Cultura

Mónica Lavín: “Estamos condenados a muerte, por eso inventamos formas que den altura diferente a esa sentencia”

Es la fragilidad humana que no podemos cambiar y por eso creo que se viste de otras fortalezas o encuentra la dignidad en la propia fragilidad, añade la escritora. Presenta su reciente libro de cuentos “El lado salvaje”

entrevista

Me interesan mucho las personas qué eligen lo que son y hacen en la vida, dice Mónica Lavín.

Me interesan mucho las personas qué eligen lo que son y qué hacen en la vida, dice Mónica Lavín.

RUI ORTIZ

Mónica Lavín, en su reciente libro de cuentos “El lado salvaje”, explora esas hendiduras  donde convergen la monumental fragilidad humana con la inmensa fortaleza del hombre y dice: “Todos estamos condenados a muerte desde que nacemos y por eso siempre estamos inventando formas y cosas que le den una altura diferente a esa sentencia”.

Con este libro de 23 cuentos, Mónica parte de ese punto donde emana la gran literatura, cargada de ternura, de ironía, de encuentros y desencuentros, de sutilezas, de rendijas que nos ofrecen esperanza, pero sobre todo de pasiones humanas, “porque creo que nuestro instinto de supervivencia está en elegir una pasión que nos da otra altura”.

Mónica también cuenta que le encantan los Rolling Stones. “Soy rollinstonera de corazón” y habla esto porque en su regreso al cuento, el género con el que comenzó a publicar, su escritura tiene el ritmo Lavín: ese que envuelve y atrapa el lector, a veces salvaje como el rock, sensual y melancólico como el blues o primitivo como el flamenco.

Sabes qué me importa: escribir donde haya rendijas de esperanza y algo de luz

¿Cómo llegas a esta mirada tan profunda de la vida cotidiana y al mismo tiempo tan exquisita y emotiva como en el cuento de El afinador.

Me interesan mucho las personas qué eligen lo que son y qué hacen en la vida mediante las pasiones, porque creo que nuestro instinto de supervivencia está en elegir una pasión que nos da otra altura.

- “El lado salvaje” llega a ese punto donde convergen la monumental fragilidad humana con la inmensa fortaleza del hombre para crear eso que llamamos gran literatura.

-Si es cierto lo que me dices, creo que el cuento me lo permite. Es el género con el que nací a la escritura y creo que a través de su apretada dimensión me pone a prueba al tener una compleja ecuación entre el placer de escribir y la libertad de decir, pero con reglas precisas. Es un pequeño margen de maniobra que va con lo que soy y a lo mejor me afila la mirada.

Pero es muy difícil hablar de uno. Me acuerdo que Myriam Moscona, en mi segundo libro de cuentos titulado “Nicolasa y lo encajes”, escribió la contraportada algo así: “La escritura entra como el bisturí” y pienso que el cuento me permite tener ese bisturí más delicado para narrar con sutileza.

Y por eso, como señalas de la fragilidad, me gustan los cuentos que no presumen de anécdotas estridentes, sino en los que palpita humano dentro de situaciones cotidianas. Entonces, el gran tema es que somos frágiles, porque sabemos que moriremos, porque estamos condenados a muerte desde que nacemos y por eso siempre estamos inventando formas y cosas que le den una altura diferente a esa sentencia.

Por eso creo que la fragilidad se viste de otras fortalezas o encuentra la dignidad en la propia fragilidad. Y el cuento me permite mirar y meter las narices en esas situaciones.

El libro de cuentos.

El libro de cuentos.

¿Cómo llegas a esta mirada tan fuerte de la vida cotidiana y, al mismo tiempo, tan exquisita y emotiva como en el cuento de El afinador.

Me interesan mucho las personas qué eligen lo que son y qué hacen en la vida, es decir, sus pasiones, porque creo que nuestro instinto de supervivencia está en elegir una pasión que nos da otra altura. Y este cuento fue una oportunidad de sospechar cómo es un afinador de pianos.

Nunca entrevisté alguno, pero la sospecha y curiosidad es lo que me guían para construir al personaje de alguien que no haya crecido en un entorno privilegiado con pianos Steinbach y que ama la música. Porque me gusta lo sensorial en la literatura y esta esta imagen de los dedos que tienen que ver con el sonido o la delicadeza auditiva para afinar, definen la esencia de la historia.

Esto me recuerda que cuando era joven aprendí a tocar guitarra y me decían: tú sólo toca. No me dejaban cantar, porque era desafinada. Por eso, me emociona esa gente que logra captar los matices y afina un piano para que produzca sonido excelso y lograr caminos con luces.

Porque, sabes qué me importa, escribir donde haya rendijas de esperanza y algo de luz. Lo sórdido existe, pero la vida no sólo se puede mirar desde lo sórdido. Creo que estamos vivos gracias a que encontramos algo, un destellito de luz, una rendija y a veces esta rendija tienen que ver con algo muy pequeño que es la dulzura, la ternura, que espero lograr en la escritura.

¿Y después de este libro de cuentos que llega a hendiduras insospechadas del humano, ahora cómo miras la vida?

La novela que escribo nada se parece a mis otras novelas. Estoy más metida en preguntas que tienen que ver con la esencia de la escritura: porqué miramos cómo miramos y porqué tenemos que escribir historias. Y así busco agarrarme de las palabras, de lo que nos rodea o que imaginamos o sospechamos de los otros y que nos nutre para narrar.

Pero no te estoy contestando la pregunta. Ya no tengo cuentos en el cajón y qué cuentos voy a escribir ahora. No lo sé. Estoy metida en una novela que me lleva por otros caminos, quizá con más libertad y atrevimiento, porque creo que esto sí se lo gana uno con la edad.

