
“Una lengua es un sistema adaptativo, sociocultural, muy complejo”, aseguró Concepción Company Company, miembro de El Colegio Nacional, al dictar la conferencia “La dialectalización del español de México. ¿Por qué hablamos como mexicanos?”, como parte del ciclo “Lengua, gramática y percepción del mundo”.
Dictada en el Aula Mayor de la institución, la especialista señaló que, si bien nacemos con la capacidad de hablar, a los 18 meses hablamos una lengua específica, porque hemos heredado rutinas o hábitos, y no sólo los heredamos, “los imitamos y por eso se dice que una lengua es también un sistema mimético, es una suma de genes y memes”.
Lo anterior nos hace seres históricos y nos permite funcionar como mexicanos, pensar como mexicanos, porque hablamos dialecto mexicano. “La lengua es el vehículo de transmisión de experiencias, porque es una herencia patrimonial de tradiciones, de hábitos: es un ritual compartido. A pesar de que somos seres de sintaxis libre, es mucho más el ritual, lo que significa también que debo comportarme como espera la comunidad mexicana”.
“El ritual se mama cuando se nace en el dialecto de México o en el de Argentina, o en España, ahí uno sabe automáticamente cómo debe funcionar. Ese ritual tiene que ser atendido por los extranjeros; por lo tanto, una lengua es una suma de genes más memes, por eso es un gran identificador cultural”, un factor de identidad, resaltó.
En el diccionario de la RAE, identidad se define como “el conjunto de rasgos propios de un individuo o de una colectividad que los caracterizan frente a los demás”, o la “conciencia que una persona tiene de ser ella misma y distinta a las demás”; por lo tanto, la lengua es percibida como un vehículo de identidad, “el soporte de nuestra actividad diaria, de visión o de percepción del mundo, es un vehículo de adscripción y de interacción social que nos lleva a funcionar como mexicanos, como argentinos o como ecuatorianos”.
Se dice que las lenguas, sin importar la cantidad de hablantes que tenga, es patrimonio esencial inherente de los seres humanos. Si bien, hablar como mexicano significa hablar como americano, no somos ni tan originales, ni tan exclusivos; gracias a América, la lengua española es internacional, presente en ambas orillas del Atlántico. En palabras de la colegiada, “hablar y escribir español es un hecho integral, nos podemos entender con mínimo trabajo desde la Patagonia, hasta casi Canadá, entre aquellos migrantes que hablan español, y a uno y otro lado del Atlántico”.
“Es lengua patrimonial para más de 500 millones de hablantes, al tiempo de ser una lengua internacional por cuatro rasgos: son policéntricas, tienen muchos centros culturales; son multinormativas, porque está igual de bien dicho ‘ya desayuné, gracias’ o ‘ya he desayunado, gracias’, ‘se los dije’ u ‘os lo dije’; también es multicultural, porque es una urdimbre de culturas que han aportado y no es dependiente de ninguna raza o de etnia alguna: las lenguas internacionales no están condicionadas a una raza o a una etnia. Así, en México hay libaneses, hay españoles, mexicanos mestizos o pueblos indígenas que vinculan su día a día con lengua española”.
El 92 por ciento de los hablantes nativos que construyen esa internacionalización han nacido en América, somos aproximadamente 480 millones, si sumamos los 19 países hispanoamericanos que tienen a la lengua española como lengua oficial, aunque hay países que no tienen declaratoria de lengua oficial.
Hablar como mexicanos
Para qué reflexionar sobre la deriva de hablar como mexicanos, ¿cómo se adquiere la identidad lingüística propia? Los lingüistas parten de esta pregunta para establecer unos principios de dialectalización, los cuales son progresivos, lentos, complejos, que se superponen.
“La historia político-administrativa de unos pueblos puede decidir la deriva dialectal. La geografía, la distancia y el tiempo de desplazamiento, -cuanto más tiempo invierta en volver a ver a mi pariente más voy a hablar diferente-; por supuesto la demografía y la migración, los movimientos migratorios son poderosísimos vehículo de dialectalización.
“Hay unos principios internos: todos hablamos lengua española y todos intentamos que el otro nos comprenda, pero cuanto más distante se encuentre el otro, menos mexicanidad voy a usar y más palabras generales que yo, como habitante de banqueta, intuyo que me va a entender el otro, y diré cerveza y no chela, refresco y no chesco, adiós y no vámonos yendo”, explicó Company Company.
Otro principio se refiere a afianzar mi mexicanidad y funcionar como mexicanos en la seguridad de que cualquier dialecto es igualmente válido; el de México, por ejemplo, es básicamente español del Altiplano, un conglomerado de alrededor de 50 millones de hispanohablantes mexicanos.
