En una repostería de la ciudad, llamada Yummar Alta Repostería, se respira el dulce aroma de la tradición. Entre harinas, ralladuras de naranja y la calidez del horno, Marcia Hickman y su equipo comparten algo más que recetas: reviven una historia que ha viajado a través del tiempo, la de la emblemática rosca de reyes.
A su lado, Carla Acevedo, licenciada en gastronomía y especialista en panadería, con las manos cubiertas de harina y una sonrisa que refleja pasión, nos explica el significado de esta delicia. “La rosca simboliza la persecución del Rey Herodes hacia el niño Jesús. Cada vez que él se escondía para proteger su vida está representada en los pequeños muñequitos ocultos en la masa”, cuenta, mientras da forma a una rosca de tamaño ideal para compartir.
“Más que pan, hacemos recuerdos. Porque una rosca de reyes no solo se come; se vive, se comparte y se disfruta.”
“El pan es un alimento noble”, comenta mientras estira la masa con movimientos precisos. “Es increíble cómo algo tan sencillo puede transformarse en una excusa perfecta para reunirnos, compartir momentos y fortalecer lazos.”
La preparación avanza con un ritual casi mágico. Las ralladuras de naranja se añaden cuidadosamente, evitando la parte blanca para prevenir el amargor. La masa es moldeada, fermentada y adornada con una costra dulce que simboliza las estaciones y el refugio del niño Jesús. Los frutos secos y las tiras de membrillo en colores rojo y verde completan la decoración, representando a los tres Reyes Magos y sus regalos.
Finalmente, la rosca se hornea y emerge dorada, con una fragancia irresistible que promete ser el centro de cualquier reunión. Marcia nos invita a visitarlos en Ermita Iztapalapa 255 para probar sus creaciones. “Más que pan, hacemos recuerdos. Porque una rosca de reyes no solo se come; se vive, se comparte y se disfruta.”
Así, Yummar Alta Repostería no solo perpetúa una tradición, sino que le da vida con cada rosca, recordándonos la importancia de unirnos y celebrar lo que realmente importa: estar juntos.