El inicio de un nuevo año tiene algo de liturgia. Hacemos listas, escribimos deseos y, como si de magia se tratara, esperamos que el cambio nos alcance. Pero el deporte mexicano no necesita magia; requiere algo más terrenal: compromisos reales que conviertan los sueños en logros. Imaginemos, por un momento, que el deporte recibe regalos de Reyes. ¿Qué encontraríamos junto a sus zapatos?
UNA CANCHA PARA CADA BARRIO: INFRAESTRUCTURA ACCESIBLE
Hay sueños que nacen en el pavimento agrietado de una colonia o en un terreno baldío donde, pese a todo, los niños inventan porterías con ladrillos y arcos con camisetas. El primer regalo sería básico: espacios deportivos dignos en cada rincón del país. En un México donde la desigualdad también se mide en metros cuadrados de pasto o cemento, este sueño es un pendiente urgente.
Imaginemos canchas rehabilitadas, gimnasios comunitarios que no sean ruinas funcionales y parques donde el miedo no sea el árbitro. No se trata de megaproyectos ostentosos, sino de pequeñas transformaciones que cambian realidades. Estos espacios podrían ser la salida de muchos niños y jóvenes a problemas como la violencia o el abandono escolar. Para lograrlos, haría falta una visión que conjugue voluntad política, apoyo comunitario y una gestión honesta.
ATLETAS RESPALDADOS: EL SUEÑO DE UN FUTURO SIN PRECARIEDAD
El segundo regalo sería para quienes ya dieron el primer paso: los atletas mexicanos. Muchos de ellos, sobre todo en disciplinas menos mediáticas, enfrentan barreras que no deberían existir. El sueño es claro: un 2025 donde los deportistas no tengan que preocuparse por cómo financiar sus entrenamientos, costear un viaje a una competencia o, en el peor de los casos, por cómo sobrevivir.
Pensemos en becas estables, atención médica integral y apoyo psicológico como el mínimo indispensable. No solo hablamos de ganar medallas —aunque claro que importan—, sino de dignificar el esfuerzo de quienes representan a México con pasión. Además, está el impulso a deportes adaptados y femeninos, que todavía cargan con el peso de la invisibilidad y la desigualdad. Imaginen lo que podría ocurrir si se les diera el lugar que merecen.
DEPORTE COMO HERRAMIENTA SOCIAL: INCLUSIÓN DESDE LAS BASES
Hay algo casi mágico en el deporte: su capacidad de unir. Pero no basta con su magia; necesita estructura. Otro sueño para 2025 sería consolidar programas que acerquen el deporte a las comunidades marginadas, que derriben barreras de género y que integren desde las bases. Por ejemplo, ligas mixtas en barrios, torneos que reúnan a diferentes sectores sociales y proyectos que vean en cada niño o niña una promesa.
El deporte adaptado también debe estar en esta lista de deseos. Las personas con discapacidad merecen espacios donde desarrollarse plenamente. En un mundo ideal, las iniciativas inclusivas tendrían el mismo peso mediático y financiero que las grandes disciplinas consolidadas. No es un lujo, es un derecho.
UN AÑO PARA IMAGINAR EN GRANDE
Si 2025 pudiera cumplir estos sueños, el deporte mexicano no solo avanzaría en lo competitivo, sino también en lo social. Al final, el deporte no se mide solo en medallas, sino en las vidas que transforma. Que este sea el año en el que cada cancha se llene de historias, cada atleta reciba el apoyo que merece y cada comunidad descubra en el deporte una herramienta para crecer. Porque el verdadero cambio no está en los discursos, sino en los espacios donde empezamos a movernos.