Cultura

Rodeado de familia, amigos y admiradores, José Agustín acude a presentación de reedición de sus obras

Son 17 de sus volúmenes reeditados por Penguin Random House, entre ellos “De perfil”, “Ciudades desiertas”, “El hotel de los corazones solitarios”, “Tragicomedia mexicana 1, 2 y 3” y “Diario de brigadista”. Fue una fiesta para el escritor y sus seguidores

El expresidente ecuatoriano Rafael Correa firma un libro durante un evento público.
El autor, de 78 años, accedió a firmar y dedicar libros a decenas de admiradores. El autor, de 78 años, accedió a firmar y dedicar libros a decenas de admiradores. (Antimio Cruz)

“Se está haciendo tarde”. El poderoso tejido que une a esas cuatro palabras parece un micromensaje dictado por el inconsciente. Se está haciendo tarde (final en laguna). La unión de esas dos frases en un título de novela refleja la mente de una persona donde está ocurriendo, simultáneamente, un recorrido de pensamiento convergente y divergente. Esa es la mente del escritor mexicano José Agustín; autor que hace sesenta años abrió una veta fecundante en la literatura en castellano y que ayer acudió a la presentación de 17 de sus libros reeditados por Penguin Random House Grupo Editorial.

“Se está haciendo tarde”. Vuelve a sonar la frase bajo el techo alto de la Biblioteca pública Abraham Rivera Sandoval, en el Centro histórico de Cuautla, Morelos, donde la poeta Elsa Cross y el novelista Enrique Serna, dicen, en momentos diferentes, que ese libro marcó la madurez y hallazgo de la verdadera voz de José Agustín, quien a principios de los años 70s era conocido como el joven genio que vendía miles de ejemplares de sus dos primeras novelas “La Tumba” y “De perfil”, pero que equivocadamente había sido clasificado sólo como un escritor de sexo, drogas y rock & roll.

A la izquierda y a la derecha hay estantes con libros. Es una biblioteca pública donde volúmenes de Nabokov, Sartre y Arreola están al alcance de cualquier persona que no sólo disfruta la cadena narrativa sino las diferentes arquitecturas que generan las palabras. En medio, casi un centenar de personas están sentadas en las catorce filas de sillas o, de pie, en los pasillos laterales que han quedado libres.

Al frente, en la mesa principal, Cross y Serna compartieron los minutos y las palabras con el pintor y dibujante José Agustín “Tino” Ramírez, el poeta y editor Andrés Ramírez Bermúdez y la poeta Yolanda de la Torre. Ellos son hijos y ella es sobrina del homenajeado; a quien la ciudad de Cuautla ha declarado “Hijo adoptivo”.

Cerca de la puerta de entrada está una mesa donde se pueden adquirir algunos de los volúmenes escritos por José Agustín, recién editados: “De perfil”, “Ciudades desiertas”, “El hotel de los corazones solitarios”, “Tragicomedia mexicana 1, 2 y 3” y “Diario de brigadista”. Cada uno de ellos con prólogo de autores que ahora son plumas consolidadas, pero que pertenecen a generaciones posteriores a Agustín y que recibieron su influencia: Juan Villoro, Álvaro Enrigue, Magali Tercero, entre los que se pueden mirar, en una aproximación rápida a la mesa de libros.

“Se está haciendo tarde”. El título de esta novela escrita en la cárcel vuelve a emerger en la presentación de sus 17 libros y es que es ahí donde se marca el final de la que algunos definen como su etapa psicodélica; etapa que concluye con la descripción de un viaje psicodélico en un Acapulco que ya no existe y en una fiesta que va de cresta de la ola a cresta de la ola, brincando entre excesos y vacíos.

Se habla sobre varias de las novelas escritas por José Agustín y se recuerdan varios pasajes de su biografía, pero un oído atento puede identificar como se regresa varias veces a “Se está haciendo tarde”; porque también fue la novela que comenzó a prefigurar su migración desde la Ciudad de México a Cuautla, Morelos, en 1975. Es ese libro una evidencia física de los procesos con los cuales el novelista nacido en 1944 asocia ideas aparentemente lejanas entre sí, a la vez que explora nuevas ideas. Ese es el libro, por cierto, que fue escribiendo en fragmentos en bolsas de papel que envolvían las tortas que llevaban a los presos, en esa cárcel que compartieron al mismo tiempo José Agustín y José Revueltas.

Ayer, al mismo tiempo que el Sol descendía, la poeta Elsa Cross recordaba capítulos singulares, extravagantes y poco conocidos de la vida del escritor que dice que nació en Acapulco, aunque formalmente nació en Guadalajara y su familia dice que en realidad renació en Tetelcingo.

“Pero, ¡Cuántas barbaridades piensa usted!... Pero ¡Que bien las escribe!”, recordó Elsa Cross que le decía el maestro Juan José Arreola al joven José Agustín nacido en 1944 y que a los 16 años ya se había casado con la hermana de un guerrillero para que los declararan mayores de edad y pudieran sacar pasaporte para irse a Cuba. Y sería precisamente Arreola quien editaría su primera novela, “La Tumba”.

La realidad es que, más allá de las escenas y acciones asociadas a la revuelta juvenil y a la reestructuración del lenguaje de fines de los años 60s y principios de los 70s, la obra de José Agustín es una síntesis de muchas y distantes aproximaciones a la experiencia humana; desde el existencialismo francés hasta la sincronicidad del Antiguo Libro de las Mutaciones; desde el Tarot europeo hasta la mitología prehispánica; desde el rock de los Stones hasta los albures callejeros.

“El núcleo más poderoso de la obra de José Agustín está en la búsqueda de la evolución. En sus textos busca otros esquemas de pensamiento y trabaja muy duro para abrir vías de entendimiento de mentalidades obtusas que prevalecían en su juventud”, dijo en voz alta Elsa Cross. “Además, su ritmo narrativo es impuesto por su vitalidad desbordante. Es tan fresco, que después de 50 años sigue siendo tan joven como cuando fue escrito”.

Para Enrique Serna, la obra de José Agustín ha sido materia de ensayos detallados, pero una reflexión en voz alta requiere decir que mientras todos los escritores jóvenes dudan entre la apuesta por emular a escritores consagrados o por lograr expresarse con voz propia, en el caso de José Agustín se notaba desde el principio una hiperconciencia en el lenguaje pues sus libros están apoyados fuertemente en las expresiones verbales de sus personajes “a veces con fines paródicos, pero sobre todo con el esfuerzo por preservar su identidad y alejarse de clichés literarios”.

“Se está haciendo tarde”. Faltan minutos para escribir, la tarde ha acabado, el bochorno sube y la presentación se ha transformado en una fila de decenas de lectores que buscan una firma del escritor.

Andrés Ramírez, el hijo editor recuerda que, en uno de los primeros manuscritos de Se está haciendo tarde su padre dibujó el hexagrama 27 del I Ching o Libro de las Mutaciones. Es el hexagrama de La Alimentación. ¿Qué tiene que ver el Hexagrama La Alimentación con Cuautla y con la novela multirreferida? Quizá tiene que ver con el hecho de que al salir de la Ciudad de México tuvo otra fuente de alimentación emocional, mental, literaria y donde sus palabras y sus silencios se reorganizaron.

De ese modo, y mientras firma ejemplares de sus libros para sus admiradores, se habla de un posible homenaje en el Palacio de Bellas Artes. Quedan muchas cosas por preguntar y escuchar, pero el tiempo es un recurso finito y el cierre de edición del sábado 29 de abril de 2023, ya está transcurriendo tarde.

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