Milan Kundera (1929), el incansable interrogante de la condición humana y el escritor de la ironía y del absurdo, rompe 13 años de silencio literario y regresa con La fiesta de la insignificancia, novela que concentra los temas que siempre le han apasionado: erotismo, crítica al poder, maternidad y desentrañar el sinsentido de la vida.
Esta obra del escritor checo radicado en Francia desde 1975 tras la censura de su literatura a causa de la ocupación soviética en su país (1968), tendrá su lanzamiento mundial en español –por la editorial Tusquets– durante los primeros días de septiembre.
“Las anteriores novelas de Kundera siempre tienen un pretexto filosófico y ahora se da un lujo y una licencia, a estas alturas de su vida a sus 85 años, de hacer una especie de guiño en el que a través de una historia, nos lleva a la esencia de los temas que le han obsesionado a lo largo de su vida creativa”, señala Verónica Flores, directora editorial de Tusquets Editores en México.
Para la casa editorial, La fiesta de la insignificancia es una puerta para que nuevas generaciones o quienes no conozcan toda la trayectoria de este escritor, se asomen a su obra anterior y descubran su cinismo característico.
Verónica Flores considera que hay lectores nuevos que les falta leer a Milan Kundera y que algunos necesitan desacralizarlo porque creen que es un autor para un nicho sesudo, brillante e inteligente, cuando es un escritor universal.
Al igual que Leonardo Valencia situó la narrativa de Kundera (Letras Libres diciembre 2005) en la historia de un siglo XX marcado por la revolución comunista, la disolución de las naciones de Europa Oriental y la caída del muro de Berlín; el escritor argentino Enrique Lynch lo define como un autor de la segunda mitad del siglo pasado.
“Dudo que muchos jóvenes lo lean y conozcan. El siglo XXI es un mundo en donde el trauma del comunismo ya es memoria. Han pasado 30 años de la caída del muro, hay toda una generación que no conoció la violencia de los años 60 y 70, no ha conocido la crisis de la ideologías, se ha educado en la nuevas tecnologías, en el mundo de las relaciones emancipadas libres”, señala.
Para el también académico de la Universidad de Barcelona, a la obra de Kundera le sucede algo similar que a la de Borges: no suelen ser relatos tan entretenidos porque son historias inteligentes ya que detrás hay un hombre inteligente, una voz inteligente y una extraordinaria interpretación de los recursos de la prosa.
“Milan Kundera no respeta las diferencias entre la literatura fantástica y real, entre la historia, la crónica, el periodismo, ensayo, la autobiografía y narración tradicional”.
MORAL E IRONÍA.
Enrique Lynch ensayista y columnista de El País, destaca en el autor de La insoportable levedad del ser, la fusión de géneros y la trama narrativa para presentar un conflicto moral, cualidad que –considera– debe reivindicarse en la literatura y narrativa.
“Antaño, en otras épocas, encontraba estas cualidades e iniciativa literaria en los grandes escritores católicos como Graham Greene, que son los que planteaban la problemática moral y Kundera desde una perspectiva totalmente secularizada, lo vuelve a formular”, asevera.
Al respecto, Gilda Waldman, investigadora de la UNAM, escribió en la Revista de la Universidad (1986) que Kundera usa la novela como el espacio contra el horizonte ciego a la subjetividad, al amor, al juego, a la risa, a la ironía, siendo ésta última el sello literario de Kundera
Esa ironía está reflejada tanto en los párrafos autobiográficos de sus obras como en su gusto por las mujeres, destaca Lynch. “Le gustan bien las mujeres, le gustan muy masculinamente, es difícil encontrar esto en la literatura contemporánea. Es la pura ironía masculina, que a los autores hombres les cuesta mucho lograr”
BIOGRAFÍA.
Milan Kundera es visto por su traductor y amigo, Fernando de Valenzuela, como un comunista que dejó de serlo hace más de 60 años, un checo con una magnífica obra literaria que, al igual que Borges, seguramente no se le otorgará el Nobel y que como Franz Kafka, empata su altura con el tamaño de su timidez.
Y aunque ha sido perseguido por cuestiones políticas, el autor de La vida está en otra parte ha buscado ser un escritor invisible pese a las polémicas y señalamientos que le han rodeado (ser colaborador del régimen comunista o delator de un espía), por lo que, señala Verónica Flores, sería un error que la vida de Kundera se redujese al adjetivo disidente.
“Es de los autores que más ha gozado ser tan universales, el hecho de que sea leído y que La insoportable levedad del ser sea libro de texto, es síntoma de posteridad y de la influencia en general que tiene en las letras y el mundo”, aclara.
Este escritor que se ha negado a revisar las traducciones al checo de sus libros –pues desde que radica en Francia, escribe en francés–, nació en Brno, Checoslovaquia y se afilió al Partido Comunista después de la Segunda Guerra Mundial pero fue expulsado por primera vez en 1950 y veinte años más tarde, de forma definitiva.
Durante esos años se ganaba la vida como pianista de jazz, instrumento que su padre musicólogo le enseñó a tocar y a quien se debe la aparición de Beethoven, en varias de sus novelas. También dio clases de historia de cine, tras concluir sus estudios en la Facultad de Cine de Praga
A sus 34 años, publicó su primera novela La broma, pero fue censurada en su país por considerarla contra del régimen soviético, que para esos años hacia presencia en Checoslovaquia.
Kundera relata este suceso en El libro de la risa y el olvido, diciendo que lo único divertido del asunto era su existencia, la de un hombre borrado de la historia, de los manuales de literatura y de la guía de teléfonos
Los siguientes años para Kundera fueron de fregar escaparates y desempleo, hasta que emigró a Francia en donde ha publicado todas sus obras, siendo en la década de los 80 cuando publica La insoportable levedad del ser, obra capital que se conoció en la república Checa hasta en 2006. Después llegaron La inmortalidad, La lentitud, La identidad, El arte de la novela, El telón y su última novela fue La ignorancia.
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