Cultura

La lucha de Independencia fue muy destructiva, pero necesaria: Carlos Herrejón

El doctor en historia presenta la reedición de su libro “Hidalgo, maestro, párroco e insurgente”, el cual contiene precisiones que enriquecen el volumen

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El historiador Carlos Herrejón Peredo. El historiador Carlos Herrejón Peredo. (La Crónica de Hoy)

En la nueva edición de “Hidalgo, maestro, párroco e insurgente” (Debate, 2022), su autor Carlos Herrejón Peredo hace algunas precisiones.

“Se conserva gran parte del material. Hubo algunos cambios, correcciones. Por ejemplo, de la ruta de Hidalgo hubo necesidad de rectificar un lugar por donde no había pasado y finalmente me llegó el documento de que sí había pasado”, comenta el escritor e historiador.

En entrevista, Herrejón puntualiza que se trata de una rectificación importante porque existe una tradición oral que relata esta parte de la historia, pero faltaba la documentación del paso de Hidalgo prisionero hacia Chihuahua.

También, en relación a la prisión de Hidalgo y compañeros en Acatita de Baján se tiene ahora conocimiento de un expediente interesante, que envió el cura de esa ciudad a la capital (Ciudad de México), donde le pedían que describiera los sucesos de insurgencia.

“Él hace una relación muy detallada con la aprensión de Hidalgo. Ya sabíamos muchas cosas, pero con esto se perfila más detalle”.

“Y también está la cuestión de los hijos de Hidalgo, que ya había yo señalado que era bastante dudoso, en el caso de algunos de ellos”, continúa. “Finalmente, un buen genealogista de la UNAM descubrió que la mayor parte de los hijos que se le atribuyen a Hidalgo no lo son”.

Agrega que Hidalgo sí tuvo 2 hijas, de las cuales una se murió. De la que sobrevivió sí hubo descendencia, pero la mayoría de las personas que se han proclamado familiares de Hidalgo, en realidad son personas que se valieron de su apellido para buscar pensión del gobierno del estado, bajo el falso supuesto de tener relación sanguínea con el prócer.

Entre “algunas otras cositas por allí” que se incluyen en esta edición, Herrejón destaca que vienen ilustraciones interesantes, con la intención de alcanzar nuevos públicos y renovar la investigación.

“El público también va cambiando y hay muchos que no tuvieron acceso, ni a la primera, ni a la segunda edición, porque ambas se agotaron”.

EL SIMBOLO.

En tanto que investigador especialista en la historia virreinal y guerra de Independencia en México, Carlos Herrejón considera que, más allá de precisiones históricas que pueden entrar a discusión, Hidalgo es el símbolo de la independencia.

“Aún cuando lo ejecutaron y el movimiento que él emprendió fue brevísimo, la campaña de unos meses nada más. Sin embargo, alcanzó para incendiar 11 años la Nueva España”, dice, con evidente admiración.

Para él, este aspecto es muy significativo, aunque el cura no alcanzó ver el fin del proyecto de independencia.

Concede que, por supuesto, el padre de la patria es una estatua de bronce en el sentido simbólico, pero eso no quiere decir que no tenga claroscuros. Los tiene, como todos los humanos. “Esos los tenemos más guardaditos, pero ahí están”.

El historiador relata que durante el proceso de Chihuahua, Hidalgo reconoció haber cometido excesos de los que se “arrepintió”. Entre otros, fue culpable de la aprensión y asesinato de civiles españoles, sin juicio.

“Los sacaban de sus casas y, luego, Hidalgo por presiones de lo que él mismo llama “la canalla” – varios prisioneros que había sacado indiscriminadamente de la cárcel- que pedían sangre autorizó el degüello de mas de 100 en Valladolid y más de 300 en Guadalajara”, se ríe el historiador, con ironía, por la gravedad del asunto.

“Estas cosa están en la historia, no podemos tapar el sol con un dedo, pero vamos a poner lo positivo: aunque la lucha de Independencia fue muy destructiva, fue necesaria”.

Por eso el menester de revisitar a este personaje, como insiste en hacerlo Carlos Herrejón, quien identifica muchos elementos históricos que distintos gobiernos han tratado de utilizar.

“Es común a todas las naciones del mundo que los gobiernos de turno traten de manejar, utilizar manipular -para bien o para mal- el pasado, porque es una manera de fomentar la identidad, unidad nacional y de justificar el gobierno en turno, independientemente del color que sea”.

“En concreto, ahorita, una de las cosas que interesan mucho a la 4T es el nacionalismo, en el sentido de que no se extraigan los recursos del país”, observa.

En ese sentido, Hidalgo provee una declaración, cuando responde a las acusaciones del fiscal de la Inquisición.

“Una respuesta no tan completa como la que da en Chihuahua, antes de ser ejecutado, pero en esa respuesta aprovecha al final para decir algo que no tenia que ver directamente ni con el fiscal ni con la inquisición: dice hagamos un congreso”.

Entre paréntesis, el autor de la biografía más extensa y completa de Miguel Hidalgo apunta que esta declaración es importante porque demuestra que la idea de Congreso es, originalmente, de Hidalgo. Después la retoma Morelos, etc.

“Y luego dice que en ese congreso estén representado pueblos, villas, comunidades de toda la nación y que ese congreso dicte leyes suaves, benéficas que destierren la pobreza y eviten la extracción de las riquezas de este precioso país”.

“Ahí hay materia para que el gobierno pueda seguir en esta veneración de Hidalgo y el aprovechamiento de estos perfiles”, añade Herrejón.

PROPUESTA INDEPENDENCIA.

Al igual que otros historiadores que se hacen el propósito de escudriñar con lupa las fallas y defectos de la insurgencia, Herrejón opina que no se puede ocultar esa parte de la historia.

“Hay que puntualizar las cosas y tener una visión más completa, insistiendo en que la independencia era necesaria y nadie se animaba a lanzarse. Muchos criollos querían incluso una independencia relativa, la llamada autonomía”, ahonda.

Explica que eso implicaba tener el reconocimiento del rey, “que formáramos parte de la monarquía”.

Allende y Rayón tuvieron esta idea. En cambio, Morelos e Hidalgo querían la independencia absoluta, aunque tuvieron que ceder, a veces, por estrategia.

“En aquella época mucha gente seguía con veneración al rey que estaba muy idealizado, era como un semidios”.

Además, las cédulas del rey eran las que amparaban la posesión de la tierra, las monedas que valían para comprar cosas, tenían la cara del rey. “Era normal que mucha gente estuviera de acuerdo”, indica Herrejón.

“Hidalgo no. Él quería independencia absoluta y hay muchos otros elementos que avalan esta propuesta, que vengo haciendo desde hace tiempo, con oposición de colegas historiadores”.

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