Uno de los asentamientos más antiguos de Mesoamérica se encuentra a 30 minutos de la Ciudad de Oaxaca, se llama San José Mogote, tuvo una ocupación desde el año 1500 a.C. y además de montículos, ahí se ha hallado un incensario pintado con cinabrio, esculturas funerarias del dios murciélago, entierros de personajes de la élite y piedras labradas con jeroglíficos zapotecas.
Este diario visitó la zona arqueológica que se vislumbra desde el camino de la carretera que te lleva a San Gabriel Etla. Lo que se aprecia es una plaza principal que tiene una pirámide de amplias dimensiones (similares a la pirámide principal de Monte Albán) y con escalinatas que te llevan a los restos de un muro de un posible templo.
Estos vestigios que también comprenden una serie de terrazas carecen de mantenimiento por parte del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) y a decir por los pobladores “las autoridades del INAH ya tienen un rato que no vienen a cortar la maleza”. Esa afirmación es más evidente cuando se observan grafitis en algunos restos de muros.
Además de la falta de mantenimiento, San José Mogote no tiene señalética ni cedularios, tampoco vigilancia. A simple vista, podría considerarse una evidencia prehispánica que convive con la comunidad como un elemento más de su entorno, ya que a unos escasos cuatro metros de las escalinatas inician las casas modernas.
Los pobladores están acostumbrados a las visitas de turistas, “no vienen tan seguido”, afirman a Crónica. Las recomendaciones que ofrecen para que “aprovechen” el recorrido es subir las escalinatas y admirar la vista panorámica de una parte de los valles centrales de Oaxaca. También la gente sabe que “recientemente” el “INAH ha estado trabajando, pero se llevan las piezas a Ciudad de México”.
Antes de que Monte Albán fuera una ciudad dominante en Oaxaca, San José Mogote fue centro de poder en dicho estado, fue un cacicazgo que dominó el intercambio económico y comercial a través de guerras.
DIABLO ENCHILADO Y ENTIERROS
Otra sugerencia de los pobladores es visitar el museo de sitio, espacio que administra la comunidad y que mantienen cerrado porque no pueden tener alguien a cargo las 24 horas, en especial porque “no son constantes las visitas”. En el registro de entradas, además de mexicanos, las nacionalidades que llegaron este mes a San José Mogote fueron alemanes y japoneses.
El museo comunitario se ubica en la ex hacienda de El Cacique, sitio explorado desde 1964, inaugurado en enero de 1986 gracias a la labor de un arqueólogo que estudió gran parte de los valles centrales de Oaxaca y de quien se exhiben fotografías: Kent V. Flannery, de la Universidad de Michigan, Estados Unidos.
El museo tiene tres salas: la arqueológica, la historia de la hacienda y la narración de la lucha por la tierra.
Sin duda, las piezas arqueológicas que exhiben llaman la atención, en especial, el “Diablo enchilado”, un brasero de la época de Monte Albán II que fue encontrado en el punto más alto del sitio, en una caja de ofrenda de mampostería, excavada en 1978. La característica de esta pieza es su color rojo porque fue pintada con cinabrio.
Algunos de los más de 300 objetos que se exhiben son un conjunto cerámico de “personajes voladores”, representaciones cerámicas de personas fallecidas, collares de concha, una figura antropomorfa de jade, una urna funeraria del dios murciélago, restos óseos, piedras labradas con la cara de animales y vasijas.
En una de las cédulas del museo se explica que la vida ceremonial en San José Mogote fue muy rica, en épocas más antiguas (del 1000 a.C.) los habitantes tenían pequeños edificios donde realizaban sus rituales, y en años más tardíos (0-1000 d.C.) construyeron templos “más formales”.
“De la costa del Pacífico traían la concha de caracol que servía de trompeta. También de esa región conseguían materiales para disfraces ceremoniales como plumas de guacamaya, escama de armadillo y mandíbulas de cocodrilo. De los grandes ríos del Golfo de México venían las conchas de tortuga que eran utilizadas como tambores”, se explica.
Esos materiales orgánicos se combinaban con productos locales como astas de venado para tocar el tambor, flautas de hueso o carrizo, máscaras de cerámica y güiros hechos con hueso de venado.
En el museo se detalla que en San José Mogote existieron dos tradiciones funerarias: la de enterrar a los muertos en su propia casa y la de enterrar a ciertos personajes de manera colectiva. En una cédula se narra el hallazgo de un entierro colectivo, fechado entre el 1150 al 850 a.C. de personas adultas con cuentas de jade en la boca y varias vasijas posiblemente con algún tipo de alimento en su interior.
También se explica que del 1100 al 800 a. C. la población creía en dos seres mitológicos: serpiente de fuego y hombre jaguar. Ambos representados en diferentes cerámicas. En esa misma sala se habla de un estudio de casi 600 ejemplares que evidenció una distribución antagónica; probablemente estos personajes fueron los fundadores de varios linajes.
La descendencia era un principio organizador vital en la sociedad zapoteca, se lee en una cédula. Creían que los antepasados intervenían en asuntos del pueblo aún después de la muerte, por ello les colocaban ofrendas con cacao, pulque, jade y otros elementos para tenerlos contentos
Un conjunto cerámico que se exhibe es una escena ritual con cuatro figurillas de barro, tres con los brazos cruzados en la misma posición que arqueólogos hallaron restos óseos en la zona; la cuarta figurilla está sentada.
Una pieza que sobresale está en una sala donde se explica que, a partir de un salvamento arqueológico en 1987 en el pueblo, investigadores hallaron una piedra con la representación de una guerra, denominado Monumento 3: una gran piedra labrada entre los años 700 y 500 a. C. con una figura humana desnuda que a los pies muestra su nombre calendárico "Uno Temblor".
La hipótesis es que se trata de un prisionero sacrificado porque tiene el ojo cerrado, la boca abierta y unas volutas de sangre que brotan del pecho y de su pie; además debajo tiene el glifo “Uno Temblor". Esto indica una acción de guerra ganada por San José Mogote.
Esta antigua ciudad desarrolló diferentes formas de edificios públicos conforme pasaron los años, por ejemplo, en el 1500 a.C. había construcciones de siete metros de largo cuadrangulares rodeadas de piedras paradas a manera de muros; en el periodo llamado “Tierras Largas” (1350 a.C.) hubo un auge de edificaciones cuadrangulares con estuco.
Después hubo construcción de terrazas y plataformas escalonadas, entre el 1000 y 900 a.C., los años posteriores siguió el perfeccionamiento de esas construcciones hasta que en el 600 a.C. sucedió la edificación de grandes monumentos, usaron sílex de más de una tonelada de peso procedentes del rancho Matadamas a un kilómetro del sitio.
Copyright © 2023 La Crónica de Hoy .