Cultura

José Clemente Orozco, una semblanza

En conmemoración de su aniversario luctuoso, El Colegio Nacional nos comparte esta semblanza de uno de sus miembros fundadores

El Che Guevara
El pintor y muralista José Clemente Orozco. El pintor y muralista José Clemente Orozco. (ECN)

El pasado 7 de septiembre se conmemoraron 75 años del fallecimiento de José Clemente Orozco, reconocido como uno de los más grandes muralistas y pintores de México, junto con Diego Rivera y David Alfaro Siqueiros. Los tres fueron considerados humanistas e intelectuales que usaron sus obras para expresar su visión del entorno social. A Orozco se le consideró rebelde y auténtico. Compartimos con los lectores de Crónica una breve semblanza del pintor, miembro fundador de El Colegio Nacional.

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José Clemente Ángel Orozco Flores nació en Zapotlán el Grande (actual Ciudad Guzmán), Jalisco en 1883. Durante su infancia, su familia se desplazó a Guadalajara y, años después, en 1890, se mudaron a la Ciudad de México. Siendo niño conoció a José Guadalupe Posada, el célebre grabador, ilustrador y caricaturista mexicano, quien fue su primera inspiración. En la primaria asistió a clases de dibujo en la Academia de San Carlos. Años después, decidió estudiar la carrera de agricultura en San Jacinto, pero solo duro 3 años, ya que descubrió que su verdadera pasión era la pintura.

La familia de Orozco enfrentó problemas económicos, así que él mismo financió sus estudios en la Academia trabajando en un taller gráfico del periódico El Imparcial. Sus primeros dibujos consistían en levantamientos topográficos y planos. Después de la pérdida de su mano izquierda, Orozco trabajó con el arquitecto Carlos Herrera.

Para Orozco, la caricatura se elaboraba con la técnica fotomecánica, siguiendo la tradición de Posada. Sus trabajos fueron publicados en diversos periódicos como El Malora, La Vanguardia, El Machete, L'ABC, El Ahuizote, El Mundo Ilustrado, Frivolidades, Lo de Menos, Panchito, Ojo Parado, México y El Heraldo de México. Su trabajo no fue valorado adecuadamente, ya que se publicaba en periódicos populares que utilizaban un tono vulgar e inapropiado, y el género no estaba considerado como arte en ese momento.

En 1916, Orozco presentó su primera exposición individual en la Liberia Biblos, donde también realizo varias caricaturas para El Hijo de Ahuizote. Asimismo, formó parte del grupo de ilustradores que se consideraban vanguardistas. Su obra en esta época retrata algunas escenas de la Revolución mexicana. En 1917 viajó a Estados Unidos, a su regreso a México, pintó cuadros como “Soldaderas”, “Combate” y el retrato de su madre. En 1925 pintó un mural en la Casa de los Azulejos al que nombró Omnisciencia y, al año siguiente, pintó en escenas de la Revolución en Escuela Industrial de Orizaba.

OROZCO EN LA GRAN MANZANA

Desde 1927 hasta 1934, vivió en Nueva York, Estados Unidos. En 1930 pintó murales en dos edificios importantes, el Fray Hall de Pamona College en Claremont, California, donde se encuentra su mural “Prometeo”, y en New School For Social Research de Nueva York. En esta última pintó varios murales que representan la fraternidad, el ideal de la revolución universal, el trabajo, las artes y las ciencias. En 1932 a 1934, pintó la Biblioteca Baker de Dartmouth College, donde se observan muchos ideales de las culturas prehispánicas mexicanas como la aparición de Quetzalcóatl, la cultura del maíz, la conquista y la evangelización, así miso, aborda la ciencia, el sacrificio humano y moderno.

Los sucesos trágicos de la Revolución mexicana son temas recurrentes en la obra de Orozco, así como conceptos como el dramatismo, la desigualdad y la rabia que provenía del pueblo. Estos conceptos comenzaron a formarse en él desde una edad temprana, cuando asistía a clases en la Academia de San Carlos, donde recibió instrucción de Julio Rubio, quien era un importante representante del simbolismo gráfico en México. Gracias a él, Orozco comprendió los aspectos intelectuales de la creación artística, asimilando una formación humanista y un entendimiento que combinaba la decoración renacentista.

ENTRE MÉXICO Y NUEVA YORK

Desde 1936 a 1939, trabajó en Guadalajara, en el Paraninfo de Universidad, donde pintó los muros del foro. En esta obra quiso representa al pueblo y a sus lideres al fondo. Destacó alegorías al desamparo y a la Revolución. También incluyó un gran retrato de Miguel Hidalgo. En el Hospicio Cabañas realizó 40 frescos, en los que desarrolló temas sobre la fisonomía histórica de México, la inspiración heroica y religiosas de la conquista, el mundo sanguinario indígena, los signos tutelares de la ciudad y las fuerzas de la amenazan, la dictadura y la demagogia.

Tras culminar su trabajo en el Hospicio Cabañas, en 1937, el Colegio de San Idelfonso, le encomendó realizar varios murales. Este recinto tiene la mayor cantidad de obras de Orozco. Sus creaciones están influencias humanistas y academista, como se puede ver en “Los dones del hombre recibe de la naturaleza”, donde se aprecian subtemas como la virginidad, la juventud, la gracia, la belleza, la inteligencia, el genio y la fuerza. Su composición secundaria “Adolescencia”, refleja un proyecto ambicioso pues al principio Orozco quería revistar por completo los muros del colegio. Sin embargo, debido a situaciones políticas y sociales tuvo que modificar su proyecto. A pesar de esto cambios, su obra continúo transmitiendo sus ideales como las posturas indigenistas y la negación del pasado, ya que para algunos el mestizaje y el indigenismo representaba la semilla de lo malo para el progreso de la nación.

En 1940, decoró la Biblioteca Gabino Ortiz de Jiquilpan, donde plasmó el mural “La alegoría de la mexicanidad”, donde represento a una mujer que cabalga sobre un tigre, en un camino erizados de espinas. Después, viajó a Nueva York y en el Museo de Arte Moderno pintó su obra “Dive Bomber”, que terminó dividiendo en 6 partes móviles. Al mismo tiempo, comenzó a trabajar los frescos de la Suprema Corte de Justiciade la Nación, los cuales termino en 1941. Entre 1942 a 1944, decoró de la iglesia del Hospital de Jesús, en la ciudad de México, donde pinto los muros del coro y de la bóveda representando la divinidad y el demonio. En 1943, Orozco fue uno de los miembros fundadores de El Colegio Nacional.

En 1947, Mario Pani, le dio la oportunidad de realizar una obra en el recién terminado edificio de la Escuela Nacional de Maestros. Orozco eligió el muro del gran teatro al aire libre, donde proyectó una alegoría nacional con formas geométricas, líticas y metálicas. Sus últimos años de producción fueron entre 1948 y 1949, en la Sala de la Reforma del Museo Nacional de Historia, en el Castillo de Chapultepec, donde hizo un tablero a Juárez redivivo un monumental retrato del Benemérito de las Américas, situado entre figuras de republicanos que pisan el cadáver de Maximiliano. Pintó media cúpula de la Cámara de Diputados de Jalisco, el mural en la sala de conciertos del Conservatorio Nacional y la Unidad Multifamiliar Benito Juárez, ambos en la Ciudad de México. Falleció el 7 de septiembre de 1949, en la Ciudad de México.

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