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El centro cultural La Titería dio a conocer el deceso del fundador de la compañía Marionetas de la esquina, Lucio Espíndola, ayer sábado a las 21:00 horas.
La Titería y Marionetas de la esquina, así como sus compañeros de trabajo, Lourdes Pérez Gay, quien también fuera su compañera de vida, están de luto.
Lucio fue dramaturgo para niños, titiritero y constructor de títeres. Desde 1973 se dedicó a la producción, exhibición, enseñanza y difusión del arte de los títeres. Escribió trece obras, construyó más de cuatrocientos títeres y realizó más de veinte mil representaciones.
Diseñó y construyó tanto títeres como mecanismos para obras como El Circo (1976), El Jardín (1980), Rita (2016), Dibújame una vaca (2002), Historias en colores (1991), entre otras.
También fue maestro de muchos otros titiriteros, una persona generosa que creía más en compartir lo aprendido que en guardarse secretos. En México elevó el nivel cultural y estético del arte de los títeres. Su obsesión era que el títere llegara a todas las manos posibles.
Espíndola fue un pensador progresista que puso atención en sitios poco visitados. Confiaba en el arte como accionador del cambio sin ser sometido a ninguna ideología. Sabía que en las infancias se encontraba más que el futuro, la posibilidad de sobrevivir como humanidad plena. Así, creía más en el humanismo que en los discursos políticos, en la belleza más que en la administración. Era enemigo de la mezquindad y la crueldad.
Desde su llegada a México en 1976, orillado por el militarismo argentino, se embelesó con este país y desarrolló un profundo amor por sus geografías, sus artesanías y su gente. Pero nunca dejó de escuchar a Carlos Gardel.
“Hoy le decimos adiós, convencidos de que hizo de este mundo uno mejor, y contentos por haber tenido la oportunidad de que su vida se cruzara con la nuestra“.
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