Cultura

Verdi y Strawinsky fijan rumbo a la excelencia al Staatsballett de Berlín en nueva etapa

Despide este mes su temporada con tres producciones

El Staatsballett de Berlín.

El Staatsballett de Berlín.

La temporada del Staatsballett de Berlín se despide este mes con tres producciones, con Verdi y Strawinsky como inspiración y marcando el rumbo a la excelencia para el conjunto de la capital alemana, a punto de cambiar de responsable y entre elogios y expectación por parte de la crítica.

Ninguna de las tres son estreno, alguna es ya historia consolidada del ballett contemporáneo y las partituras hace décadas que removieron y conmovieron, hasta sin necesitar a la danza para ello, pero su programación ha puesto un alto broche final a la temporada.

La "Misa de Requiem" de Giuseppe Verdi, en la versión coreografiada por Christian Spuck hace siete años en Zúrich, se ha convertido en la sensación del momento en Berlín: "su debut difícilmente podría haber sido más brillante", ha escrito el "Berliner Zeitung".

Y es que Spuck llega al Staatsballett berlinés como nuevo responsable y procedente del coliseo suizo, con intención de devolver un poco de calma a la escena capitalina tras polémicas locales que desviaron el foco desde el ámbito de la creación hacia otros menos artísticos.

Spuck interpreta la música de Verdi, que la compuso en 1874, y la transporta al soporte de la danza, para lo cual reconoce que recurre a la abstracción, único método mediante el cual dice ser capaz de la "realización escénica" de la inmortal obra del italiano.

El coreógrafo ha explicado que su deseo con esta versión fue el de "hacer que el espectador escuche la música de otra manera". La fuerza de la música de Verdi, y especialmente en su "Requiem", ha sido suficiente durante siglo y medio para no necesitar "verla". O hasta ahora.

Coro, cuerpo de ballett y solistas dan forma a la misa de difuntos - todos ellos incorporan la música de Verdi y se mueven con ella sobre un escenario donde el color negro domina - pero despojada de connotaciones católicas originales, porque Spuck resume e interpreta la partitura hasta la esencia del enfrentamiento del ser humano con la muerte.

Las notas de los críticos son de "cinco sobre cinco" y las ovaciones en pie están cerrando las representaciones de este "Requiem" que se ve además de escucharse.

La otra mitad del éxito que rodea al ballett berlinés en este final de temporada se la lleva Igor Strawinsky, que titula la "Ballettabend" compuesta por dos versiones de sendos clásicos del ruso: la "Petruschka" que coreografía Marco Goecke y la venerada que, de "La consagración de la primavera", realizó Pina Bausch en 1975 y que solo ahora llega a Berlín.

Se trata de dos formas de interpretar a Strawinsky desde la contemporaneidad, mucho más próxima la de Goecke, pero que hace brillar a la creación de Bausch y su fuerza arcaica en un escenario dominado por el enfrentamiento entre los sexos.

La producción de la alemana es ya un clásico y una apuesta segura mientras que la interpretación de Goecke por un lado fascina en su abstracción y de algún modo hace justicia artística al coreógrafo, que protagonizó una desafortunada y reciente acción contra una crítica adversa.