Cultura

Margo Glantz: “A veces no se toma en cuenta, pero la familia es lo más importante”


La escritora rememora su infancia, a sus padres y cuando se autopublicó porque ninguna editorial la aceptaba

filco

Margo Glantz y Alberto Ruy Sànchez en la FILCO.

Margo Glantz y Alberto Ruy Sánchez, sentados, en la FILCO.

Tomás Chávez

Los recuerdos de su infancia, las entrevistas que les hizo a sus padres y el momento en que tuvo que autopublicarse porque ninguna editorial aceptaba sus textos, fueron las anécdotas que compartió la escritora Margo Glantz (Ciudad de México, 1930) durante el homenaje que le rindió la Feria Internacional del Libro en Coyoacán (FILCO).

El escritor y editor Alberto Ruy Sánchez abrió el conversatorio recordando que los padres de Glantz fueron ucranianos.

“Escribía en el Unomásuno una columna semanal y de repente fui al cementerio con mi mamá porque mataron a un primo político mío y al ir caminando rumbo al cementerio, mi madre recordó un episodio muy terrible: cuando yo tenía nueve años mi padre fue objeto de un linchamiento por ser judío”, narró.

La autora de El rastro y Saña contó que afortunadamente su padre entró a un comercio que tenían en la calle 16 de septiembre, en el Centro Histórico de la Ciudad de México, y quien le ayudó fue el hermano de Siqueiros.

“Era un gigante y fue el salvador de mi padre; alcanzó a recibir pedradas y cuando regresó a casa tenía la frente ensangrentada, mi madre y yo nos acordamos de ese momento y decidí que iba a publicar ese relato”, indicó.

Margo Glantz siguió su relato: mi padre me contó su versión de ese mismo acontecimiento que fue muy terrible, porque era el principio del nazismo, el principio de un mundo que no imaginábamos que iba a poder ser posible, el principio de una industria de la muerte como dijo Heidegger.

“Para mí fue algo decisivo el problema del linchamiento probable de mi padre, el antisemitismo brutal que había en ese momento y que ahora está resurgiendo de manera brutal y de una manera muy peculiar porque hay demasiadas cosas en el mundo que exigiría que hubiese revueltas contra situaciones muy terribles”, afirmó.

Algunos ejemplos que dio la autora fueron: la guerra de Putin en Ucrania, las decisiones del presidente en Siria y la prohibición a la educación que tienen las mujeres en Afganistán aunque los talibanes mandan a sus hijas a escuelas en París.

“Decidí hacer entrevistas semanales a mis padres, transcribirlas y publicarlas en el Unomásuno, eso lo hice durante 72 semanas y logré hacer una vida de mis padres que no conocía, no sabía cómo habían vivido sus infancias, cómo era la tierra donde nacieron, cómo eran las estepas de las que hablaba mi padre, cómo eran las ciudades rusas como era Odesa donde mi madre vivió toda su vida”, expresó.

La compilación de esas anécdotas también quedó plasmada en su libro Las genealogías, pero antes de publicar el libro, la autora decidió ir a Ucrania y a Rusia a saber cómo había sido el país donde sus padres pasaron su infancia y juventud.

“Ellos llegaron a México a los 25 años. Mi padre era hijo de un campesino y cuando no había labor de campo se dedicaba a hacer vidriero, mi abuela era ama de casa y tuvo siete hijos de los cuales, cuatro emigraron a los Estados Unidos muy pronto. Mi padre nació en 1902, muchos de sus hermanos decidieron emigrar a Filadelfia, sólo mi papá y dos hermanos se quedaron en la Unión Soviética”, dijo.

Glantz platicó que su papá deambuló por toda Ucrania y llegó a Odessa, donde encontró a su madre.

“Un tío que era funcionario de Stalin le dijo a mi papá y a mi mamá: váyanse de la Unión Soviética porque las cosas se van a poner muy mal. Y como tenía familia en Estados Unidos, le mandaron dinero para el pasaje, se fueron, pero cuando llegaron a Cuba se dieron cuenta que había una cuota, entonces el capitán del barco que era un señor gordo, me imagino, les dio 200 dólares prestados para que pudieran emigrar a México”, narró.

En palabras de Margo, la familia es lo más importante que uno tiene en la vida, aunque a veces eso no se no se tome demasiado en cuenta por los hijos.

PRIMERA NOVELAS

“Al principio lo que escribía era absolutamente poco canónico, nunca me lo querían publicar, mis primeras dos ediciones, uno que se llamó Las mil y una calorías, novela dietética y la escribí porque estaba en Estados Unidos con una hija pequeña y comía galletas todos los días, decidí que la única forma de sobrevivir a esa grasa era hacer una novela dietética”, compartió la autora desde el jardín Hidalgo de Coyoacán.

Su otro libro rechazado por grupos editoriales fue Doscientas ballenas azules.

“Estaba en California dando un curso en un instituto que estaba junto a la playa, iba con mi hija Lina y junto con un amigo vimos una ballena azul, entonces él me dijo sólo quedaban 200 ballenas azules en el mundo y me pidió logra que en el Mar de Cortés se hiciera un parque de ballenas”, contó.

Margo Glantz sabía que era imposible hacer eso, sin embargo, años después, cuando visitó Zihuatanejo y leyó Bobby Dick, se preguntó: por qué no escribir un libro con las ballenas.

“Nadie me lo quiso publicar, excepto Federico Campbell que tenía una pequeñísima editorial y hace dos semanas volvieron a reeditar el libro en Veracruz y se acaban de presentar de la Universidad, además me las publicaron también en Chile en una edición muy bonita”, dijo.