Una tripulación que no sabe navegar va a la caza de un bicho que nadie sabe dónde está, no es una tripulación de marineros, es un excéntrico grupo donde hay un banquero, un abogado, un castor y un cocinero, todos ellos van tras las pistas desconocidas de Snark. Esta historia escrita en verso hace 150 años por Lewis Carroll, “La caza del Snark”, ahora es traducida e ilustrada por Juan Gedovius.
“Este poema sobre la cacería de un bicho inconcebible es un viaje imposible de una tripulación improbable. Carroll tomó muchos elementos y algunos personajes prestados de textos anteriores, sobre todo de Alicia a través del espejo. Es un poema sin sentido e inaugura la corriente del nonsense”, expresa el ilustrador.
El autor señala que su fascinación por los bichos y monstruos llegó en un momento oportuno ya que anteriormente no se sentía listo para hacer, por ejemplo, "Jabberwocky", otro poema de Lewis Carroll.
“Ahora era el momento, casi después de 90 libros publicados algo he aprendido en el camino y nuevamente ahí está la suficiente experiencia, la necedad y las ganas para treparme a Carroll que nunca es fácil por su manera de escribir y que hoy es una escritura separada en tiempo y espacio, de hace 150 años del otro lado del Atlántico”, expresa.
Cuando uno empieza a desmenuzar sus textos aparece el sinsentido, el jugar con el absurdo y la invención de palabras; Carroll nunca es sencillo, añade Gedovius.
¿Cómo resolviste la traducción de las palabras inventadas?
Esta obra tiene una complicación: ser un poema, y por lo tanto está rimado, tiene cierta métrica, pero los ingleses y mexicanos rimamos de manera diferente. Encontré varias traducciones, pero ninguna me satisfacía porque no se entendía el disparate. El disparate funciona siempre y cuando tenga una gramática de la fantasía, que sea absurdo en el punto en el que te ríes y no en el punto donde no le entiendes.
El texto es extraño, las palabras que usa son viejas, Carroll nos da una pequeña radiografía de lo que fue Inglaterra en el siglo XIX pero aderezada con su propia fantasía, entornos fuera de sentido y con un humor de estar jugando a lo absurdo, si eso no se traduce bien, se pierde fácilmente en aras de sólo rimarlo.
Gedovius especifica que rimar el nombre de personajes como Bandersnatch y Snark fue un reto.
“No son palabras que en español rimen con algo, hay que ser especialmente astuto para ver cómo acomodas las rimas, para llegar al punto donde quedas a gusto con el texto, donde se entiende el disparate que es disparatado pero que tiene un sentido porque estás contando una historia”.
El ilustrador platica que en algunas traducciones se encontró la idea de que Snark es una palabra maletín, es decir, dos palabras que no tienen cabida juntas y que al unirse crean un concepto.
“Es lo que hoy llamaríamos jitanjáfora, por ejemplo, decir es una luna dienticonejuna, la palabra no existe pero se entiende perfectamente”, indica.
Se especula que Snark era un contracto de serpiente (snake) y tiburón (shark) en inglés, otros dicen que de caracol (snail) y tiburón (shark), entonces hay traducciones en español que le llaman el caracualo, de caracol y de escualo, indica Gedovius.
Sobre los humanos que aparecen en el poema, el autor detalla que es una tripulación donde un panadero no sabe hacer pan, un carnicero que sólo sabe destripar castores, un castor que se dedica al tejido y que salvó a toda la tripulación pero no saben cómo, un banquero y un marcador de billar.
El autor tomó vestimentas y maneras de la época para darle rostro a los personajes. “Los marcadores de billar, oficio que hoy nos resulta extraño, en su mayoría eran de Irlanda entonces lo puse pelirrojo, esto es parte de las cosas que le dan sustancia al texto, no son marineros y están vestidos como victorianos propios de cada uno de sus oficios”, narra.
Juan Gedovius, un todólogo
El libro “La caza del Snark”, editado por Alfaguara, fue para Gedovius un momento de placer.
“Algo que me encanta de ser autor, es que uno se convierte en historiador, investigador, vestuarista, todólogo y odontólogo de criaturas míticas”, señala.
Sólo hubo una cosa que no pudo traducir porque no había manera. “Los personajes que son humanos comienzan con B, Bellman, Boots, Billiard-maker…Carroll juega hasta con esa parte. Todo el poema es un disparate. Aunque hoy si prendes la televisión, uno se da cuenta que Carroll ya no es tan disparata
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