El atentado más sangriento en Bagdad en los últimos días ocurrió ayer, luego de que un terrorista se acercase a un grupo de desempleados, que como cada mañana se reúnen en una céntrica plaza de la capital iraquí, para ofrecerles trabajo en una construcción.
Tras reagruparlos, hizo detonar su carro, cargado con 150 kilos de carga explosiva. El resultado fue de 66 muertos y 236 heridos.
El atentado se produjo a las 7:30 (hora local), cerca de la denominada “zona verde”, la más vigilada del país, porque se concentran las embajadas de Estados Unidos y Reino Unido, así como el mando militar estadunidense.
Mientras, la policía informó del hallazgo de 47 cadáveres con señales de tortura en varios barrios de Bagdad.
El plan de Bush. Los estadounidenses tendrán que esperar, muy probablemente, hasta después de las fiestas navideñas para escuchar el discurso a la nación en el que el presidente George W. Bush dé a conocer su nueva estrategia en Irak.
Fuentes de la Casa Blanca anunciaron ayer que ese discurso, que en principio estaba previsto para antes de Navidad, tendrá que retrasarse, casi con toda seguridad, a enero porque “queda mucho trabajo por hacer”.
Bush sigue dedicando prácticamente toda su agenda de trabajo a escuchar dictámenes, ideas y posibles alternativas de todos los actores implicados.
Ayer se reunió con altos cargos militares —incluidos algunos de los que están en territorio iraquí, con quienes participó en una videoconferencia— para recabar la máxima información posible antes de fijar el que será el nuevo rumbo en Irak.
En el encuentro estaban presentes, entre otros, el todavía jefe del Pentágono, Donald Rumsfeld; su sucesor, Robert Gates, y el comandante responsable de las tropas de EU en el país árabe, George Casey.
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