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Silvia Molina: “A José Carlos Becerra lo conocí más como un ser humano que como poeta”

>“Le gustaba hablar más de lo que estaba haciendo que de su escritura”. Presenta reedición de su novela “La mañana debe seguir gris”>

La escritora Elena Poniatowska
La escritora Silvia Molina narra su amistad con el poeta en Londres, en el año 1969. La escritora Silvia Molina narra su amistad con el poeta en Londres, en el año 1969. (La Crónica de Hoy)

El romance de Silvia Molina (Ciudad de México, 1946), una joven mexicana recién llegada a Londres en 1969, con el poeta tabasqueño José Carlos Becerra (1936-1970) quien un año después moriría en un accidente automovilístico en Italia, es narrado en la novela “La mañana debe seguir gris”, obra que celebra más de cuatro décadas de vida.

Originalmente publicado por la editorial Joaquín Mortiz en 1977, este libro llega ahora a librerías bajo el sello del Fondo de Cultura Económica, en su colección Popular, edición que se presentará el 6 de julio en la Librería Octavio Paz a las 19:00 horas.

“Es una novela de tono autobiográfico, es mi experiencia, viví en Londres, conocí a José Carlos Becerra, salí con él y las cosas se dieron de manera distinta a las narradas”, indica en entrevista Silvia Molina.

La también Premio Xavier Villaurrutia 1977 y Premio Sor Juana Inés de la Cruz 1998 expresa que disfrutó su estancia en Londres y ésta hubiera sido distinta sin la presencia del poeta.

“Enriqueció mi visión de un país, de una cultura y de otras culturas porque íbamos mucho a los museos, aprendí bastante y quizá hubiera aprendido años más adelante de mi vida, pero lo hice en ese momento, fue una comunicación interesante a través del arte y la cultura”, comenta.

En ese año, 1969, Silvia Molina conoció poco la obra de Becerra. “Lo conocí más como un ser humano, era un escritor sencillo que se deslumbraba con todo lo que iba descubriendo, tenía una beca para viajar y no para escribir, llevaba una vida tranquila”.

La miembro del Seminario de Cultura Mexicana recuerda que era muy amigo de Hugo Gutiérrez Vega con quien, en Londres, ambos se acercaron. “Ahí hice una amistad de toda la vida con él y su esposa Lucinda. En esta novela quise recrear un momento de mi vida que me formó”.

Becerra estudió arquitectura en la Universidad Nacional Autónoma de México, publicó “Oscura palabra” (1965), “Corona de hierro” (1966) que obtuvo el premio Aguascalientes, y “Relación de los hechos” (1967). Fue becario del Centro Mexicano de Escritores en 1967. En 1969, obtuvo la beca Guggenheim, gracias a la cual residió unos meses en Nueva York y en Londres, antes de partir a Italia, donde murió en un accidente cerca de la ciudad de Brindisi, en 1970.

“El libro se siguió reeditando, ahora estoy feliz de que esté en el FCE porque tiene buena difusión. Es un homenaje a este poeta que curiosamente cuando lo traté y salí con él no tenía la visión del poeta porque hablaba poco de su poesía, no había libros que pudieras comprar para ver qué escribía y se interesaba más en lo que estaba haciendo en ese momento que en hablar de lo que había escrito”, señala Molina.

¿Es un recuerdo de lo primero: primer amor, primera mudanza…?

Después de mucho tiempo que murió escribí la novela, pero te queda la esencia, no todo al detalle, te queda la nostalgia de un país, de una cultura, de un paisaje, de un personaje con el que descubriste no solamente ese sentimiento fuerte que con cada contradicción se avivaba un poco más, fue un descubrimiento en general de no sólo del primer amor sino de la vida y de sus consecuencias.

Otro tema que está en la novela es la libertad, agrega. “Acababa de pasar la masacre de 1968, en Inglaterra estaba la música a todo lo que daba: The Beatles, Led Zeppelin, el vestuario cambiaba mucho, la gente se vestía como se le daba la gana, había cantidad de teatro, cine, todos los museos tenían ofertas novedosas, había un mundo por descubrir”.

A pesar de esas libertades, en la novela aparece un impedimento: la autoridad de la tía que cuida de la joven recién llegada a Londres.

“Es un personaje al que era necesario acentuar su carácter, la parte conservadora autoritaria porque eso le daba tensión a la relación entre la narradora y el poeta, las cosas de por sí no son fáciles. La tía es la mala de la película, por así decirlo, es la que siembra la discordia, la dificultad, las trampas, hace que la narradora dude de sí misma, qué es lo que quiere y qué no quiere”.

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