Cultura

Luis Fernando Lara: La IA y los correctores automáticos convierten  la lectura y la escritura en algo prescindible 

La enseñanza de la escritura y la lectura han tenido una deficiencia escandalosa en México de muchos años atrás, añadió

conferencia

Luis Fernando Lara, miembro de El Colegio Nacional.

Luis Fernando Lara, miembro de El Colegio Nacional.

Colnal

El predominio avasallador de los juegos de video, los correctores automáticos de texto, la facilidad para copiar y pegar palabras, oraciones o textos, y la nueva Inteligencia Artificial (IA), están convirtiendo la lectura y la escritura “en algo prescindible”, sostuvo el lingüista Luis Fernando Lara, miembro de El Colegio Nacional, al encabezar una sesión que devino en homenaje a la psicóloga y pedagoga Emilia Ferreiro, fallecida el 26 de agosto de 2023.

Con el título “Procesos cognoscitivos de la adquisición de la escritura y la lectura”, la conferencia realizada en el Aula Mayor de El Colegio Nacional contó con la participación de la especialista en investigaciones educativas Celia Díaz Argüero, del Instituto de Investigaciones Filológicas de la UNAM y con la doctora en lingüística Celia Zamudio, de la ENAH.

“Son dos los motivos para organizar esta conferencia acerca de los procesos cognoscitivos del aprendizaje de la lectura y la escritura: la preocupación por el grave estado de la educación en nuestro país y el homenaje que debemos a la memoria de Emilia Ferreiro, cuya contribución para comprender precisamente esos dos procesos, que van juntos, ha sido determinante para poder situar en su justo papel la escritura y la lectura en la casa y en la escuela”, dijo Lara.

El colegiado lamentó que con el predominio de las tecnologías “parecería que hay un nuevo lema: ‘Por mi humanidad hablarán los robots’, la humanidad obliterada, adiós a la inteligencia natural, adiós a la creatividad, adiós a la libertad de pensamiento”.

Luis Fernando Lara recordó que, junto con Ferreiro, concluyeron “que la enseñanza de la escritura y la lectura ha tenido una deficiencia escandalosa desde hace muchos años atrás”. Sobre todo, “cuando nos enteramos de que 4 de cada 10 alumnos de educación básica tiene dificultades para leer, que 8 de cada 10 estudiantes de secundaria no comprenden lo que leen, y que 4 de cada 10 de preparatoria tampoco, según la Comisión Nacional para la Mejora Continua de la Educación y las pruebas ENLACE y PISA”.

El problema, señaló, “no es culpa de los escolares mismos, sino de las maneras en que desde el jardín de niños y la primaria les enseñan sus maestros y, por supuesto, de las vías erróneas que reciben de la Secretaría de Educación Pública, a las que hay que agregar, actualmente, la confusión total de la lamentada Nueva Escuela Mexicana”.

El colegiado citó a la francesa Michèle Petit, en uno de los libros de la colección A la orilla del viento del Fondo de Cultura Económica, en el que se refiere a las palabras de una lingüista argelina, quien considera que “el sistema de enseñanza árabe que se aplica en Argelia, desde hace más de 30 años, no tiene más finalidad que empobrecer la lengua para intentar reducirla a una mera función instrumental”.

Aún más, continuó, “durante los cuatro primeros años de la escuela, los niños no escuchan ni leen texto alguno, se les condiciona a reflejos pavlovianos por medio de métodos audiovisuales del tipo pregunta-respuesta, no construyen nada por sí mismos, no tienen acceso al lenguaje, es decir, a la argumentación, al pensamiento”.

“Lo que ella investigó y probó acerca de los procesos de adquisición de la lectura y la escritura, y que dio origen a la escuela de pensamiento e investigación es, ante todo, la actividad inteligente del niño delante de la escritura. El niño como sujeto que conoce, no como objeto pasivo de un amaestramiento”.

Luis Fernando Lara abundó: “La obra de Emilia Ferreiro no da recetas de cómo introducir al niño a la escritura, esa es una tarea de la pedagogía, pero no puede haber una buena pedagogía sin una comprensión plena de las maneras en que el niño se enfrenta a la escritura, las ideas que le induce la observación de lo escrito y las estrategias que desarrolla para asimilar finalmente la escritura y la lectura. Una pedagogía que lo acompañe y que lo guíe en una adquisición inteligente, no una imposición pavloviana”.

