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Columna: ‘Para entender el deporte’

Promesas rotas en la pista de enero: ¿por qué fallamos al hacer ejercicio?

PROPÓSITOS. Según datos recientes, alrededor del 80% de los propósitos de Año Nuevo se abandonan antes de febrero

Cada 31 de diciembre ocurre un fenómeno curioso: la intención colectiva de cambiar. Entre las doce campanadas y los brindis, los buenos deseos flotan en el aire como globos que parecen demasiado frágiles para no estallar. Uno de los propósitos más comunes —hacer ejercicio— suele encabezar las listas, junto con otros clásicos como comer mejor o aprender un idioma. Pero a medida que el calendario avanza y enero pierde su brillo, la mayoría de estas promesas naufragan en el mar de la rutina.

Según datos recientes, alrededor del 80% de los propósitos de Año Nuevo se abandonan antes de febrero. ¿Qué ocurre en esas pocas semanas que hace que algo tan esperanzador como empezar una vida activa termine en una nota de resignación? Quizá la respuesta no esté solo en lo que hacemos, sino en cómo lo hacemos.

EXPECTATIVAS QUE CORREN MÁS RÁPIDO QUE NOSOTROS

La ambición nos juega malas pasadas. Al principio del año, con la energía de los festejos aun latiendo, imaginamos un cambio radical: pasar de cero a correr un maratón en pocas semanas. Es el tipo de narrativa que nos encanta, la del cambio drástico que convierte al sedentario en atleta. Pero esa sobre exigencia es, paradójicamente, lo que nos lleva al abandono.

Los expertos recomiendan establecer objetivos alcanzables. No se trata de suscribirse al gimnasio más caro ni de empezar con entrenamientos extremos. Caminar 30 minutos diarios, practicar algún ejercicio ligero dos o tres veces por semana: metas que parecen modestas, pero que tienen un poder inmenso. Además, subrayan la importancia de celebrar los pequeños logros. Un mes de constancia, aunque sea con sesiones breves, es ya una victoria.

EL PESO INVISIBLE DE LA RUTINA

El tiempo, ese enemigo silencioso, también nos pone trampas. La percepción de que no lo tenemos se convierte en una excusa perfecta para postergar el ejercicio. Las obligaciones laborales, familiares y sociales se acumulan, y al final del día el cansancio pesa más que cualquier motivación.

Aquí los especialistas sugieren un enfoque más flexible. Integrar el movimiento a la rutina diaria es más efectivo que intentar forzar bloques de tiempo imposibles. Caminar en lugar de usar el auto, subir escaleras en vez de tomar el elevador, o incluso hacer pausas activas durante la jornada laboral. Estos pequeños ajustes, casi imperceptibles, pueden ser el cimiento de un hábito constante.

DE LA PROMESA AL HÁBITO: CONSEJOS PARA NO ABANDONAR

Si algo nos enseñan los datos, es que la intención no basta. Diseñar estrategias concretas puede marcar la diferencia entre el abandono y el compromiso. Aquí algunas recomendaciones:

UN PROPÓSITO QUE NO CADUCA

  • Encuentra una actividad que disfrutes: Correr, bailar, practicar yoga, andar en bicicleta… Lo importante es que no lo sientas como una obligación. La clave está en elegir algo que te motive a regresar.
  • Busca compañía: Hacer ejercicio con un amigo o en grupo no solo aumenta el compromiso, sino que también hace que la experiencia sea más amena. Las metas compartidas son menos pesadas.
  • Planifica con flexibilidad: No te castigues por los días en los que no puedas cumplir. Lo crucial es retomar el hábito lo antes posible, sin culpa.
  • Reconoce tus logros: Cada sesión cuenta. Celebrar los avances, por pequeños que sean, puede ser el impulso necesario para continuar.

La decisión de hacer ejercicio no debería ser una carga, sino una forma de cuidado personal. Quizá el problema esté en la fecha: el 1 de enero tiene algo de simbólico, pero no cambia nuestras vidas por sí solo. El verdadero cambio puede empezar cualquier día, incluso en un martes cualquiera de febrero.

Así que, si este año vuelves a prometerte hacer ejercicio, hazlo con amabilidad hacia ti mismo. Cambia la narrativa: no importa cuán lenta sea la carrera, lo importante es no detenerse. Al final, cada paso cuenta. Y quizá, en el camino, descubras que no se trataba de llegar, sino de moverte.

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