Cultura

Samuel Ramos y su discurso de ingreso a El Colegio Nacional

Para conmemorar el ingreso del filósofo a El Colegio Nacional, la institución nos comparte un fragmento de sy discurso

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Samuel Ramos, miembro de El Colegio Nacional.

Samuel Ramos, miembro de El Colegio Nacional.

ECN

El 17 de septiembre de 1952, Samuel Ramos ingresó a El Colegio Nacional (ECN). Ramos es considerado el iniciador de la filosofía de lo mexicano. Su obra constituye valiosas aportaciones a la cultura del país. Además de su papel de filósofo, Ramos fue oficial mayor de la SEP, director de la Facultad de Filosofía y Letras y coordinador de Humanidades de la UNAM. Para conmemorar su incorporación a ECN, compartimos con los lectores de Crónica un fragmento de su discurso ingreso, el cual recibió la salutación de Alfonso Reyes y la contestación de José Vasconcelos.

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Quiero que mis primeras palabras en esta Aula, sean para hacer pública mi gratitud por el honor que se me ha dispensado al admitirme en El Colegio Nacional, que me coloca en medio de un grupo prestigioso de mexicanos, todos eminentes en la ciencia, la filosofía, las letras y las artes. Es, sin duda, un grato privilegio el poder comunicar de viva voz a un auditorio voluntario lo que se está pensando sobre un tema importante, con toda libertad sin reticencias ni cortapisas.

Tuve la suerte de ser formado en el pensamiento filosófico, por uno de los ilustres miembros de este Colegio, el maestro Antonio Caso, hace pocos años desaparecido. Quisiera en honor y en elogio suyo aprovechar esta lección inaugural para exponer cuál es en mi opinión, la trascendencia y el valor que ha tenido su obra para la historia de la cultura mexicana, sin que por esto pretenda abarcar sus múltiples aspectos en el breve tiempo que me es concedido.

El desarrollo de su vocación filosófica no tuvo el propósito de salvarse sólo él mismo. Desde el comienzo de su labor pública como filósofo se propone deliberadamente cambiar el ambiente-espiritual de México, salvar también a éste. La renovación filosófica que él predicó al entrar en la escena pública, tiene como mira inculcar una doctrina que reivindica los valores superiores de la existencia humana, y cuyo efecto había de ser la elevación del tono de nuestra vida intelectual. Uno de los resortes centrales de su filosofía, es el sentimiento de que el hombre está sobre la naturaleza, su amor por las más altas realizaciones humanas y su fe inquebrantable en un mejor porvenir de los destinos de la humanidad. Su prédica se propone hacer cambiar la concepción naturalista del hombre, dominante en México todavía a principios de este siglo, por una concepción espiritualista que él define como un "nuevo humanismo". Pero su idealismo no era de aquellos que se ciernen en las nubes de la utopía, porque son ciegos a una realidad siempre rebelde a los impulsos más altos del hombre.

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Los tiempos que le tocó vivir no eran propicios para inspirarle una confianza demasiado ingenua en el porvenir. Pero precisamente esta peligrosidad constituía para Caso una de las condiciones del heroísmo, en el que se sublima la calidad del alma humana. "Es, en suma, dice Caso, el movimiento (filosófico contemporáneo) una reivindicación del espíritu, de la vida espiritual autónoma e irreductible, de lo propio y genuinamente humano. No es idealismo suele decirse, sino humanismo... "

Su interés no es propiamente cosmológico, sino antropocéntrico. Desde este punto de vista Caso desarrolló su doctrina en la tesis contenida en su libro La existencia como economía, como desinterés y como caridad. El contenido dé la obra está constituido por una doctrina ecléctica en que se trata de conciliar los conceptos utilitarios de la ciencia con los valores del cristianismo y el humanismo. Puesto que el arte y la caridad son actos desinteresados que rompen con la ley de la economía, acreditan que el hombre es ciudadano de otro mundo superior al de la mera naturaleza. Opínese también el filósofo mexicano al determinismo científico, como principio absoluto de la existencia, alegando la indeterminación que se muestra en los fenómenos biológicos, psíquicos y sociales.

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Esto no quiere decir, a juzgar por otros aspectos del pensamiento de Caso a que luego aludiremos, que las tareas propias del filósofo no afecten el curso de la realidad en que vive, o asuma ante ella una especie de indiferencia e irresponsabilidad. Todas las filosofías, y la de Caso no es una excepción, tocan uno de los asuntos que más importan a la acción humana, en su diario ajetreo, como es la tabla de valores, vigente en un lugar y en un momento histórico. Así Caso en diversas partes de su obra emprende la crítica de esos centros ideales de atracción que, para bien o para mal, movilizan la conducta humana, porque son los valores en que una civilización ha puesto su interés. La utilidad, la riqueza, el poder, el ser, el parecer, el goce, etc., son metas familiares en nuestro mundo y cuya justificación es frecuentemente puesta en tela de juicio a lo largo de las reflexiones de Antonio Caso.

