido en una canción tradicional para marcar momentos de despedida, como funerales y eventos de separación, donde su tono solemne y emotivo brinda consuelo y expresión a las emociones difíciles de esos momentos.

En México, La Golondrina ha trascendido las fronteras del tiempo y el espacio, convirtiéndose en un símbolo cultural que conecta a los mexicanos con su pasado y su identidad. Aunque su creación se remonta al siglo XIX, su relevancia perdura, siendo interpretada en todo tipo de escenarios, desde ceremonias oficiales hasta reuniones familiares.

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Esta obra maestra de Narciso Serradell es un recordatorio de cómo la música puede capturar la esencia de las experiencias humanas más profundas: la añoranza, el desarraigo y la esperanza de un reencuentro. En su vuelo eterno, La Golondrina sigue uniendo corazones a través de generaciones, simboliza tanto la fragilidad como la fortaleza del espíritu humano.

De los versos de esta canción, junte Ud la primera letra de cada renglón y saldrá el mensaje secreto, el acróstico:

A dónde irá, veloz y fatigada

La golondrina que de aquí se va.

Oh si en el cielo se hallará extraviada

Buscando abrigo y no lo encontrará.

Junto a mi pecho, le pondré su nido

En donde pueda, la estación pasar.

También yo estoy, en la región perdido

Oh cielo santo, y sin poder volar.

Dejé también mi patria idolatrada

Esa mansión que me miró nacer.

Mi vida es hoy, errante y angustiada

Y ya no puedo a mi mansión volver.

Ave querida, amable peregrina

Mi corazón al tuyo acercaré.

Oigo tu canto tierna golondrina

Recordaré mi patria y lloraré.

El acróstico resultante dice: “Al objeto de mi amor”