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Columna: Ajedrez Clásico

Vera Menchik

A fuerza de leer viejas obras de ajedrez, reviven las hazañas de una mujer que desafió su época y abrió el camino para las futuras generaciones: Vera Menchik. Mucho antes de que Judit Polgár brillara en el firmamento, Menchik demostró que la inteligencia y la pasión por el juego no tenían género.

El destino le arrebató la vida demasiado pronto. En 1944, un bombardeo en Londres no solo apagó la existencia de Vera Menchik, sino también la de toda su familia. Fue una tragedia irreparable y un desperdicio inmenso para el ajedrez, porque a sus 38 años todavía tenía mucho por dar, muchas victorias por alcanzar, muchas partidas por jugar.

CLUB VERA MENCHIK

Durante su carrera, hubo quienes se burlaron de su presencia en los torneos. Algunos creían que una mujer no podía competir seriamente contra los mejores ajedrecistas del mundo. Con desdén, fundaron el denominado Club Vera Menchik, destinado a quienes sufrían la “vergüenza” de perder contra ella. El socio fundador del club, el maestro internacional austriaco Albert Becker, ¡termino siendo su primer miembro!

Sin embargo, la historia le hizo justicia. Lo que comenzó como una burla terminó convirtiéndose en un sello de honor, pues entre sus “miembros” se contaban algunos de los jugadores más fuertes de la época: Max Euwe (dos veces), Sultan Khan, Samuel Reshevsky, Edgar Colle, Alexander, Opočenský, Sämish, Yates y otros.

LOS NÚMEROS A SU FAVOR

Y si de demostrar su grandeza se trataba, no hay mejor ejemplo que su duelo contra el campeón británico Sir George Thomas. En su historial de encuentros, Menchik le arrebató ocho victorias, cediendo solo seis derrotas, con doce tablas.

Vera Menchik nació en Moscú en 1906, de padre checo y madre inglesa y en 1921 se instalaron en Londres. Descubrió el ajedrez alrededor de los 9 años y tuvo la fortuna de ser entrenada por el inmortal maestro húngaro Géza Maróczy, que, tras las penurias de la Primera Guerra Mundial, se estableció en Inglaterra para reponerse. De su mano, Vera desarrolló un estilo sólido y profundamente posicional. Creía en la ciencia del ajedrez y en el sentido común sobre el tablero. Sin embargo, esa misma lógica férrea la llevaba a sufrir contra jugadores de corte imaginativo y dinámico. Así, figuras legendarias como Lasker, Capablanca, Alekhine, Nimzovich, Botvinnik, Keres y Fine siempre la derrotaron. De hecho, Capablanca 9-0 y Alekhine 8-0.

En los campeonatos mundiales femeniles su dominio fue absoluto: +78 – 1 = 4. Un marcador insólito en un juego donde un solo descuido puede cambiar el destino de una partida.

Años después, Judith Polgár también se midió contra el mejor del mundo. Hay cierta analogía: Judith perdió 5-0 contra Kasparov. Pero consiguió dos tablas, algo que Vera no pudo. En su apogeo, Vera Menchik se ubicó en el lugar 52 del mundo, Judith en octava.

Vera Menchik – Sonja Graf, match 1937 (14)

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¿Cómo deben proceder las blancas

Si 21 Dxh5 Dxh2+ salva la situación. Pero Vera jugó 21 Td7! Dxd7 22 Dxh5 gxh5 23 Ah7 mate.

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