Cultura

MNH preserva 600 armas históricas, desde el siglo XVI hasta el XX

Esta colección no la tiene otro espacio porque aquí llegó la colección del Museo Nacional de Artillería que se ubicó en La Ciudadela y que cerró en 1916, señala Thalía Montes Recinas, investigadora del INAH

Dos pistolas antiguas
Probador de pólvora y arma. Probador de pólvora y arma. (MNH)

En el Museo Nacional de Historia (MNH), Castillo de Chapultepec, existe una colección de 600 armas en donde se resguardan dos ejemplares de probadores de pólvora de finales del siglo XIX que, como su nombre lo indica, sirvieron para probar la calidad de la pólvora en las armas. Estos dos elementos únicos en el país evidencian los desarrollos tecnológicos que las sociedades realizan a través de las guerras.

“Crónica” presenta una entrevista con Thalía Montes Recinas, investigadora del Instituto Nacional de Antropología (INAH) y encargada de la curaduría de tecnología y armas del MNH, sobre el funcionamiento de dichos probadores, cómo llegaron al museo y cuál fue el comercio de la pólvora.

“Desafortunadamente las guerras siempre son el mejor espacio para compartir conocimientos tecnológicos para bien y para mal, se mira qué armas tiene el contrincante y cómo las ocupa. En ese momento, cuando se enfrentan culturas a la fuerza, se comparten conocimientos tanto de nivel tecnológico como de uso de otros elementos: metales, comida, manejo de mapas…”, expresa la investigadora.

En el siglo XIX, las armas funcionaban a partir de la combustión de pólvora negra, la cual generaba una explosión y gases que empujaban un proyectil (bala) a través de cañones.

“Cuando decimos cañones pensamos en los grandes tubos metálicos y es porque su principio también se aplica en armas cortas o largas como los rifles o carabinas, con la característica de que se reduce el largo y grosor del cañón”, explica Montes Recinas.

Lo que se buscaba con las armas hace dos siglos es que la explosión fuera efectiva, por tanto, una buena pólvora debía tener una composición equilibrada para no jalar humedad y hacer que la explosión fuera rápida y arrojara con fuerza la bala, agrega la especialista.

Los probadores de pólvora que resguarda el Museo Nacional de Historia servían para las armas de una sola bala o pocas balas, ya que hasta ese momento la tecnología aún no creaba armas de repetición.

“Se preservan pocos probadores de pólvora porque son instrumentos de trabajo, entonces se ocuparon constantemente y han llegado pocos hasta nosotros, por eso son valorados; es como si llegaras a un taller de un carpintero, vieras sus herramientas desgastadas y ésas son las que no nos llegan al presente. Estos probadores son una herramienta de trabajo de quien está vendiendo la pólvora”, indica la investigadora.

–¿Cuánto tiempo se comercializó la pólvora negra?

–Se usó hasta 1885 y 1890, a partir de entonces es el momento en que empieza su declive porque ya habrá otras mezclas más efectivas para armas modernas. Todo el siglo XIX se seguirá ocupando la pólvora negra que es una mezcla de salitre, azufre, carbono y nitrato de potasio.

No es polvo finito sino perlas muy pequeñas, entonces dependiendo del tamaño del cañón y del tipo de armas que se utilizaron, se buscaba un granulado grueso o fino. La efectividad era resultado de la alquimia, de quien elaboró la pólvora y haya puesto los porcentajes.

–¿Dónde se conseguía la pólvora?

–En Europa, la pólvora negra de España, Inglaterra y Alemania tuvieron momentos de auge importantes para el comercio. En México, en el siglo XIX, en Chapultepec estaba la fábrica de pólvora, era las afueras de la ciudad; también había en Veracruz, Acapulco y Campeche.

–¿Cómo llegaron los probadores de pólvora al Castillo?

–Provienen de una colección que apreciamos bastante que es del coleccionista guanajuatense Ramón Alcázar, un acaudalado banquero que tenía que ver con las minas de Guanajuato y su riqueza fue bastante importante.

Su colección va a nutrir el acervo de este museo de manera importante en todo tipo de objetos y periodos, desde indumentaria, mobiliario, objetos de decoración, arte suntuario, pintura y la colección de relojes y armas.

Con la colección de relojes y armas podemos ver el desarrollo de la tecnología en el mundo, era muy común que los relojeros fueran quienes arreglaran las armas por los sistemas que tienen de engranaje, eran similares los funcionamientos de los metales para su acción y movimiento, al igual que los sistemas mecánicos de precisión.

–¿De dónde son los probadores de pólvora que resguardan?

–Uno de Inglaterra, el más elaborado (con rueda dentada), data de 1840-1860 y fue de Juen Henderson. El otro es una pieza europea por el tipo de material y planteamos que es de origen belga.

MÉXICO COMPRADOR DE ARMAS

Thalía Montes Recinas explica que en el siglo XIX México tenía abiertas sus fronteras para la adquisición de conocimiento y tecnología.

“La globalización siempre estuvo presente, tardan más en llegarnos objetos, pero vamos a tener tiendas europeas en México que probarán las armas. No era difícil conseguir un probador de pólvora pero era caro, no cualquiera, quizá este probador con rueda dentada fue de alguien con dinero porque los más comunes no hubieran estado grabados”, indica.

–¿En el país se producían armas?

–Vamos a tener la influencia europea de este conocimiento. En el periodo de contacto y colonial no era fácil abastecerse por eso los españoles buscaron lugares de salitre porque traían armas que necesitaban hacer funcionar, en las tropas de Cortés había armeros, herreros y carpinteros. Además, establecieron restricciones de ese conocimiento a grupos indígenas porque no querían una sublevación incluso durante la Independencia, después habrá la necesidad de formación de personas militarmente.

–¿México dependía de armamento europeo y no de Estados Unidos?

–Habrá centros de producción armeros muy importantes en Inglaterra, Bélgica y España. En Estados Unidos se van a enfrentar a unos muy buenos disparadores de flechas, entonces tienen que adelantar y enfrentarse a la búsqueda de armas de tiros seguidos, por eso evolucionaron muy rápido en su armamento.

–¿Cuántas armas tiene la colección del museo?

–600 armas blancas, cortas, fuego largo. Esta colección no la tiene otro espacio porque aquí llegó la colección del Museo Nacional de Artillería que se ubicó en La Ciudadela y que en 1916 Venustiano Carranza mandó a cerrar. La mayor parte de las piezas históricas llegaron al Castillo.

Tenemos piezas históricas desde siglo XVI, tenemos las hondas de ixtle que pertenecieron al cuerpo que apoyó a Miguel Hidalgo y Costilla, son armas arrojadizas. La más reciente es de principios del siglo XX.

La investigadora del INAH comenta que al estar al frente de la curaduría de tecnología y armas procura abarcar hasta las piezas de 1938 y 1940 porque las que continúan son “demasiado bélicas”.

“Con las armas de hasta 1940 sabes a quién disparas y quién te disparó, lo que viene después ya me sobrecoge, por el estudio de la colección me tengo que informar más sobre el desarrollo de la tecnología de ver cómo se está buscando ser más certero y generar mayor daño”, comparte Montes Recinas.

Tenemos piezas del General Mondragón (1859-1922, padre de Nahui Ollin) quien hizo la revolución de generar mayor número de tiros en un arma, añade. “Eso fue el antecedente de los francotiradores, de los tiros en el aire. Las piezas del General Mondragón se utilizarán en la Primera y Segunda Guerra Mundial”, finaliza.

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