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Los Influencers Olímpicos del 2076: cómo TikTok y Reels cambiarán el medallero

La evolución del salto mortal (con filtro)

Los juegos olímpicos del año 2076 serán distintos, eso es seguro. No porque vayamos a ver nuevas disciplinas espectaculares ni porque la tecnología haya desarrollado algún tipo de zapatilla que nos permita volar. No. Serán distintas porque las reglas del juego ya no se escribirán con base en los milímetros que separan al primero y segundo lugar, sino a los millones de seguidores que separan un atleta de otro en sus redes sociales. Así es, los nuevos medalleros no dependerán de cuánto puedas correr, saltar o lanzar, sino de cómo puedas editar, filtrar y viralizar.

Imaginen un salto mortal hacia atrás en la modalidad de gimnasia artística. No hablamos de una vuelta acrobática en el aire, sino de un giro estilístico que transforme la performance en una especie de videoclip casero. La atleta, antes de lanzarse al aire, activa su drone personal, el cual la sigue como si fuera una especie de mascota electrónica. Desde lo alto, el drone registra el salto, y al momento exacto en que alcanza la cima de su trayectoria, ella activa el filtro de “brillos celestiales” que convierte su sudor en una constelación.

Al aterrizar, no basta con quedar en pie; hay que sostener la sonrisa, alzar el brazo y esperar que el video se viralice. Al fin y al cabo, el verdadero puntaje lo determinará la cantidad de corazones pulsados en la pantalla. La puntuación del jurado, como en los viejos tiempos, seguirá importando un poco, pero todos sabemos que la verdadera carrera es contra el algoritmo de TikTok, ese misterioso dios que determina quién merece un lugar en el podio y quién no.

Un podio bañado en “likes”

Los verdaderos campeones del 2076 no serán necesariamente los que corran más rápido, ni los que salten más alto, sino aquellos que logren ser tendencia. En una carrera de cien metros planos, los atletas no se concentrarán tanto en el sonido del disparo de salida, sino en asegurarse de que el inicio de la carrera esté perfectamente sincronizado con la música que han elegido para su reel.

Los entrenadores habrán sido reemplazados, en parte, por equipos de expertos en redes sociales que se aseguran de que el video de la carrera tenga la iluminación adecuada y la llegada a la meta tenga el efecto de cámara lenta que tanto conmueve a la audiencia. Y si en algún momento uno de los corredores cae al suelo, ya no se verá como una tragedia deportiva, sino como una oportunidad, ¡imaginen los memes, las reproducciones, la empática reacción de sus seguidores!

Al llegar a la meta, los deportistas mirarán a las pantallas del estadio, no para ver los tiempos oficiales, sino el contador de “likes” que aparece junto a sus rostros. La medalla de oro podría ir a ese atleta que cruzó en tercer lugar, pero cuyo video fue compartido masivamente gracias a un guiño simpático a la cámara justo antes de iniciar la carrera. El nuevo oro es la popularidad, y en estos juegos el podio estará bañado en corazones digitales.

Entrenar para entretener

Las futuras generaciones de atletas ya no pasarán sus jornadas perfeccionando su técnica en la pista o el gimnasio. Claro, seguirán siendo fuertes, ágiles y disciplinados, pero su mayor habilidad será la de conectar con una audiencia, crear contenido y mantener su presencia digital. Entrenar para entretener. La preparación consistirá en más tiempo frente al espejo practicando sonrisas que frente a la barra haciendo levantamientos.

Los centros donde se concentren a los deportistas serán también estudios de grabación. Allí, los atletas aprenderán a manejar drones, a editar videos, a usar correctamente los hashtags y a elegir la música adecuada para cada momento. La narrativa personal será tan importante como el entrenamiento físico. Cada carrera, cada salto, cada gol será parte de una historia más grande: la historia de cómo ese atleta, contra viento y marea, logró convertirse en un ídolo del algoritmo.

Tal vez alguien piense que esto será trágico, que el espíritu olímpico se perderá. Pero lo cierto es que las reglas del juego siempre cambian. El público querrá más que un atleta: una estrella, alguien con quien conectar, que no solo se esfuerce en la pista, sino también en la pantalla. En el 2076, la frontera entre deporte y entretenimiento será tan difusa que, al final, ¡qué más da quién gane la carrera! Lo importante será quién se robe el corazón de la audiencia, uno por uno, hasta subir al podio, con una sonrisa que brille más que el oro.

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