Cultura

Lídia Jorge: “En la vejez aflora la resistencia humana, se revive y se vale ser egoísta”

La escritora habla de su reciente novela “Misericordia”, que está dedicada a su madre. “Ella me pidió escribiera un libro para que la gente tenga compasión hacia los mayores cuando ya no pueden moverse por sí mismos”, agrega

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La soledad es importante porque hay una parte de nosotros que verdaderamente es solitaria: el nacer y el morir, dice Lídia Jorge.

La soledad es importante porque hay una parte de nosotros que verdaderamente es solitaria: el nacer y el morir, dice Lídia Jorge.

Reyna Paz Avendaño

En la vejez aflora la resistencia humana, la esperanza es esencial, se puede revivir el juego como camaradería y se vale ser egoísta, es decir, hacer todo aquello que uno mismo no se permitió. Esas son algunas ideas que expresa en entrevista la autora portuguesa Lídia Jorge (Boliquieme, 1946) en entrevista con Crónica a propósito de su participación en la Feria Internacional del Libro (FIL) de Guadalajara.

La Premio Jean Monnet de Literatura Europea (2000) y Premio FIL de Literatura en Lenguas Romances (2020), que inaugurará la Cátedra Latinoamericana Julio Cortázar este lunes 27 de noviembre en Paraninfo Enrique Díaz de León, Universidad de Guadalajara, platicó sobre su reciente novela “Misericordia”.

Dicha novela está dedicada a su madre que falleció durante pandemia, ahí narra la vida de Alberti, una adulta mayor que vive en el asilo Hotel Paraíso junto con otros adultos mayores, siempre esperando la visita o llamada de su hija escritora.

“Cuidé a mi madre durante tres años, después me fue imposible, ya no era capaz y ella decidió ir a una casa de descanso para aligerar mi vida, para ayudarme. La casa se llama Santa Casa de la Misericordia y cuando entró empezó a pedir que escribiera un libro con el título de misericordia, pero era un título tan raro, tan solemne, tan grandioso que era una cosa imposible para mí y no la escuché”, comenta.

El 8 de marzo de 2020, Lídia Jorge recibió una llamada, era su madre quien le volvió a pedir escribir un libro llamado Misericordia para que la gente tenga compasión hacia los mayores cuando éstos ya no pueden moverse por sí mismos.

“No hice caso, pero cuando inició de la pandemia y cerraron las puertas de la estancia, mi madre quedó infectada, no la vi más, 40 días después se fue, entonces para mí ha sido una especie de pedido último, no podría negarme pero era muy difícil escribir ‘Misericordia’”, narra.

Ese bloqueo terminó cuando le llevaron los objetos que su madre conservaba. “Me tocó el corazón porque era un pequeño saquito con pequeñitos papeles donde escribía palabras, ella siempre había escrito su diario, pero no podía soportar en sus manos un cuaderno por el peso, entonces escribía en pequeños papeles. Lo otro que me dieron fueron sus pendientes, su collar y su anillo, comprendí que mi madre guardaba elementos de su lucha por la belleza y su memoria, escribir sobre su vida”.

Jorge agrega: “eso me ha dado la idea de cómo escribir este libro que trata de la resistencia humana, la esperanza y del deseo de existir”.

¿En la vejez hay un hartazgo de la tragedia?

Hay un momento en que Alberti nos es capaz de enfrentar la violencia porque es tanto el desarrollo negativo del mundo que dice ‘no, no soporto más’; pero un día llega la pandemia y la hace despertar de nuevo, se pregunta lo que ocurre, si eso es el final del mundo y ella ansía ver lo que ocurrirá.

Su curiosidad por la vida llega de nuevo, su corazón late con el mundo entero que está pasando por una tragedia, no sabe la dimensión y lo vive intensamente. Hasta el final ella quiere vivir lo que está ocurriendo porque es curiosa, no quiere morir para ser un testimonio del cambio del mundo.

