
La exposición “El arte de Rarotonga” rescata los últimos 50 dibujos originales que existen de Antonio Gutiérrez y pone en perspectiva el talento de este creador como uno de los más grandes dibujantes mexicanos.
“José Luis Cuevas cuando veía esto seguramente se dio cuenta de que estaba a años luz de este nivel de trabajo y detalle, es una calidad que no existía en ese momento ni en Europa, ni en Estados Unidos y aquí se vendía por millones”, consideró el narrador gráfico Bernardo Fernández, mejor conocido como “Bef”.
Durante la inauguración de esta muestra, que se puede visitar en el segundo piso del Museo de la Ciudad de México (José María Pino Suárez 30, Centro Histórico), “Bef” apuntó que Antonio Gutiérrez fue un genio del dibujo que se debe revalorar.
El contexto sobre José Luis Cuevas tiene que ver con el recuerdo de un cómic anunciado, que el artista de la ruptura prometía realizar, pero jamás publicó y quedó sólo como anécdota para la posteridad. Sin embargo, lo que “Bef” pretende hacer notar es el valor gráfico que estuvo circulando en puestos de periódico cada semana.
“Quizás porque nos era tan cotidiana no la hemos valorado. Fue una gran definición de cultura popular y nacional. Durante mucho tiempo, la historieta fue tan importante como el cine nacional”, indicó.
La muestra se compone con dibujos originales, cartones que muestran el proceso de composición de Antonio Gutiérrez y algunos ejemplares de Rarotonga, el mítico personaje de reina de la jungla que debutó en 1951 dentro de la revista Pepín y relanzado en 1973 en la colección “Lágrimas, Risas y Amor”.
“Estos cómics fueron rescatados hace 30 años por un coleccionista de historietas que las encontró en un tiradero ya para ser destruidas y las atesoró durante todo este tiempo. Él prefiere no dar su nombre por las circunstancias en que se descubrieron, pero es amigo de mi papá y me dijo que yo soy el que sabe qué hacer con eso y me encargo este trabajo”, informó “Bef”.
“Son los únicos originales de Antonio Gutiérrez que se conocen y ahora Laura Nallely Hernández Nieto, experta en historieta nacional y Alfonso Acosta Gutiérrez, mi amigo y nieto del maestro, con quien trabajé, fueron las personas ideales para canalizar este material”.
Respecto de haber trabajado con Antonio Gutiérrez, “Bef” recordó cómo su genio era tanto que apabullaba a todos los que se encontraban en ese estudio. Desde su perspectiva, la historieta de Gutiérrez sentó las bases del melodrama mexicano, que después llegaría al cine y la televisión gracias a la estrecha colaboración con los guionistas Yolanda Vargas Dulché y su esposo Guillermo de la Parra.
La secretaria de Cultura de la Ciudad de México, Claudia Curiel de Icaza declaró la importancia de ver y abrir el espacio museístico a los artistas del lápiz e historietas nacionales.
“Hoy en día, México se conoce por su historia popular, más que por su arte contemporáneo, ya sé que hay un par, pero realmente la riqueza de México ahorita está en nuestra cultura popular, es por lo cual vienen a nuestro país”, aseguró.
HISTORIA DEL ARTE
En conversación con Crónica, la curadora e investigadora de la exposición, Laura Nallely Hernández Nieto explicó que la importancia de los caricaturistas y de personajes como Rarotonga, Kalimán, Memín Pinguín y la Familia Burrón tuvo mucho que ver con la educación sentimental del pueblo mexicano.
“Todos estamos inmersos en un gran melodrama y es algo que tenemos culturalmente, pero la incidencia de estas historietas son las maravillosas historias que se tejen alrededor y en cómo hasta la fecha historias como Rubí siguen teniendo éxito. Todo mundo sabe quién es Rubí y ella vino de una historieta que se publicó en los años 40s”, ahondó.
-¿Qué es lo que hace especial la técnica de Antonio Gutiérrez?
“Es el creador del medio tono. Era una técnica que él creó y consistía en hacer toda la paleta de colores a partir de carboncillo y gis, con paleta de grises, manual. Ellos lijaban todo hasta hacer tabletas y dibujar con carboncillo. No había lápiz, ni tinta, lo único en gouache que utilizaba era para darle brillitos… pero era un cuidado extremo en cuanto a que estos cartones – ahora manchados por el tiempo- eran de un blanco perfecto. El carbón se fijaba con spray de pelo”
Laura Nallely señaló que nadie, además de Gutiérrez y sus ayudantes manejaban esta técnica. “Esto lo hace especial, el nivel de detalle en carboncillo y cosas como los esfuminos que se hacían manualmente de diferentes grosores para dar texturas, además de que tenía perfectamente manejada la figura humana”.
