Cultura

“La obsesión humana en búsqueda de la perfección es una travesía sin fin"

La pieza “Coppél-IA” describeel deseo de construir al ser>humano perfecto, añade Jean-Christophe Maillot

La danza de los robots
Una escena de la coreografía “Coppél-IA” que se presentará en el Festival Internacional Cervantino.Cortesía FIC Una escena de la coreografía “Coppél-IA” que se presentará en el Festival Internacional Cervantino.Cortesía FIC (Cortesía FIC)

La obsesión del humano por la búsqueda de la perfección es una travesía sin fin, afirma en entrevista con Crónica, Jean-Christophe Maillot, director artístico de Les ballets de Monte-Carlo, compañía de Mónaco que se presenta este fin de semana en el Festival Internacional Cervantino (FIC) con la coreografía “Coppél-IA”. 

El montaje aborda la creación de un humano a través de inteligencia artificial, narra la historia de dos novios cuyo amor se verá desafiado por la aparición de un robot, una muñeca danzante de tamaño real creado por el doctor Coppélius. 

El Premio Benois de la Danza en 2008 explica que retomó partes de Frankenstein, de Mary Shelley para crear “Coppél-IA”, es decir, construir al ser humano perfecto. “Me inspiré en ese clásico para evidenciar el deseo incorrecto de tratar de encontrar la perfección en un ser humano. Copélius quería darle algo humano, algo sensible a una máquina autómata y creo que ese impulso está inherente al ser humano, la obsesión de abrir las posibilidades a un ser humano de ser algo más allá de lo humano”, indica. 

 ¿Tenemos claridad sobre el significado de perfección? 

No lo creo y gracias a dios que no lo sabemos, porque si tuviéramos esa claridad, cada ser humano sería igual y no es el caso. Cada ser humano proyectamos nuestra propia fantasía de qué es la perfección y se ve reflejado en la vida de un bailarín: tratar de alcanzar la perfección en cada movimiento, en cada paso, pero en realidad nunca lo logra.

Nunca llegará a la perfección y es por eso que sigue en movimiento, que sigue haciendo pasos. Lo mismo que la tecnología, sigue evolucionando, así que la perfección es esta travesía y conquista sin fin, pero si en algún punto la llegamos a alcanzar, entonces ¿cuál sería el punto? Ya no habría más por lograr, no habría más proyectos, no habría más pasos ni movimientos por crear.

En palabras de Jean-Christophe Maillot el amor es el ejemplo de la imperfección porque consiste en sólo cometer errores. “Las dificultades del amor es ver al otro y ofrecerle espacio para que él o ella pueda compartir contigo, no proyectarse totalmente en la cabeza del otro. Los errores que cometemos no son porque tú hiciste algo mal sino porque le hiciste algún mal a la otra persona, no a ti mismo”, señala.

Las capacidades, oler, sentir y darte cuenta de las particularidades de quien está frente a ti, es donde necesitamos encontrar el balance y complementarnos, añade el coreógrafo. “Hay que estar de acuerdo en que el error nos hace progresar, a veces son accidentes y dejan espacio a la posibilidad de aprender sobre ellos”.

¿Qué opina sobre la presencia de tecnología en la danza?

La tecnología da la posibilidad de simplificar algunas cosas como la luz y la música, pero me resisto a la tentación de utilizarla en el escenario porque lo esencial es el cuerpo humano y los movimientos.

A veces me molesta mucho cuando veo el uso en demasía de la tecnología porque se traga la presencia del bailarín. Así que me resisto y lo quiero hacer de una manera diferente. La danza es un acto de resistencia donde el ser humano es quien domina el escenario. Sólo utilizo la tecnología para servirle al ser humano dentro del escenario.

El artista francés comenta que por 30 años ha estado obsesionado con los humanos y utiliza la danza para expresar la relación entre personas. “Amo mi compañía porque es un micromundo, somos 120 personas entre bailarines, técnicos, administrativos, comunicaciones… me siento fascinando por cómo respondemos físicamente el uno con el otro. Amo estudiar las especificaciones del cuerpo humano pensando en los movimientos del otro, en la forma en cómo se comunican, su dinámica y su comportamiento”, destaca.

Para el bailarín, la unión del ballet y la música es una creación infinita y hoy, a sus 54 años, su percepción del mundo actual ha cambiado desde que se inició en la danza, a los 22 años. “Mientras más crezco más sabio me vuelvo o más positivo soy. Siempre me he enfocado en que el baile es antes que cualquier otra cosa, en que el ser humano es antes junto con su centralidad, me refiero al sentido del ser humano, a sus sentidos, al mirar, al saborear, esa es mi inspiración para seguir trabajando”, afirma.

Después del FIC, Les ballets de Monte-Carlo se presentará en Cuba. “Es un show muy especial que creé con músicos fantásticos de Italia para la obra de Tarantela, es música folclórica enfocada en la alegría, ésa es la idea esencial del performance: todos son una comunidad y lo comparten con la audiencia. Después iremos a China, a Shanghái”, adelanta.

MÁS RECURSOS PARA LA DANZA

En conferencia de prensa, Lucía Beviá Iberarte, productora de Les ballets de Monte-Carlo, señaló que hoy todas las grandes compañías de ballet sufren la falta de recursos. “Es un momento delicado porque hacen falta presupuestos grandes para mantener compañías de ballets grandes porque estos señores (los bailarines) dedican todas las horas del día y no pueden buscar un segundo empleo”, dijo.

Beviá Iberarte mencionó que existe una renovación del repertorio por lo que hoy la danza goza de un buen público. “No siento en Europa que haya decaído el público, pero hay grandes coreógrafos y compañías que hacen un esfuerzo brillante para conectar con la gente joven. También es cierto que cuando te dicen que a la ópera no va la gente joven, les diré que a los conciertos de rock no van los viejos, cada edad tiene lo suyo, no nos pongamos nerviosos con que si no van los jóvenes a la danza” La productora indicó que es obligación del Estado aportar recursos a las compañías de danza .

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