La artista Patricia Soriano (19 abril 1964) rara vez deja de tocar lo autorreferencial. En una sala llena de personajes entre lúgubres y caricaturales, apunta a la pieza “Manuela cuando niña” (1989).
“Le rindo homenaje a mi abuela paterna, sin mucha concesión estética a mi abuelita que tanto amé, pero lo hago con mucho amor, entonces le pongo un cargador de las andas, aquí va el señor buscando la lengua de manera erótica, cargando en las andas a la virgencita de Guadalupe y aquí está mi abuela con su gran corazón y su cuchillo en el pecho”, bromea y describe.
En recorrido por la exposición “Cuerpo diverso animal”, una retrospectiva que comprende cuatro décadas de trayectoria, y la cual inaugurará este 28 de octubre, en el Museo Nacional de la Estampa (MUNAE) se podrá visitar hasta marzo del próximo año, la artista comenta algunas de las piezas, cuya creación va desde los inicios de su trayectoria hasta la actualidad.
El título de la exhibición alude a la diversidad de cuerpos de los seres vivos, sus analogías, así como las posibilidades de fragmentación, mutilación, transformación y reconstitución de los cuerpos.
De acuerdo con la museografía dispuesta por Jorge Reynoso Pohlenz, la muestra reúne 83 piezas de la artista, en técnicas como aguafuerte, aguatinta, punta seca, xilografía, litografía y dibujos en soportes alternativos y de gran formato; así como algunas obras de José Guadalupe Posada, Diego Rivera, Leopoldo Méndez, Gilberto Aceves Navarro, José Luis Cuevas, Otto Dix y Gustavo Monroy, quienes dialogan con la obra Patricia Soriano.
“Ponemos referencias para ver cómo formalmente tiene resonancias. En ciertos momentos hay que poner explicación, pero en realidad el trabajo de los artistas tiene que ver con la relación con los materiales entonces le público puede hacer esas asociaciones sin tener que ponerles tanto texto”, explica por su parte el curador.
Además de la interesantísima aparición de obras como “Los vasos comunicantes “ (Diego Rivera, 1938), uno de los referentes fundamentales a los que se refiere Jorge Reynoso Pohlenz es Gustavo Monroy, “quien en la década de finales de los 80s tuvo exposición en este Museo, con gráfica de gran formato que, cuando la vi, me voló la tapa de los sesos y dije soy de ahí”, según recuerda Patricia.
“Entonces empecé a asimilar la influencia de mis maestros con el expresionismo de Gilberto Aceves Navarro y con la carga de orden expresionista en los linóleos de Gustavo Monroy”, agrega.
En la misma línea de lo autorreferencial, en el imaginario de la artista se reiteran los perros –se podrá encontrar incluso a Peppino, fiel acompañante de la artista- y las figuras femeninas.
VIVAS NOS QUEREMOS.
Si bien muchas de sus obras parecen sostener un discurso feminista y comprometido con causas sociales, Patricia Soriano no se considera activista. Más bien, considera que el medio artístico es el espacio donde ella puede ejercer sus posturas y la trinchera desde la que puede hacer sus propias críticas, pero “comprometida” no es una etiqueta que pondría a su obra.
Con esta idea en mente, vale la pena destacar las obras que se encuentran en el segundo piso del Museo, donde se despliegan las consignas feministas de épocas recientes.
También sobresalen obras como Apetito rojo (2023), que le fue encargada a la artista para la apertura del Museo del Maíz en el Complejo Cultural Los Pinos.
“Me decían haz algo alegórico al maíz, un homenaje sobre los tipos de maíz o qué sé yo.me quedé pensando y dije no, en México hay mucha hambre ,mejor vamos hacer un apetito rojo. En el viva México hay muerte, violencia, covid y los hambrientos traen su mazorca en la boca”, indica Patricia.
“Así como existe la pintura mural, existe el dibujo mural” comenta Patricia Soriano respecto de una intervención que realizó en el recinto, y que el día de la inauguración podrá ser intervenido por el público.
La artista adelanta que repartirá stickers de su autoría para pegarlos en los muros y participar en la recreación de una historia personal sobre un esqueleto que ella ha planteado.
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