Practicar yoga es más útil que caminar y que otras formas de ejercicios para generar niveles de bienestar y disminuir la ansiedad, de acuerdo con un estudio de la Escuela de Medicina de la Universidad de Boston, que encontró que la actividad ayuda a producir niveles altos de una sustancia llamada ácido gama-aminobutírico (GABA por sus siglas en inglés), que está presente en el hipotálamo y sirve para estabilizar los niveles de bienestar.
El resultado del estudio fue publicado en la revista Journal of Alternative and Complementary Medicine, avalada por la Asociación Americana para el Avance de la Ciencia.
Desde los años 70 la práctica del yoga se ha popularizado en las sociedades occidentales como una forma de alcanzar el equilibrio mental, físico y emocional de las personas. Este estudio es innovador porque se aproxima a los efectos del yoga, pero a través de la neuroquímica.
El estudio fue encabezado por Chris Streeter, quien trabajó con un conjunto de pacientes en Boston para medir sus niveles de química cerebral antes y después de realizar sesiones de yoga. El hallazgo refiere que sí existe un vínculo entre la práctica de esa doctrina de origen hinduista y la cantidad de molécula GABA presente en el cerebro. Esta molécula funciona como una especie de regulador para estabilizar los niveles de otros neuroquímicos.
ANTECEDENTES. Anteriormente se habían publicado otras investigaciones de psiquiatras que habían detectado que los bajos niveles de GABA eran comunes en pacientes que llegaban al consultorio con desórdenes de ansiedad y problemas de humor.
Existen algunos medicamentos que ya han sido diseñados para aumentar los niveles de GABA en el cerebro, pero el estudio recién publicado permite ver que el propio cuerpo puede aumentarlos combinando esta práctica física y de meditación.
De acuerdo con el artículo, los resultados sugieren que el yoga no sólo incrementaría la producción de GABA sino que estimularía otras zonas del cerebro que deben ser estudiadas en futuras investigaciones.
“Este es un trabajo importante porque establece bases objetivas para medir efectos que muchos practicantes de yoga ya conocían. Lo más importante es que puede establecer algunas bases científicas para que el yoga sea utilizado como parte de una terapia amplia para el control de la ansiedad y otros trastornos. El siguiente paso para que esta información sea científicamente útil es hacer estudios sobre el efecto a largo plazo de la práctica del yoga, es decir qué tan sustancial es el tratamiento y si sería posible que sustituya o elimine el uso de medicamentos”, comenta en el texto de presentación del estudio Kim A. Jobst, editora en jefe de la revista Journal of Alternative and Complemetary Medicine.
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