Cultura

"La identidad múltiple" (fragmento) de Luis Villoro

En el marco del centenario de nacimiento de Luis Villoro (1922-2014), El Colegio Nacional, en colaboración con la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, editó el libro Identidad múltiple, volumen que reúne doce escritos inéditos del filósofo. Para continuar con los homenajes a quien fuera miembro de El Colegio Nacional, compartimos con los lectores de Crónica un fragmento de esta entrega póstuma.

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La cultura en los países de América Latina no es una sino múltiple. Antes de su conquista por los europeos, América era la sede de diversas culturas, algunas muy alejadas entre sí. Entre las tribus nómadas cazadoras y los grandes Estados teocráticos había enormes diferencias, no menos que entre las culturas mesoamericanas y las andinas. La civilización de la península ibérica, por su parte, en el siglo XVI, era resultado de la conjunción de varias corrientes culturales que aún dejaban sentir sus huellas. América Latina ha sido un crisol donde se han mezclado las más diversas culturas. No podemos, por lo tanto, hablar de la cultura latinoamericana. Tenemos que circunscribir nuestro objeto. Hablaremos de la cultura hegemónica ligada a la formación de las distintas naciones. Se trata de una forma de cultura entre otras; sus agentes son las élites culturales; su causa y a la vez su efecto es el Estado-nación.

Otra delimitación: aunque no aparte la mirada del conjunto de las naciones que compusieron la América Latina, me ocuparé con preferencia de México, por ser la que conozco mejor. Si queremos destacar un rasgo característico que fuera común a las distintas culturas nacionales, podríamos fijarnos en uno: la búsqueda de una identidad colectiva. Las culturas latinoamericanas comparten este rasgo con otras culturas nacionales, en las cuales existe la conciencia de su dependencia de culturas extranjeras: es el caso de los países que sufrieron colonización, ante todo, como varios países de África y Asia, pero también de naciones que, en un momento determinado, se percataron de su situación marginada, como sucedió en España o en Rusia en el siglo XIX.

La identidad colectiva es una noción vaga. En términos generales podríamos definirla como la imagen con que un pueblo se identifica para dar unidad y permanencia a su vida colectiva. Sería lo que un sujeto se representa cuando se reconoce a sí mismo o reconoce a otra persona como miembro de ese pueblo. Se trata de ciertos rasgos culturales que constituyen una representación compartida por la mayoría de los miembros de un pueblo, que constituiría un “sí mismo” (Selbs, self) colectivo. Estos rasgos consisten en un modo de sentir, comprender, expresar y actuar en el mundo, que se manifiesta en los elementos objetivos de una cultura.

En los países de culturas dependientes, hay la tendencia a verse a sí mismos como creen que se les ve desde la cultura dominante. Frente a la mirada ajena es indispensable entonces forjar una representación de nosotros mismos que nos asegure nuestro verdadero valor. El encuentro de una identidad establecería la singularidad de un pueblo y, a la vez, dotaría de sentido a su continuidad histórica, al verla a la luz de la imagen que podemos reconocer como propia.

La búsqueda de la identidad cultural es, en ocasiones, una actividad propositiva y consciente de una élite intelectual, pero las más de las veces no se manifiesta como un fin expresamente querido. Si las creaciones culturales son auténticas expresarán, aun de manera inconsciente, necesidades propias de una sociedad y mostrarán el rostro que se quiere verdadero, en oposición al que aparece ante la mirada de la cultura ajena dominante; entonces podremos reconocer en esas creaciones una identidad cultural.

En la búsqueda de la identidad se entreveran tres factores:

1. La tradición, es decir, el conjunto de creencias, valoraciones, formas de vida, instituciones heredadas del pasado. No es la perpetuación de un legado fijo, sino la transmisión de un estilo de vida. Puede ser asumido como identidad propia, pero también modificado o negado según los fines que se elijan. Es así susceptible de variadas interpretaciones y valoraciones.

2. La situación histórica: por una parte, las distintas manifestaciones culturales que de hecho se expresan en un momento dado; por otra parte, las necesidades colectivas que tratan de satisfacer, así sea parcialmente, esas manifestaciones culturales. La situación está imbuida de tradición, pero puede desviarse de ella según las circunstancias que generan necesidades nuevas.

3. El proyecto elegido, esto es, los fines y valores deseados, que configuran una imagen ideal, orientan la manera de ver la realidad y de actuar sobre ella.

(“La búsqueda de la identidad cultural latinoamericana”. Este trabajo fue presentado en el Tercer Congreso Internacional de Filosofía Intercultural, realizado en Aachen, Alemania, en noviembre de 1999).

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