-¿Por qué esto no era considerado arte y tardó tanto en llegar a un Museo?
“El prejuicio contra la historieta viene de la época de oro de la historieta en México. En los años 40s que empezó el gran boom de revistas salieron asociaciones religiosas y sindicatos que veían en ellas un peligro para la identidad nacional y entonces… es histórico el prejuicio, quedó en la sociedad y permeó al lado académico. Fue la visión de la academia que decidió que todo era porquería, eso hizo que en su tiempo en que se publicaban grandes tirajes no se guardaran archivos en biblioteca porque era una porquería y estaba respaldado por la academia”.
-¿Cómo se organiza la historia de la historieta en México?
“Está la que sería la protohistorieta, cuando se desprenden de los grandes periódicos y se hacen revistas, entonces ya tienen más bien suplementos, por ahí de los 20s en la época de la posrevolución. La época de oro se consolida hasta 1934 con la aparición de la revista “Paquín”, primera que compilaba en un solo tomo varias historias”.
“Esta gran época siguió con `Pepín y Chamaco´, no porque no hubiera más, pero esas fueron los 3 pilares. Llegó hasta mediados de los 50 porque viene también la influencia de otros medios, la tele se popularizó y bajaron un poco las ventas pero siguieron grandes tirajes y grandes historias”, continuó la curadora.
“En esta época inicia la época de plata que acaba en los 80s y de ahí se ha hablado de otro periodo, como la consolidación de novela gráfica en México y asentamiento del manga… pero todavía estamos historiando eso. Vamos paso a paso, no podemos ver la historia inmediata”.
En tanto que historiadora de arte, Laura Nallely Hernández Nieto observa que hasta la fecha existe un gran prejuicio para estudiar a las historietas de forma seria e incluso ella, que lleva 15 años dando seguimiento al tema, se ha encontrado con comentarios y perspectivas que hacen de menos su trabajo.
En el país existen pocos historiadores de cómics y hay que ver en qué se especializa cada uno. “Nos conocemos y seremos como diez. Espero que haya más porque es un trabajo enorme”.
INÉDITOS.
La investigación que permitió llevar a cabo “El arte de Rarotonga de Antonio Gutiérrrez comenzó en agosto del año pasado y ha derivado en un posible rescate editorial.
“Estamos trabajando con el área de publicaciones de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí (UASLP) para hacer un libro sobre Rarotonga, basado en la investigación que hicimos para esta exposición”, informó el diseñador gráfico y desarrollador web, Alfonso Acosta Gutiérrez, nieto del artista Antonio Gutiérrez.
Asimismo, Alfonso indicó que gracias a un convenio institucional, la Universidad Iberoamericana donó las digitalizaciones en alta resolución de los 50 dibujos originales que existen y fotografías de todos los objetos para ser incluidos en esta próxima publicación.
“La idea es hacer un libro de arte de Rarotonga, pero no quedemos que quede ahí, sino que sea una investigación académica más rigurosa como primer paso para recuperar la memoria de toda la historieta mexicana”.
Dentro de estos materiales que se pierden, en parte porque las familias no dimensionan la importancia de ciertos elementos, Alfonso también señaló un manual inconcluso y un curso impartido por el historietista, que deben encontrar una estrategia editorial.
“Hay un cuaderno donde están todas sus notas personales de dibujo, apuntes de anatomía, teoría de dibujo etc.”
También, “durante una época de vida organizó un grupo que llamó ‘hermandad de historietistas con el propósito de que se conocieran y convivieran entre sí, para lo cual final de un pequeño boletín que nos daba una hojita cada semana que era la historietica que era un curso de historieta dibujado por él”.
“Hasta ahorita recuperamos casi todas las lecciones, no tenemos los originales, sino los impresos y estamos tratando de recopilarlo. Desgraciadamente, el curso se quedó trunco, pero es interesante la parte que está ahí porque es un curso muy sistematizado de cómo ser historietistas y no solo habla de técnica en una época que no era muy común”, agregó Alfonso.
“Si todo funciona bien queremos un segundo libro donde se hable a fondo de la trayectoria de mi abuelo, su historia y carrera. Tenemos mucho material, desgraciadamente tenemos más material que espacio para publicarlo”.
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