Cultura

“El periodismo es un veneno que se convierte en una pasión": Elena Poniatowska

En este oficio hay mucha zozobra, no es bueno para el corazón ser periodista, dijo la escritora durante el homenaje que le fue realizado en el cierre de la FILCO

Feria internacional del libro de Coyoacán

Elena Poniatowska recibió un homenaje en el cierre de la FILCO, también fue

Elena Poniatowska recibió un homenaje en el cierre de la FILCO, también fue "primera plana" en el stand de "Crónica".

Tomás Chávez

“El periodismo es un veneno, es una pasión”, afirmó la escritora Elena Poniatowska (Francia, 1932) durante el cierre de la Feria Internacional del Libro en Coyoacán (FILCO) que en esta edición le rindió homenaje por su trayectoria literaria y periodística.

Acompañada del editor Pablo Espinosa y del periodista Javier Aranda, la autora de "Tinísima" y "La noche de Tlatelolco" comentó que en el periodismo siempre hay inseguridades.

“Está el temor porque en la noche uno se pregunta: ¿saldrá mi artículo mañana?, ¿en dónde saldrá, en la última página o en la primera? Hay mucha zozobra, no es bueno para el corazón ser periodista”, dijo.

Poniatowska recordó que inició en el periodismo trabajando para "Excélsior", en la sección de sociales.

“Aunque ahí salían a veces algunos artículos sobre crítica de arte que hacían mujeres muy capaces, recuerdo a una que murió demasiado joven, que se llamó Teresa del Conde y que la hemos olvidado un poco, es bueno que la recordemos porque fue una gran trabajadora y además tenía una rival muy poderosa Raquel Tibol”, narró.

La autora comentó que por pura buena suerte pasó a la sección cultural y luego se cambió de periódico porque le ofrecieron mayor sueldo.

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“Ganaba 30 pesos por artículo y entonces le habló a mi mamá, un gordo de nombre Alejandro Quijano que era el de la Cruz Roja, le preguntó: ¿cuánto gana su criaturita? Mi mamá le dijo que 30 pesos y él ofreció 75 pesos si me iba al "Novedades". Así que era el doble más 15 pesos, entonces me fui al 'Novedades'”, platicó Poniatowska.

La Premio Cervantes 2013 confesó que durante el ejercicio del periodismo le preocupaba desatender a sus hijos. “Le decía a Bambi, esposa de Alberto Gironella, que si uno trabaja demasiado, uno no atiende lo suficiente a sus hijos y ella me dijo no te preocupes, cada vez que yo entro al cuarto de mis hijos me dicen: ¿cómo está señora?”.

Poniatowska estuvo acompañada del editor Pablo Espinosa y del periodista Javier Aranda.

Poniatowska estuvo acompañada del editor Pablo Espinosa y del periodista Javier Aranda.

Tomás Chávez

Sin embargo, Poniatowska confesó que el periodismo es una especie de veneno, se convierte en una pasión de vida.

“Entonces uno sale a cualquier hora, en cualquier momento a cubrir un acontecimiento y nunca sabes cuánto te vas a tardar. Recuerdo que una vez que llegué tardísimo por mi hijo mayor, lo vi en la explanada de su escuela solito, sentado en su mochila y me sentí la bruja Escaldufa, Cruella de Vil, la mujer más espantosa, la madre más terrible que hay sobre la Tierra”, narró.

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El periodista Javier Aranda señaló que en esa ocasión la autora llegó tarde porque era el año 1968 y Poniatowska dividía su quehacer de madre y ser reportera.

“A mi hijo le preguntaban si su mamá los domingos lo lleva a Chapultepec y él decía: no, los domingos mi mamá me lleva a Lecumberri. Lo llevaba a la cárcel porque entrevistaba a los presos políticos, entre otros, a David de Alfaro Siqueiros que era un gran pintor siempre muy greñudo”, recordó.

Poniatowska también compartió el momento en que aprendió mecanografía en una academia en la avenida San Juan de Letrán.

“Había letreros de ‘aprenda inglés’, ‘aprenda aquí mecanografía’, estaba arriba de un cine que se llamaba Cinelandia, en esa academia había puras máquinas muy viejas. Mi papá, recuerdo con mucho cariño, me regaló mi primera máquina de escribir que para mí fue un tesoro y luego de repente me hablaron de que estaba la Revolución Cubana y que estaba yo invitada, entonces ahí me fui con mi maquinita que me sirvió de mucho”, compartió.

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La escritora dijo que en ese momento no sabía nada de comunismo ni de Fidel ni de la Revolución. “Finalmente me fui construyendo a base de preguntas, muchas de ellas, yo creo que muy tontas, muy ignorantes, pero si insistes, acabas aprendiendo”.