Sobre la arena del desierto de Chihuahua se resguardan vestigios con 10 mil años de antigüedad, esa área que comprende más de 40 sitios y 21 puntos de manifestaciones rupestres se llama Samalayuca. Ahí es donde se conservan puntas de flechas que los primeros pobladores usaron para cazar mamuts, petrograbados que narran la existencia de clanes y pinturas rupestres hechas con hierro.
Samalayuca es un sitio con visita pública no regulada por el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), es decir, que las personas pueden ingresar de manera libre y en su caminata arqueológica no encontrarán custodios, es un cacho de desierto que a nadie se le niega, pero que administrativamente no está abierto de manera oficial. El motivo: sus grandes dimensiones.
“Cuando hablamos de Samalayuca no hablamos de Teotihuacán, Chichén Itzá o Malinalco, que son sitios que ubicamos claramente, nos referimos a una región que abarca las dunas y la sierra llamada Samalayuca. Es decir, más de 12 kilómetros de largo y a eso hay que agregarle todo alrededor de las dunas”, explica el arqueólogo Enrique Chacón Soria.
La complejidad de estos sitios comunes en el norte del país se observa en la poca señalética que tiene Samalayuca. “Creo nada más nos queda una cédula y, sin embargo, hacemos monitoreos, supervisiones, visitas al lugar gracias al proyecto que realizo de manera anual”.
Chacón Soria encabeza el “Proyecto Arqueológico Samalayuca”, que este 2023 iniciará su quinta temporada de trabajo.
“Llevo visitando el sitio y atendiéndolo de manera esporádica desde hace más de diez años. En el 2016 presenté formalmente un proyecto de investigación y en unos meses iniciaremos la quinta temporada de campo. En las cuatro temporadas anteriores hemos registrado más de mil rocas con petrograbados y varios campamentos”, señala.
–¿Qué trabajarán este año?
–Estamos en la etapa de prospección arqueológica, del reconocimiento superficial del terreno, estamos caminando para identificar, detectar y registrar todos los elementos arqueológicos que encontremos a nuestro paso. Después haremos una selección de espacios factibles para excavación.
“El fin es agrandar los mapas y hacerlos más detallados, además de diseñar estrategias para la conservación”.
Los asentamientos que Chacón Soria ha detectado en Samalayuca son de tres tipos: sitios arqueológicos habitacionales con muros de adobe, campamentos donde no hay nada de arquitectura solamente fogones y restos de materiales, y manifestaciones gráfico-rupestres.
La importancia de esta región es el hallazgo de objetos fechados para el periodo paleoindio, es decir, la época de la última glaciación.
“Samalayuca cuenta con toda la secuencia cronológica del estado de Chihuahua: el periodo paleoindio del que hay puntas de proyectil con las que (los primeros pobladores) cazaban mamuts, el arcaico (6000 a.C. al 1000 a.C.) con herramientas de piedra, campamentos y arte rupestre; el periodo de transición y el período prehistórico tardío al que pertenece la mayoría del arte rupestre”, comenta el experto.
Es por ello que, Chacón Soria habla de una secuencia de más de 10 mil años con evidencias arqueológicas.
En el entorno agreste de Samalayuca, a 52 kilómetros de Ciudad Juárez, se observan restos de una cultura que desarrolló un estilo pictórico hacia el año 700 d.C.: Jornada Mogollón.
“El estilo Jornada Mogollón surge en Nuevo México, forma parte de las tradiciones culturales del suroeste de los Estados Unidos que llegó hasta el norte de Chihuahua y sus representaciones se vinculan a mitos y rituales”, platica el arqueólogo.
En la gráfica rupestre, los expertos identificaron dos grandes clanes: el clan de la serpiente y el clan del carnero.
“El carnero o la cabra de monte fue un animal mítico-mágico para los pueblos ancestrales. Hay representaciones de figuras humanas con el carnero y de rituales para cazar al animal. También hay representaciones donde las figuras humanas llevan los cuernos del carnero en su cabeza”, detalla Chacón Soria.
Los antiguos pobladores creían que este animal otorgaba fuerza a los guerreros y a todo el clan a través de la cacería y de sus rituales.
Sobre el clan de la serpiente, el arqueólogo explica que este ofidio se asociaba a la lluvia. “Hay representaciones de serpientes y de figuras humanas con máscaras y con serpientes a un lado. Parte de los rituales era buscar serpientes, luego hacer danzas con ellas en las manos y mordiéndolas, danzar, luego soltarlas y entonces se pensaba que ese vínculo atraía la lluvia”.
Otra representación grabada sobre las piedras de Samalayuca es un hombre que los expertos han nombrado el “señor de cuello largo” y que fue un sacerdote, una especie de chamán plasmado con máscara.
“A un lado del señor cuello largo hay unas líneas en zigzag que son la representación de la serpiente y hacia el otro lado aparece el ayudante del chamán, esto lo que nos quiere decir es que, en algún momento, hacia el 700 d.C., hubo un gran sacerdote qué realizó hazañas, entonces fue representado en la roca y el cuello largo es una representación esquemática de altura y de importancia de este sacerdote chamán”, indica.
Esas evidencias demuestran que Samalayuca fue un centro de migración y peregrinación.
“Si quitamos a toda la gente actual, la carretera, el tren y toda la infraestructura que hay ahora, tendremos una sierra rica en flora y fauna. Hay reportes de biólogos de que sí fueron vistos animales como el carnero, además alrededor de la tierra y muy cerca de las orillas de las dunas había manantiales, todavía algunos éstos tenían vida hace 30 años, se fueron secando, el agua se extrae por pozos”, narra.
El entorno que existió en Samalayuca atrajo a los peregrinos como un lugar místico.
“Los asentamientos, en general, pensamos que fueron de carácter temporal, son asentamientos muy sencillos y proponemos que, en alguna época del año, grupos de la cultura Jornada Mogollón llegaban a acampar, a hacer rituales, a cazar animales y estar un tiempo ahí”, plantea Chacón Soria.
–¿Cómo tallaban la piedra y plasmaban su pintura?
–Podemos decir que el 99 por ciento del arte rupestre de Samalayuca son petrograbados y solamente hay un sitio con pinturas rupestres. El sitio de pinturas pertenece al arcaico, son de las más antiguas, tienen alrededor de 2 mil años de antigüedad. Son pinturas rojas elaboradas con pigmento mineral, hierro.
“Por ahora, tenemos un conteo aproximado de mil rocas con petrograbados (grabados sobre roca) que fueron realizados, por lo que nosotros llamamos la técnica de percusión, es decir, con cinceles de piedra golpearon la superficie de la roca y le fueron dando forma a través de puntos y líneas para definir las figuras que ellos querían representar. Entonces son grabados, son golpes directos, no hay pintura ahí”, señala.
Sobre la ocupación temprana del sitio, el arqueólogo comenta que únicamente han hallado puntas de lanza para cazar mamuts.
“En la época de la década de los 50, un arqueólogo mexicano atendió una denuncia de un hallazgo de huesos de megafauna. Esos huesos pudieron haber sido de mamuts, de mastodontes, pero como eran fragmentos fueron encontrados en el Valle de Juárez hacia el Río Bravo. Es decir, en la región de Samalayuca no hemos encontrado huesos de megafauna, pero sí en el valle de Juárez que no está muy lejos”.
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