Esas fuerzas tienen otros componentes, señaló la catedrática, pues puede modificar lo que ya había, puede sustituirlo, crear cosas nuevas o darle prioridad a algo; así, “los mexicanos preferimos barrancas y no barrancos, prietos y no morenos, güeros y no rubios. No significa que no conozcamos a los rubios, a los morenos y los barrancos, pero desde el siglo XVIII no se nos pega la gana usarlos”.
“¿Cuándo empezamos a hablar como mexicanos? Lengua, pensamiento, funcionamiento van de la mano, no se pueden separar. De una lengua que tiene 500 millones de nativos, tales niveles de creación literaria y tantos medios de difusión escrita u oral, no se podría entender esa riqueza mediática y comunicativa, si no hubiesen existido momentos clave de nuestra historia, sobre todo reyes que fueron importantes, porque desde el poder se estandariza la lengua”.
El primer eje externo que señaló la colegiada es la historia político-social, en el que hay cinco momentos clave: Fernando III, quien vivió entre 1210 y 1250, conocido como el Santo, porque tomó Sevilla, derrotó árabes cuando la Península Ibérica estaba repleta de musulmanes, e “hizo un acto mágico entre 1217 y 1220, cuando convierte al español en lengua oficial de la administración y del mundo legal”.
En otro momento está Alfonso X “el Sabio”, quien convirtió al español en lengua de cultura para crear literatura, filosofía, historia, ciencia, derecho. Los Reyes Católicos, a finales del siglo XV, propiciaron que el español saliera de las fronteras de España hacia el resto de Europa y a América, además de producirse en ese tiempo la primera gramática de la lengua castellana.
Carlos I y las siguientes Austrias permitieron la construcción administrativa de América, a través de las Leyes de Indias; los Austrias mantuvieron un régimen bien conocido, que era la separación de indios de los españoles, cada uno de ellos tenía sus propias reglamentaciones, lo que mantuvo muy vivas las lenguas indígenas.
“Hasta bien entrado el siglo XVIII, la vida mexicana se gestionaba con numerosas lenguas indígenas, y la lengua española era para el comercio, para la evangelización o para la administración, lo que se llamaba lengua de conquista”.
Así, las leyes de reforma Borbónicas traídas al actual México en 1754-1755, con lo que el siglo XVIII fueron el antecedente directo del México de hoy. En la segunda mitad del siglo XVIII es cuando se empieza a ver que el español de México está tomando deriva, funciona como mexicano, se comienza a escribir como mexicano. “Sor Juana no escribe con la identidad inconsciente de hablar espontáneamente como mexicano, eso empieza a ocurrir en la segunda mitad del siglo XVIII”.
“Así, el primer mestizaje, racial y lingüístico, se produce en el siglo XVIII. Uno de los efectos de esta dialectalización es que somos reyes los mexicanos en mecanismos de atenuación; además, de la Nueva España surge una respuesta de los criollos, quienes se dan cuenta que los Borbones quieren mantener el control económico y administrativo, y los criollos tienen una fuerza económica y autonomía administrativa, entonces, de los criollos surge una frase que es ‘se acata, pero no se cumple’”.
“Los criollos toman conciencia de su propia identidad, de sus capacidades frente a los españoles peninsulares, lo que se convierte en un germen de pre independencia: uno ve los documentos y empiezan a aflorar otras palabras, a lo que se junta el desarrollo de la cultura barroca espectacular en la Nueva España que se inicia desde finales del XVII; pero el XVIII es el del barroco en la Nueva España, sobre todo de la Ilustración, y para hablar como los mexicanos que somos hoy, es porque somos hijos de la Ilustración”.
A lo anterior habría que sumar la importancia de la prensa como un afianzador y un acelerador fantástico de procesos de dialectalización, siendo José Antonio Alzate, en la Gaceta de México -que después fue Gaceta de literatura, más todos los periódicos del siglo XVIII-, que permitió reflejar la mexicanidad y “no es porque sean muy mexicanos, sino porque tienen prisa, no tienen tiempo ni dinero para que haya una estructura de revisión”.
De esta manera, se define a un mexicanismo como aquello con lo que día a día construimos nuestra vida, la cultura, la sociedad. El mexicanismo no es un indigenismo necesariamente, como tampoco es sólo el uso folclórico popular y menos significa hablar como Cantinflas, enfatizó la lingüista, hay mexicanismos en todos los registros, desde el más culto hasta el más íntimo.
“Hay mexicanismos que no son compartidos con ningún otro país, como itacate, mole, chapulín; otros compartidos con Hispanoamérica, como gandalla, rabón, salado, ya definidos como americanismos. Podemos usar la misma forma que en España, con distinto significado: moño, pararse o el hasta de límite inicial hasta que te conocí, que en realidad debe entenderse como a partir de que te conocí, empecé a sufrir, el hasta es mexicanísimo”, en palabras de Concepción Company Company.
Copyright © 2024 La Crónica de Hoy .