Deportes
'Para entender el deporte...'//

Dr. Mario Antonio Ramírez Barajas

Política y deporte: el otro partido

En el vasto campo del deporte, donde se despliegan sueños, músculos y estrategias, hay un partido silencioso que se juega en los despachos y parlamentos, lejos de las luces del estadio. Un partido en el que la pelota es la gobernanza y los jugadores, políticos y legisladores, quienes moldean con sus decisiones la vida de los atletas, las reglas del juego y, a veces, el destino de una nación. El deporte, por tanto, no es solo cuestión de entrenamientos y talento, sino también de decretos y presupuestos, de poder y diplomacia.

El árbitro invisible: regulación y poder político

El deporte, ese espectáculo que parece tener vida propia, está en realidad sujeto a un conjunto de reglas que, aunque no siempre visibles, condicionan cada movimiento. Estas normas, dictadas por gobiernos y organismos internacionales, son las que permiten que el juego sea juego y no caos.

Las leyes que regulan el deporte funcionan como un árbitro invisible que interviene en el campo sin que el público apenas se dé cuenta. Tomemos como ejemplo la Ley Bosman, un fallo judicial que en 1995 transformó el fútbol europeo permitiendo a los jugadores cambiar de equipo una vez expirado su contrato. Esta decisión jurídica no solo liberó a los futbolistas de ciertas ataduras contractuales, sino que también cambió la estructura económica de los clubes, influyendo en la distribución del talento y, por ende, en la competitividad de las ligas. Una muestra clara de cómo la política se cuela en los vestuarios y modifica la estrategia.

Diplomacia a través del deporte: más que medallas

En el tablero global, ha demostrado ser una herramienta diplomática de primer orden, más poderosa a veces que un tratado o una cumbre internacional. Los Juegos Olímpicos, por ejemplo, no son solo una vitrina de excelencia atlética, sino un escaparate para la proyección de poder blando. Durante unas semanas, el país anfitrión se convierte en el centro del mundo, y sus líderes aprovechan para vender una imagen de unidad, progreso y fuerza.

Asamblea de la ACNO (Asociación de Comités Olímpicos Nacionales).

Asamblea de la ACNO (Asociación de Comités Olímpicos Nacionales).

Foto. Pinterest.

Este uso como vehículo diplomático no es nuevo, pero sí ha cobrado mayor relevancia en un mundo donde la imagen lo es todo. La famosa "diplomacia del ping-pong" entre Estados Unidos y China en los años 70 es un ejemplo de cómo un evento deportivo puede abrir puertas que la política tradicional mantiene cerradas. Pero no solo las potencias juegan a este juego; los programas de desarrollo deportivo, impulsados por gobiernos en países menos desarrollados, se convierten en puentes que conectan culturas y fomentan alianzas, demostrando que, en ocasiones, una pelota puede hacer más que un discurso.

Financiamiento y favoritismo: la otra cara de la inversión deportiva

La relación entre gobierno y deporte no se detiene en la legislación o la diplomacia. El financiamiento público es la savia que nutre al deporte, desde las categorías infantiles hasta las competencias internacionales. Sin embargo, la distribución de estos recursos no siempre es equitativa ni transparente, lo que genera tensiones y controversias.

Cuando un gobierno decide invertir en un deporte específico como, por ejemplo, el fútbol, en detrimento de otros menos populares, está tomando una decisión política que trasciende lo deportivo. Esto puede tener consecuencias en la formación de identidades nacionales y en la perpetuación de desigualdades regionales. En algunos países se priorizan los deportes que tienen mayor visibilidad mediática, mientras las disciplinas que no generan tanta audiencia quedan relegadas a un segundo plano. Así, el favoritismo en la asignación de recursos puede desencadenar un círculo vicioso que margina a ciertos atletas y a sus comunidades.

Espejo de la sociedad

En definitiva, la cancha del deporte está impregnada de política. Las decisiones que se toman en los despachos no solo determinan las reglas del juego, sino también quiénes pueden jugarlo y en qué condiciones. El deporte, ese espejo de la sociedad, refleja las tensiones y contradicciones de un mundo donde el poder y la gloria están, a menudo, fuera del alcance de quienes realmente sudan la camiseta.