El presidente que estudió canto y en su exilio se dedicó a dar clases de música, las compositoras actuales que escriben obras denunciando feminicidios y cómo fue que en el país se hace ópera desde antes de llamarse México, son algunos datos históricos que aborda el libro “Ópera de México. Colección de artículos del Primer Diplomado en Ópera Mexicana (2021)”, que consta de 15 textos y que será presentado este viernes de manera híbrida.
La presentación será a las 18:00 horas en la Casa del Tiempo de la UAM con aforo limitado y a través de su Facebook @casadel.tiempouam .Después, el 17 de febrero a las 12 horas, habrá otro lanzamiento virtual en el Facebook de la Universidad Veracruzana.
“El diplomado tuvo cuatro módulos y abarcó desde el siglo XVIII hasta el siglo XXI, estudiamos algunas manifestaciones de las culturas precolombinas, el papel de la ópera en la creación del concepto de nación del país y estudiamos algunos de nuestros compositores del siglo XX y del XXI. Los productos de este diplomado incluyen, no nada más la publicación que es la primera en su género, también un canal de YouTube y varios videos con interpretaciones de óperas recuperadas o reencontradas”, señala en entrevista Enid Negrete.
La investigadora en artes escénicas por la Universidad Autónoma de Barcelona expresa que cuando los españoles llegaron a América ellos tampoco hacían ópera ya que ésta surgirá en España casi 200 años después.
“Las manifestaciones músico-escénicas de las culturas originarias son de vital importancia para entender que lo que encontraron los españoles fue una cultura, no encontraron tribus perdidas, encontraron una sociedad que tenía una educación musical y un concepto artístico muy específico porque en la cultura náhuatl no hay diferencia entre poesía, entre música, entre danza y entre el propio canto”, señala.
Es lógico que el desarrollo musical del virreinato haya sido espléndido y no nada más en el centro del país sino en todo el país lo cual demuestra que casi todas las culturas originarias tenían ya una predisposición musical, agrega Negrete.
“El desarrollo del barroco va a permitir que sea la Nueva España la que tenga el privilegio de tener el primer compositor que aborda una ópera con La parténope, en 1711. Si nosotros pensamos en esto, es muy claro que hacemos ópera antes de llamarnos México, que las manifestaciones vocales, musicales y escénicas eran parte de la vida cotidiana del virreinato, de todo el período colonial y, por lo tanto, se formaron también músicos de primer nivel”, afirma.
El libro está estructurado con textos en orden cronológico y escritos por los ponentes del diplomado, así como algunos historiadores del arte, amantes de la ópera, profesores, cantantes y docentes de música y de artes en general. Destacan Gabriel Pareyón, César Zayas y Emmanuel Pool.
“La idea es que el lector, sea del área que sea, encuentre las historias que no contamos de nosotros mismos. Pocos sabemos que tuvimos un presidente maestro de canto de ópera y que llegó a ser tan bueno que al terminar su periodo presidencial se fue a vivir a Estados Unidos y fue profesor del hijo de Caruso, poco sabemos de los teatros que no están dentro del centro del país o del trabajo que están haciendo las compositoras contemporáneas a manera de denuncia social”, indica Negrete.
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