Escenario

CORTE Y QUEDA. La ópera prima del realizador Josh Margolin que a manera de comedia confronta el envejecimiento, tanto de sus protagonistas como del cine mismo llegó a salas de cine nacionales

‘Thelma’: Las limitaciones temáticas de la edad

Thelma de Josh Margolin Fotograma del filme. (Especial)

Este fin de semana llega a salas de cine del país la ópera prima del director Josh Margolin que a manera de comedia confronta el envejecimiento, pero no solo el de sus protagonistas sino el del cine mismo, el cual buscando la seguridad en taquilla ha relegado a toda una camada de actores profesionales a ser extras y ha configurado una producción en la que los protagónicos tienen fecha de caducidad y las historias un solo rango de edad.

En el verano de 2023 el sexagenario Tom Cruise con sus arrugas en la cara y las marcas de la edad bajo la piel del agente Ethan Hunt peleaba arriba de un tren en movimiento contra un igual, el también actor de 62 años Esai Morales. Huyendo del rejuvenecimiento digital que apenas un mes antes del estreno de Mission Imposible Dead Reckoning se había visto en el Harrison Ford que lideraba Indiana Jones and the Dial of Destiny pero también de la nostalgia de la que dependía el reencuentro de Laura Dern, Jeff Goldblum y Sam Neill en Jurassic World: Dominion, Cruise tenía claro algo: preferible morir antes que aburrir.

Así es como colgado del Burj Khalifa o saltando en motocicleta desde un acantilado, a lo largo de 7 películas Tom Cruise ha consolidado una franquicia que, sin importar cuantos directores o incluso compañeros de reparto pasen por ella, se niega a aceptar un mundo en que la norma sea la pantalla verde, el retoque digital y el edulcorante nostálgico, en donde el miedo sea real tanto de la audiencia que desacostumbrada por los efectos especiales a temer de las hazañas de sus héroes en pantalla pueda experimentarlo nuevamente sabiendo que Cruise un pequeño error en filmación pudo matarlo. Una experiencia cinematográfica que apuesta al riesgo cual Buster Keaton colgado del reloj o del temor de aquellos despavoridos que huían de la locomotora filmada de los Lumiere; en la que hacer cine sea un acto de verdadera pasión y valentía, no solo una apuesta económica.

Thelma de 93 años, interpretada por una divertidísima June Squibb, pregunta con asombro varias veces a su nieto Daniel si realmente es Tom Cruise quien corre mientras escenas de la última entrega de Missión Imposible pasan por el televisor. Es la cara de este mismo en la portada del periódico la que en un momento de depresión moral la inspira a salir de casa para lidiar con los extorsionadores que le robaron 10 mil dólares.

En su travesía Thelma recurre a la ayuda de Ben, un viejo amigo que tras la muerte de su esposa se recluyó en un asilo, quien más a fuerza que voluntariamente se ofrece a acompañarla en su scooter eléctrico. A la par se desata una crisis entre Daniel y sus padres quienes buscan desesperadamente en el asilo y a lo largo de la ciudad a ambos.

El debut de Margolin confronta dos temores del envejecimiento; el de Thelma a quien le asusta convertirse en un ornamento del hogar, rechaza cualquier tipo de trato preferencial o de ayuda de quien la mira como minusválida y busca moverse libremente por la ciudad sin depender de su familia y el de Ben que huyendo de la soledad se inscribió en un asilo.

Ambos temores aparentan ser mutuamente excluyentes pues a un Ben agradecido con las comodidades que le brindan en el asilo está Thelma quien le reclama haberse tirado a la conmiseración ajena, y a una Thelma que huye de las atenciones de su familia buscando su independencia está Ben disgustado por el trato le da a la poca compañía que le perdura.

A lo largo del viaje, y de la cinta, las diferencias se achican no solo entre estos pares sino también entre los familiares de la protagonista. En especial Daniel, el nieto de 24 años que se siente menospreciado por su familia por sus pocas habilidades y talentos, pero también deprimido por su incapacidad para mantener una relación o trabajo.

Las limitaciones se dejan ver, en muchos casos, independientes de la edad de quien las padece. No por ello, la cinta ignora el natural decrecimiento físico o las heridas corporales que cargan los protagonistas; es primordial contrastar la manera en que Margolin es capaz de construir una emotiva escena de un horrible accidente físico pues a la par del estreno de Thelma se encuentra en cines una película como The substance que hace de las canas, los pechos caídos, las arrugas y las varices un cuento de terror mientras filma con deseo los pechos y el trasero de la contraparte más joven de su historia.

La escena de Thelma viene de quien mira la vejez con dignidad por lo que procura tratar a sus personajes de la misma manera mientras la de The substance de quien lo hace desde el desprecio regodeándose de castigarlos. La sordera, la cojera y el olvido aquí no son escenario para el body horror sino etapas de la vida que, pese a sus consecuencias, son tomados con optimismo y rebeldía por una Thelma que se quita su aparatos de audición a conveniencia y por un Ben que aprovecha su rígida cadera para pelear.

Las intenciones de la cinta se extienden fuera de la pantalla. June Squibb quien ha sufrido gran parte de su carrera fílmica marginada a roles secundarios siendo Alice, Far from Heaven, The Age of Innocence, Nebaska y The Humans sus participaciones más destacadas, sin contar las de actuación de voz en la gran pantalla, aquí se demuestra poseedora de un carisma inigualable.

Mismo sucede con el fallecido Richard Roundtree quien interpreta Ben, el que haber sido el primer héroe de acción negro del cine gracias a su personaje John Shaft en Shaft no lo libró de la exclusión o que decir de Malcolm McDowell, el icónico Alex DeLarge en A Clockwork Orange, aquí antagonista pero que en los últimos años ha recibido el mismo trato que Rita Moreno, Sally Field, Lily Tomlin, Jane Fonda o Glenn Close que desde Moving On, Hillbilly Elegy hasta 80 for Brady ven en su trayectoria y edad un chiste que convierten en sentencia. Reducidos a groupies o a bebés de apariencia senil.

En un momento en que la cartelera regurgita los mismos temas y se obsesiona con el desempeño en taquilla llevando a revivir franquicias, una cinta de acción protagonizada por una actriz en sus 90´s representa un riesgo para la lógica de industria pero por el contrario es una oportunidad para una audiencia ávida de nuevas historias que hace cuatro años recibió con ternura la docuficción de Maite Alberdi, El agente topo, con su mezcla de comedia y trama de detectives, y ahora puede ver ésta bajo la misma consigna; de que el papel que Squibb ocupa en el centro de la pantalla es el que deberían de ocupar las personas de la tercera edad en la vida pública como ejes de nuestras familias y comunidades, no pudriéndose en las esquinas e imposibilitadas de llevar una vida.

Este también es un paso a un nuevo y mejor cine, directores como Albert Serra, Alice Rohwrwacher o Alexander Payne miran con ilusión la obra de Ingmar Bergman, Milos Forman, Bob Fosse, Hal Ashby o incluso Serra la del propio Cruise, porque encuentran en estas lo que queda de un arte que lucha por convertirse en fábrica y así estrellas como Juliette Binoche, Isabelle Adjani, Demi Moore, Meryl Streep, Cruise o Squibb que rara vez pueden seguir tomando con libertad la pantalla, algo que debería alegrarnos y no mirar con miedo o peor aún, catalogar como riesgo.

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