Cultura

"Los huesos no mienten": conferencia en ECN revelará la verdad sobre los héroes de la Independencia

Gracias a la bioarqueología, Jorge Arturo Talavera González revelará nuevas verdades sobre los restos de los protagonistas de la Independencia, desmitificará historias y confirmará su autenticidad

el colegio nacional

Jorge Arturo Talavera González, Nancy Geloven Alfaro y José Antonio Pompa y Padilla.

José Antonio Pompa y Padilla,  Nancy Geloven Alfaro y Jorge Arturo Talavera González.

ECN

Jorge Arturo Talavera González, investigador de la Dirección de Antropología Física del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) y coordinador del Equipo de Bioarqueología desde 1996, ofrecerá la conferencia "Mito y realidad de los héroes de la Independencia: ¿qué nos dice la bioarqueología?".

La conferencia tendrá lugar el próximo jueves 26 de septiembre, a las 18 h, en El Colegio Nacional (Donceles 104, Centro Histórico, CDMX), como parte del ciclo La arqueología hoy, coordinado por Leonardo López Luján, arqueólogo y miembro de la institución.

Talavera presentará información inédita sobre los resultados obtenidos por la "Comisión para llevar a cabo los estudios de los restos óseos de los héroes que se encuentran en la Columna de la Independencia", que se realizó en 2009. Junto con los especialistas Nancy Geloven Alfaro y José Antonio Pompa y Padilla, analizó los huesos de los próceres utilizando la bioarqueología. Además, Talavera desmitificará muchos relatos sobre los héroes, basándose en evidencia científica.

La Comisión se estableció en el contexto del Bicentenario de la Independencia de México con el propósito de "verificar si los restos hallados en la Columna de la Independencia correspondían realmente a los históricos", según explicó Talavera a Crónica.

La comisión se instauró en el marco del bicentenario de la Independencia.

Huesos de los próceres.

En una junta, Alfonso de María y Campos, entonces director del INAH, convocó a la Comisión Nacional de Restauración, liderada por Lilia Rivero Weber. Para el estudio de los restos óseos, se incluyó a José Antonio Pompa y Padilla, quien, a su vez, eligió a Talavera González para participar en el análisis.

"Cuando me informaron que había sido elegido, me sentí profundamente honrado. Les dije: 'Es un honor tener en mis manos los esqueletos de los héroes de la Independencia, pero si no lo son, lo diremos, y si lo son, también'. Nuestra labor es investigar con rigor. Los huesos no mienten, y los investigadores somos quienes hablamos por ellos", comentó Talavera.

En 2009, los especialistas exhumaron los restos de los protagonistas de la gesta independentista, ubicados en la Columna de la Independencia, y los trasladaron al Laboratorio de Restauración del Castillo de Chapultepec, por razones de seguridad y para disponer de un espacio adecuado para su análisis. Este espacio lo facilitó Salvador Rueda Smithers, director del Museo Nacional de Historia, Castillo de Chapultepec.

Talavera explicó que el proyecto de investigación tenía como objetivo realizar un inventario detallado de los restos en la Columna de la Independencia, sin la intención de autentificarlos, y desarrollar un estudio de osteobiografía, es decir, estudiar su historia a través de los huesos y comparar los datos históricos con la evidencia ósea.

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La bioarqueología y los héroes de la Independencia

La bioarqueología es una metodología multidisciplinaria que surgió en Estados Unidos en la década de 1970, propuesta por Jane Ellen Buikstra. Talavera resalta que esta disciplina no solo describe los hallazgos, sino que también los interpreta. Gracias a este enfoque, es posible investigar la diversidad humana en contextos regionales y obtener información sobre demografía, nutricional y de enfermedades.

Durante los estudios realizados en los restos de los héroes de la Independencia, se descubrió que el material óseo de Guadalupe Victoria tenía un "olor rancio", debido a que fue parcialmente embalsamado, según lo indican estudios históricos. Aunque ya no conservaba tejido blando, presentaba partes de ligamentos y tendones que emitían un olor “a guardado”. Los demás héroes estaban en los huesos.

Un cortejo fúnebre trasladó los restos mortales de los Héroes de la Independencia: Miguel Hidalgo, Ignacio Allende, Juan Aldama, Mariano Jiménez, José María Morelos, Nicolás Bravo, Vicente Guerrero, Guadalupe Victoria y Leona Vicario, entre otros, de Palacio Nacional al Ángel de la Independencia.