-¿Somos cuerpos que acumulan dolores?

Sí, pero las personas no somos iguales, hay quienes tienen un espíritu muy fuerte, más fuerte que el dolor y es el caso de Alberti que no quería ir al médico, no quería hablar de sus dolores, no se quejaba, su espíritu de rebeldía y fraternidad era más grande que todo.

Es una injusticia que uno nace para sentirse feliz y para sentir que vuela sobre la Tierra, pero después la vejez demuestra que hay una decadencia y que el cuerpo no es tan fuerte y aunque nuestro espíritu lo sea a veces es atrapado por el dolor.

Hay personas que hasta el final tienen una filosofía de vida tan fuerte que son superiores al dolor, le hablan de frente al dolor, lo tutean y se cuestionan: ¿qué soy yo?, ¿qué pienso? y ¿por qué estoy atrapada por mi cuerpo?

-Cuando la muerte acecha, ¿se vale ser egoísta?

Se vale, sí, es una madre que ha dado todo y que ahora quiere ser niña de nuevo, si pasó por su vida, construyó el mundo, dejó su rastro, puede serlo (egoísta), me parece que es justo.

Por eso es tan importante que la gente que labora en las estancias para adultos mayores tenga vocación para comprender que en la vejez se es más lento, que necesita cariño, necesita atención, que hay otra gramática de la vida. Que se entienda que es una etapa de la vida que merece respeto y cuidado.

-Se suele comparar a los adultos mayores con los niños, ¿comparten la ilusión del amor, de crear un grupo y hacer travesuras, y tener curiosidad?

Eso es positivo, más que la niñez, significa que uno regresa a la adolescencia, los mayores vuelven a hacer adolescentes, se preguntan ¿para qué sirve mi vida? El joven piensa que no muere, no admite la muerte, no admite su cerebro que la vida termine.

Los adolescentes se preguntan ¿quién soy?, ¿para qué sirvo?, ¿para qué serviré?; y los adultos preguntan ¿para qué he servido? Son preguntas que no tienen una respuesta clara, pero los sentimientos grupales son fundamentales, pero también tocar las manos, ser parte de un grupo, el juego para tener la narrativa en conjunto.

- Al escribir esta novela, ¿cambió su percepción de la soledad?

Sí, hay libros que nos transforman por dentro. La soledad es importante porque hay una parte de nosotros que verdaderamente es solitaria: el nacer y el morir. Hay una frase de José Lezama Lima que dice: el mismo grito que se da al nacer, es el mismo grito que se da al morir.

Estamos solos con el cuerpo, hay que comprender eso. Dialogar con uno mismo es un ejercicio fundamental que nos da la dignidad humana. Aprender a estar solo es importante y lo es tanto que nos enseña a estar en conjunto, sabemos que el otro también está solo, eso nos da misericordia, pero también alegría.

Ser mayor es la continuación de ser gente sobre la tierra, un animal que se niega a ser animal porque es un animal de memoria y belleza, eso es lo que nos hace ser diferentes. El arte dice que no soy animal y quiero transformar el mundo, a diferencia de otras especies.

Así como Alberti le sugiere a su hija cambios en sus libros, ¿algún familiar le ha hecho observaciones?

Claro, ésa es la prueba de un combate real porque hay un momento en que la gente dice: ¿por qué no eres tan célebre como otros autores que han ganado el Nobel?, la familia dice: ¿por qué no has escrito aún el libro que va a estar en todos los escaparates del mundo?

Evidentemente las personas no comprenden que una cosa es la carrera y otra es el camino; para mí el camino es más importante, la carrera existe al margen del camino, pero el camino interior, ese que hace con lo que la vida nos da, esa seriedad de la narrativa es lo más importante.

Lídia Jorge también participará el martes 28 de noviembre, de 18:00 a 19:20 horas, en el Salón 1, de Expo Guadalajara, con la charla “Las palabras como instrumento de tolerancia y de apertura”