“El dolor psíquico debe ser el más grande del mundo”, dice la novelista y periodista Rosa Montero Gayo, quien desde pequeña notaba que algo dentro de su cabeza funcionaba diferente a la normatividad. Comenzó a tener ataques de pánico a los 16 años y desde entonces se ha preguntado sobre la salud mental, los límites entre lo real y lo ficticio, y la locura.
Tras una larga búsqueda, considera que su reciente publicación “El peligro de estar cuerda” (Seix Barral, 2022) es el libro de su vida, en el que ha logrado llegar a respuestas con las que se siente satisfecha.
“¿Qué pasa con una cabeza que está constantemente llena de imágenes e historias que nacen solas? Como la mayoría de los novelistas, empezaba a escribir de niña, dedicando las mejores horas de mi vida a inventar mentiras, que es una actividad sumamente estrafalaria. No puedes menos que preguntarte qué te lleva a dedicar tu vida a inventar mentiras”, expresa la autora, en rueda de prensa.
Relata que hace cuatro años, mientras terminaba otra novela, decidió entrar de lleno en esta indagación.
Su investigación viene de libros de neurología – los cuales han dado un salto gigante en los últimos 15 años gracias a los avances tecnológicos que permiten diagnosticar con imágenes-, psicología y biografías de otros escritores, así como un trabajo de exploración personal profundo, construido sobre preguntas tan persecutorias como embelesadoras: ¿qué me pasa en la cabeza? ¿Qué sucede en la cabeza cuando tienes un trastorno mental?
“Lo alucinante es que me las he respondido. Después de toda mi vida devanando esa rueca misteriosa de estas ideas, de repente he llegado a una epifanía, conclusiones y respuestas que me son suficientes”.
MUERTE, LOCURA Y MIEDO.
Rosa explica que al plantearse la relación entre realidad, ficción y locura uno se plantea también el sentido de la vida y cómo acostumbrarnos a morir. “¿Cómo puedes soportar el sinsentido de la muerte? El miedo a la muerte es uno de los grandes motores que están detrás del trastorno mental y los trastornos de pánico que yo he tenido”.
En tanto que existencialista, señala que con este libro ha dado un paso más hacia la aceptación de la vida en todo su “temblor y falta de fiabilidad” y destaca que la pandemia ha disparado la conversación en torno a los temas relacionados con la “locura”, al mismo tiempo que ha contribuido al empeoramiento de la salud mental.
“Lo que llamamos locura es, sobre todo, una soledad de un calibre que si no has estado ahí no sabes qué es. Es una soledad absoluta, como si te salieras de la especie humana. Por eso es inefable y no lo puedes transmitir. Te crees que has perdido la palabra con la que te puedes unir y si a esa soledad tremenda le añades la soledad impuesta por la sociedad que estigmatiza a las personas con trastornos mentales… los pierdes para siempre”.
Opina que el miedo a la locura es incluso peor que el miedo a la muerte, porque al menos podemos pensar que la muerte nos pasa a todos y por lo tanto no puede ser tan terrible, “pero la locura es engañosa, cuando te da un ataque de locura y sales de la convención de la realidad crees que estas solo y que no le ha pasado a nadie. Esa soledad absoluta es mucho más angustiosa que el miedo a la muerte”.
P: ¿Qué función cumplió para ti la escritura?
R: “La escritura no cumplía ninguna función en apariencia. Yo no sentía que me sirviera de nada en el momento. Lo interesante es que los ataques de pánico dejaron de darme a partir de los 30 años. Me preguntaba por qué. Yo creo que hay una relación directa con la publicación de la ficción.
Yo escribía y publicaba como periodista desde los 19 años, escribía como narradora desde los 5 o 6 años y siempre lo he hecho, aunque no he publicado hasta los 28, pero no es suficiente: la fórmula salvadora es escribir ficción y publicarla, que te lea alguien y te diga yo esto lo entiendo, me siento como tú, veo el mundo como tú y me emociono con las cosas que te emocionan a ti.
Esa cosa tan rara que hacemos los narradores de sentarnos en una esquina de nuestra casa por dos o tres años a inventar un señor chino que no existe, con un traje que no existe, sentado en una mesa con un tablero que no existe… es muy parecido a un delirio.
“Hay psiquiatras que dicen que la creación es una especie de delirio controlado. Si al cabo de tiempo lo sacas y no encuentras un Otro, al otro lado, que te diga que siente contigo, entonces se convierte en el delirio del loco que te aísla, la ruptura nuevamente de la narrativa común… pero si hay alguien, te meten en la vida y te cosen a ella. Te da la posibilidad de ser uno más con los otros”.
Rosa Montero Gayo
Estudió Periodismo y Psicología. En 2017 recibió el Premio Nacional de las Letras. Su trayectoria ha sido reconocida, entre otros, con el Premio Nacional de Periodismo, el Rodríguez Santamaría y el Premio de Periodismo El Mundo. Es autora de una prolífica obra que ha sido traducida a más de 20 idiomas. Actualmente colabora en el diario El País.
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