El especialista resaltó las observaciones de la pedagoga que “demuestran cómo, si con la lengua se nombra el mundo, se nombran las emociones, se nombran las experiencias, con la escritura ese proceso se profundiza y pone en cuestión la relación entre las letras y las cosas. De ahí la problematización infantil, por ejemplo, del tamaño de las letras y el tamaño de las cosas: la escritura de la palabra elefante debe hacerse con letras grandes, mientras que la de la palabra hormiga debe escribirse con letras chiquitas”.

“La escritura se ve sometida a un juicio de veracidad, los niños se dejan seducir por la escritura y aún antes de que la escuela los trate de introducir a las letras, ellos ya comenzaron a buscar su lógica y quizá a percibir su magia. La instrumentalización de la escritura tiende a despegar esa capacidad infantil, a embotarla. Las investigaciones de Emilia Ferreiro y sus alumnos nos permiten conocer el papel que tiene la escritura en el desarrollo inteligente del niño y a sacar las consecuencias pedagógicas necesarias”, dijo.

¿Qué es leer y escribir?

La investigadora Celia Díaz Argüero lanzó la pregunta: ¿qué es leer y escribir? Dividió la respuesta atendiendo a dos aspectos relevantes para entender el proceso de adquisición: “El primero tiene que ver con el sistema de escritura y los componentes de la lengua escrita, de modo que aprender a leer y escribir es aprender una forma distinta del lenguaje, compuesta de signos gráficos que representan algunos aspectos del lenguaje oral y de otros signos que sólo operan o son exclusivos de lo escrito”.

“El segundo aspecto refiere a los conocimientos creados dentro de la cultura en relación con la lectura y la escritura, de modo que aprender a leer y escribir es aprender a entender y a usar un conjunto de formas distintas de expresión ligadas a las prácticas y géneros desarrollados en la cultura escrita”.

Díaz Argüero continuó: “¿Qué es el lenguaje escrito? Lo primero que debemos precisar es que no todo tiene que ver con la representación sonora. Pensemos en los signos básicos del sistema de escritura, las letras se relacionan con el lenguaje en diferentes niveles. Si bien mantienen correspondencias con los sonidos del lenguaje, también es cierto que la normatividad ortográfica opera en la selección de los signos, con finalidades distintas a la representación sonora”.

“Establece diferencias entre los significados, distinguiendo homófonos, por ejemplo, casa y caza, casa habitación y caza de cacería; baso, el órgano y vaso, el que tenemos al frente, preserva la morfología de las palabras, por ejemplo, escribimos con B grande todos los derivados de la palabra boca”, explicó.

Celia Zamudio agregó que, en un principio, las escrituras se plantearon representar el nombre de las cosas y ese proceso sucede también en el niño: “La creación histórica de los sistemas de escritura ha involucrado diversos problemas de representación y estos problemas se los plantea también el niño, las escrituras se plantearon en un inicio representar los nombres de las cosas”.

“Y entonces esta representación de los nombres empezó a enfrentar con ciertos problemas a los creadores de las escrituras, y era el problema de cómo vamos a representar tantos nombres y entonces empezaron allí a preguntarse por diversas soluciones. El niño se plantea la misma idea fundamental y es representar nombres. Y después, ¿cómo voy a ser para representar nombres distintos?, que es uno de los planteamientos históricos y el niño se los plantea”.

Zamudio agregó que más tarde “las escrituras tienen una centración en la representación sonora y la solución que dan para la representación sonora es tomar la sílaba como unidad sonora para ser representada, y esto es porque la sílaba es una unidad psicológicamente asequible desde muy temprano, desde los 3, 4, 5 años, los niños se percatan de las sílabas y pueden contar las sílabas”.

“No contar, sino repetir silábicamente una palabra y jugar con estas cosas, eso muestra qué tan temprano somos conscientes de este segmento sonoro, y ese segmento sonoro históricamente es el que dirige la representación fonográfica, la representación del sonido. Esto tiene que ver con las posibilidades de conocer la lengua que tiene el ser humano, la sílaba es psicológicamente asequible y es lo que perciben los humanos para crear las escrituras y es lo que percibe el niño cuando descubre que la escritura representa sonido y dice: ‘ah, pues son las sílabas’. Entonces, ante el mismo problema dan soluciones semejantes”.

“Pero no es que el niño repita paso a paso el proceso de creación de las escrituras, porque en las escrituras tenemos muchísimas maneras de representar las sílabas, no es una manera, son muchas. El niño no hace esas cosas, no va por todos esos procesos”, señaló.