
Entre piedras y vitrales, las iglesias han sido testigos del paso del tiempo. Durante siglos, los constructores europeos elevaron catedrales góticas con cantera, mientras que en América los templos coloniales surgieron de la fusión entre técnicas indígenas y españolas, mezclando piedra, adobe y cal. Hoy, en Orizaba, Veracruz, una nueva historia se escribe en concreto de la mano de Cemex.
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La Capilla San Juan Pablo II surge en el paisaje veracruzano con sus múltiples tonos tierra. Sus muros, lejos del matiz gris típico del concreto, emulan la calidez de la madera gracias a un innovador acabado desarrollado por Cemex y ejecutado por la Constructora Guraieb.
Inspirado en las habilidades de un artesano que transforma la arcilla en vasijas, la empresa logró que su concreto Aparentia se convirtiera en una mezcla de texturas que entrelazan lo contemporáneo y lo natural.
El reto no era menor: convencer a constructores e inversionistas de que el concreto podía “vestirse” de madera y mantener su color uniforme durante los ocho meses de construcción y por muchas décadas después. El Centro de Innovación y Desarrollo de Cemex realizó múltiples pruebas hasta lograr el tono exacto que el inversionista Juan Manuel Diez y el arquitecto Juan José Sánchez Aedo, constructor de la capilla, habían soñado en renders del Grupo Architech.

La estructura, que abarca casi 1,900 metros cuadrados, no solo es un logro arquitectónico, sino también un ejercicio de sostenibilidad. A diferencia de sus antecesores históricos que requerían constante mantenimiento en sus acabados, esta capilla prescinde de pinturas y recubrimientos adicionales. El concreto aparente de Cemex se convierte así en la piel y los huesos del edificio, reduciendo la huella ambiental y los costos de mantenimiento.
Como un traje hecho a medida, cada elemento vertical fue cuidadosamente diseñado para integrarse al entorno gracias a las ventajas del concreto Hidratium de Cemex que también se utilizó en la obra.
La torre del campanario se eleva como un guardián moderno, ya que posee atributos de estructuras verticales resistentes por el uso del concreto Promptis, mientras que sus muros curvos abrazan a una comunidad que antes celebraba su fe a cielo abierto, expuesta al clima veracruzano.
Esta obra marca un momento clave en la arquitectura religiosa de Orizaba: es la primera capilla de la ciudad construida enteramente en concreto aparente arquitectónico. Como los artesanos que tallaban historias en piedra, los constructores modernos han esculpido en concreto un espacio donde la innovación se encuentra con la espiritualidad, demostrando que la tradición y la tecnología pueden fusionarse como cuerpo y alma.