En efecto, la enseñanza de Caso ponía gran énfasis en este punto que podría definirse con la conocida formula de "unir el pensamiento con la vida", la cual podría ser el lema de una de las tendencias dominantes de la modernidad filosófica.

Entre una filosofía, que corno el racionalismo tradicional sustituía la realidad por un esquema conceptual, compuesto ele "entidades convencionales en las que no se reconocía la humanidad viva en lucha constante con el mundo real"; y una filosofía como el antiintelectualismo que promete entregar la realidad palpitante, Caso opta por esta última. "La Filosofía -concluye Caso-, es un saber en perpetuo desbordamiento, en perenne gestación; como la vida, como la realidad misma que trata de esclarecer y que sólo así logra explicar; paso a paso, lentamente para asegurar sus con quistas, pero inquebrantable en sus resultados".

Si mi interpretación no es inexacta, su contenido está compuesto de un humanismo, distinto al que representaron las "humanidades clásicas"; su dirección fundamental apunta hacia un realismo y un activismo. Caso seleccionó de las enseñanzas de los europeos las ideas más afines a nuestra situación espiritual reuniéndolas en un sistema ecléctico, en que adquieren un estilo personal, una voz y un aliento que son ya del filósofo mexicano. Éste vuelve a pensar esas ideas con auténtico espíritu filosófico, asimilándolas a su personalidad. Pero esto no sucede solamente a un filósofo mexicano como Caso. Es que ninguna filosofía, si lo es en verdad, por más abstracta que parezca su formulación, carece de relación con las circunstancias históricas en que se produce. Quienes hacen la filosofía son hombres que, como tales, viven en una comunidad y comparten a querer o no todas las preocupaciones, sentimientos, ideas y creencias de esa comunidad.

Me ha parecido que esta lección inaugural era la mejor ocasión para honrar la memoria del Maestro Antonio Caso, haciendo un breve examen de su filosofía con el fin de destacar las ideas que están vivas y, por decirlo así, presentes en la actividad de los filósofos de hoy en día. En este sentido es el fundador ele una época que será decisiva en nuestra historia. Representa un momento en que un cierto clima espiritual se extendió por la América hispana imponiendo la misma inquietud a su intelectualidad. Son, contemporáneos ele Caso, Alejandro Korn en la Argentina, Vaz Ferreira en el Uruguay, Deustua en el Perú, Varona en Cuba.

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En México, actúan en el presente diversas direcciones filosóficas, pero la que más directamente se vincula con la doctrina de Caso y continúa las ideas que ésta ha sugerido, es aquella que trata de filosofar en más estrecho contacto con la realidad mexicana. Indirectamente la exposición que hemos hecho, aunque muy incompleta, puede servir para justificar esta actitud, que por lo demás se ha visto autorizada por las ideas provenientes de otros filósofos

Los síntomas de este oscuro deseo, pueden encontrarse en esos movimientos nacionalistas en la literatura, la pintura, la música, la novela, que empiezan a brotar en la tercera década de nuestro siglo. Tuvo ya una clara conciencia de esta voluntad popular, José Vasconcelos, quien según sus propias palabras era un filósofo a quien se en comendaba la educación de un pueblo. Uno de los puntos de su política educativa, fue el de alentar los esfuerzos en favor de una cultura mexicana.

En estas palabras, encontraba el que habla una sugestión impresionante, para poner atención a esta humilde realidad nuestra que hasta entonces no había parecido digna de tan encumbrados menesteres. Pero, ¿por qué hacerle esa ofensa? ¿Acaso sería imposible a través de sufactum, encontrar un Lagos de México? ¿Por qué si la filosofía se ocupa de todo, había ele impedírsenos hacer una filosofía de la, historia de México, una filosofía de su cultura, y una filosofía de nuestro hombre? Hoy por fortuna estas ideas han alcanzado plena aceptación, porque se demuestran, como el movimiento, andando.

Invitación a la exposición de ECN.

Invitación a la exposición de ECN.

Ahora, cuando comienza la segunda mitad del siglo xx, encontramos a México empeñado en una gran obra constructiva en todos los campos, en el de la cultura y en el de la vida económica, que se ha continuado a favor de una larga era de paz. Si sus efectos benéficos para el bienestar material de la población no se alcanzan todavía, cuando menos un resultado está ya a la vista. En esta obra planeada, dirigida y ejecutada por mexicanes, éstos han descubierto sus capacidades de inteligencia y ele creación, adquiriendo.

La acción creadora en que es posible palpar el éxito de los resultados, parece ser el mejor remedio para librarnos del sentimiento de inferioridad que padecemos por largo tiempo. Hoy los mexicanos se dan cuenta por propia experiencia que, en cualquier terreno, son tan aptos como los hombres de los países más civilizados. El mexicano de hoy se enfrenta al porvenir con mayor seguridad y optimismo. Su impetuosidad, su voluntad ambiciosa parecen haber encontrado el único buen cauce para canalizar sus energías, que no puede ser otro que el engrandecimiento material y espiritual de México siguiendo siempre la línea de su propia personalidad nacional.

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