Hoy siento una especie de libertad en mi fascinación por la escritura y lo que propone. No fui la autora joven de éxito que a los 30 años vendió mucho y la tradujeron a 40 idiomas. No es mi historia. Mi historia es de pasitos y constancia. Me da gusto cosechar lectores y saber que me han leído.

Porque, qué sentido tiene escribir sin alguien al otro lado, así como hoy tú me devuelves mi escritura y, de repente, hasta me estoy asustando, porque entre esta sensación de libertad y este compromiso con mi escritura, mi camino y lo que deseo no sé a dónde voy a llegar. Lo difícil, entonces es cómo debo barajear estos elementos. Aún no lo sé, pero sí voy a seguir escribiendo cuentos, eso estoy segura, pero ahora estoy vacía. Vacía de ideas cuentísticas. Tengo mi libreta y seguramente si la visito encuentro algo, pero no quiero eso, quiero ser muy despotricada, es decir, muy despeinada. Qué te puedo decir, creo que lo que va cosechando unos es también la honestidad con lo que uno piensa y siente, tocar algo que de verdad te importa, eso debe estar en la literatura.

¿A final de cuentas, lo más importante es lo que está a tu lado, lo que está en tu refrigerador?

Estaba feliz de que saliera un libro de cuentos, porque lo necesitaba. Los estuve apapachando, mimando, aventando. Estuve con ellos tanto tiempo que deseaba tener la mirada del otro lado, tener la marea que regresa o que no regresa, aunque sé que este libro no será taquillero.

¿En este libro se nota que construiste tu cadencia literaria, ese ritmo distintivo que todo músico quiere, que atrapa y envuelve al lector con tu escritura?

Es bonito lo que me dices y en este momento voy a dar un taller temático que se llama “El poder de persuasión de la prosa”, donde uno de los temas es el ritmo, la cadencia, la música del texto. Es decir, cada vez más me importa más cómo me envuelve el texto cuando lo leo, cuando lo escribo en su búsqueda de todos estos elementos sincronizados: lo visual con lo sonoro, con la luz o la oscuridad, cómo todo eso debe tener su precisión. Esto me lo permite el cuento y me gusta pensar en algo que se mueve como ondulante, porque cada vez apreció más no lo que pasa en el cuento, sino cómo lo voy a envolver para que me conmueva mientras escribo, me produzca emoción y tenga una altura estética. Y dentro de esto está el deseo perseguir lo sutil, lo delicado, pero en su mejor envoltorio de lenguaje.

Porque, qué sentido tiene escribir sin alguien al otro lado, así como hoy tú me devuelves mi escritura, y de repente hasta me estoy asustando

Creo en el ritmo de la prosa y cuando leo algo con ritmo me entusiasmo, lo subrayo y quiero aprender cómo hicieron ese párrafo, porque un párrafo puede ser una botella de vino, es algo que te pude henchir el pecho.

¿En este punto, tu libro me recuerda a Eric Clapton, con su gran música afilada. Crees que tu escritura ya está afilada?

Por lo menos, eso es lo que me interesa y poder hacer que la narrativa sea palpable, parte de la experiencia humana, arropadora o punzante, lo que tenga que ser, pero que lleve una consecuencia física y fisiológica: que te haga llorar, reír o tenga un destello de sagacidad, que tenga ironía que hoy creo es una herramienta de supervivencia y para mirar nuestro entorno. Aunque nunca nos reiremos de la fragilidad ni de la conducta humana que tiene que ver con el respeto al otro, de la dignidad o de la sensibilidad.

Pero sí mi interesa reírse de uno mismo, de no tomarse tan en serio. Creo que estamos muy mal si nos tomamos en serio y pensamos “soy el artista”. ¡No!, porque siempre estoy explorando y buscando y quien sabe cómo me vaya, porque así son los caminos, inciertos.

Ahora que me dices todo esto del libro de cuentos me dejas no sólo muy entusiasmada, sino sorprendida, porque no tengo mucha consciencia de lo que está pasando en el libro. Sólo sé que ha pasado el tiempo, que escribo de cierta forma, que leo de cierta forma.

Y así como me dices que te gusta la música de Eric Clapton. Bueno la Crema me gustaba mucho, ya estaba Eric Clapton. Y a mí me encantan los Rolling Stones. Soy rollinstonera de corazón.

Lo importante es vivir, porque nada es tan grave que no se pueda resolver ni siquiera la muerte.

Es terrible no sentir la vida. Sabes qué película me emocionó mucho; “A perfect day”, cuando la fui a ver encontré a un personaje que ve el parpadeo de las hojas, porque hay una palabra en japonés para decir el parpadeo de las hojas con la luz del Sol, o sea, una cosa pequeña que produce una conmoción de belleza. Así es, poder ver eso pequeño y que produzca una emoción que nos haga estar vivos.

Este libro tiene otra virtud, que nos lleva a esa inocencia perdida donde está el goce, el placer, el asombro…

Tengo un nieto de cinco y una nieta de año y medio que me permiten otra vez ver como si fuera ellos, jugar y divertirme muchísimo. Tengo ese espíritu rebobinado en mi persona y qué dicha. Cuando vemos con sus ojos recordamos, desempolvamos y me gusta mucho esa oportunidad que me da la vida en esa parte, quizá se está metiendo en mi escritura, yo qué sé.

Y la música siempre me importa mucho, por eso te digo que “El lado salvaje”, así como me gusta el rock, porque tiene su lado salvaje, y el blues tiene un lado sensual y lamentoso, el flamenco, que es algo que me gusta mucho y aún voy a mis clases, porque nos permite estar con lo primitivo y lo sofisticado, todo al mismo tiempo.