Un cortejo fúnebre trasladó los restos de Hidalgo, Allende, Aldama, Morelos,  Guerrero, Guadalupe Victoria y Leona Vicario, entre otros, de Palacio Nacional al Ángel de la Independencia.

Alfredo Guerrero/Cuartoscuro

Este fue el primer estudio formal sobre los restos óseos desde que se depositaron en la Catedral Metropolitana en 1823. En 1910, el cronista Luis González Obregón y el antropólogo Leopoldo Batres intentaron llevar a cabo un análisis. La Comisión de 2009 pretendía confirmar la veracidad de la información recopilada durante el primer Centenario de la Independencia.

El proceso comenzó con la restauración de los restos, seguido del análisis bioarqueológico. Se inventarió cada esqueleto y se comparó con los datos históricos. Talavera explica, por ejemplo, que "González Obregón y Leopoldo Batres afirmaron que el cráneo de Miguel Hidalgo no era auténtico porque tenía dos orificios, y se sabía que, al ser fusilado, se ordenó no disparar a su cabeza para exhibirla en una jaula en la Alhóndiga de Granaditas".

Gracias a la bioarqueología, se determinó que las perforaciones en la parte superior del cráneo no fueron causadas por balas, sino por gotas de agua que cayeron sobre la cabeza, que estuvo expuesta durante diez años. "De esta manera, se pudo confirmar que, efectivamente, se trataba de los restos de Miguel Hidalgo".

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En cuanto a Vicente Guerrero, se sabía que había sufrido una herida grave en batalla, pero no se conocía su naturaleza. Los estudios revelaron que Guerrero se protegió de un ataque cubriéndose la cabeza con su brazo derecho. Al recibir el golpe en la espalda izquierda, sufrió la fractura de cuatro costillas, que sanaron de manera deficiente. Los médicos improvisaron una cura en el campo de batalla, doblando su brazo para intentar colocarlo en su lugar.

Según Talavera, en una carta que Guerrero envió a Bustamante, mencionó que las lesiones eran tan severas que no comprendía cómo seguía con vida. "Por eso, muchos retratos muestran a Guerrero con la mano en el pecho, al estilo de Napoleón, ya que no podía extender su brazo. Este es un dato inédito de la investigación".

Los expertos con los huesos de Vicente Guerrero.

Los expertos con los huesos de Vicente Guerrero.

Otro mito que desmontó la investigación bioarqueológica es el supuesto envenenamiento de Nicolás Bravo, según el cual Antonio López de Santa Anna habría ordenado su muerte. No obstante, el equipo de trabajo de Talavera sostiene la hipótesis de que el propio Bravo solicitó una muerte asistida, ya que sufría de diabetes y sífilis. Para tratar la sífilis, utilizaba nitrato de plata, un procedimiento común antes del descubrimiento de la penicilina, que provocaba una cauterización química.

El sufrimiento de Bravo era tan grande que pidió a su médico que pusiera fin a su vida. "La sífilis ataca músculos, piel y huesos, provocando un dolor intenso. Si, además, era diabético, su malestar debió ser tan severo que, hipotéticamente, le pidió a su médico que terminara con su vida. Curiosamente, él y su esposa murieron el mismo día y en el mismo lugar, con apenas unas horas de diferencia".

El complejo viaje de los primeros insurgentes

Los primeros ocho insurgentes (Hidalgo, Allende, Aldama, Jiménez, Morelos, Mina, Moreno y Rosales) fueron considerados traidores a la corona española y sepultados sin honores en distintos cementerios. No fue sino hasta 1823 cuando el Congreso decretó su solemne desagravio. Con la ayuda de los sepultureros, trasladaron sus cuerpos a la Catedral Metropolitana.

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Años después, en 1895, el sindicato de la Gran Familia Modelo organizó una colecta para construir dos urnas, una de metal y otra de madera con terciopelo verde, para depositar los restos de los próceres, que estaban en un féretro; pero el procedimiento no se realizó con los cuidados adecuados. "Había huesos de Hidalgo, Allende, Aldama... de todos, revueltos", explica Talavera.

Los restos de los próceres fueron trasladados una vez más en 1925, cuando el presidente Plutarco Elías Calles ordenó sacarlos de la Catedral Metropolitana y llevarlos a la Columna de la Independencia, un lugar que no estaba diseñado como osario.

En 2009, aunque no se realizó un estudio genético por el escaso tiempo de dos meses y medio para el análisis, se separaron, midieron y estudiaron los huesos. "Quizá para el tricentenario de la Independencia se pueda hacer un trabajo más detallado", concluyó Talavera.

Cartelera de El Colegio Nacional.

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