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“Si te pones a pensar, el ruido sería el himno nacional del capitalismo. El ruido denota acción y la acción denota –para algunos– progreso, producción, utilidad, estás haciendo algo, porque incluso cuando te quedas en el teclado haces ruido”, indica Arturo Loera a propósito de su poemario “Algunos sueños sobre el capitalismo”.
El libro editado por el Fondo de Cultura Económica (FCE), en su colección Tierra Adentro, presenta versos irónicos sobre el consumismo, la idolatría a dioses pasados y objetos contemporáneos, así como el silencio y la carestía de la vida a partir de la explosión inmobiliaria.
“El ruido es sinónimo de acción y trabajo, muchas veces los escritores nos pensamos como productores de obra, pero la poesía en general la acompaña más el silencio que el ruido porque hasta en una cuestión casi idealista, la contemplación es necesaria y la interiorización se da a partir del silencio”, comenta el autor.
Loera detalla que el libro surgió de la necesidad de detenerse y observar, acciones que prohíbe el capitalismo.
FRENARSE
“Observar pareciera que es algo que no se nos permite porque a través del consumo evadimos una realidad, estamos en la pantalla, en las tiendas, estamos viendo los aparadores. Este libro surge de la necesidad de detenerse un momento y no ser un consumidor más cuando observo a mi vecino, a la banqueta o al respirar y pensar en otras cosas, no ser útil para el mercado al menos por un momento”, indica.
¿Por qué hablar de lo obvio?, se le pregunta. “Las obviedades han quedado desplazadas y redescubrirlas es todo un fenómeno, no es que haga una invitación directa, pero mi intención es volver a descubrir lo obvio, están ahí las cosas y son hermosas por su naturaleza”, responde.
El poemario se divide en tres partes: “Algunos sueños sobre el capitalismo”, “El siglo de los lotófagos” y “Dos poemas aparentemente históricos”.
“La figura del loto como la maneja Homero en La Odisea me pareció interesante: los acompañantes de Ulises llegan al país del loto, encuentran unas personas comiendo el loto, pero se dan cuenta que al comerlo se olvidan de todo, pierden la memoria, no recuerdan de qué país vienen, no les interesa más que comer”, narra.
Loera encontró en esa narración la metáfora perfecta para la representación del capitalismo. "Volvemos a lo mismo, a ese sentido de evasión, nosotros consumimos el loto al estar pegados en el celular, al comprar cosas innecesarias, al estar pendiente de las tendencias del mercado”.
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