Escenario

ENTREVISTA. Crónica Escenario conversó con la cineasta Yolanda Cruz y la productora Christine Dávila a propósito de su estreno en el Festival Internacional de Cine de Morelia

‘La Raya’: Dar voz a los pueblos originarios con realismo mágico

Elenco y producción de ‘La Raya’ en el FICM Mónica del Carmen, Diana Itzel Cruz Baltazar, Christine Dávila, Yolanda Cruz, José Salof en el FICM (R7D/Cortesía FICM)

La memoria y el futuro de un pueblo es lo que aborda Yolanda Cruz en La Raya, largometraje que forma parte de la Selección de Largometraje Mexicano en competencia dentro de la 22da edición del FICM. Crónica Escenario charló con la realizadora y la productora, Christine Dávila, sobre este emotivo proyecto que da voz a los pueblos originarios a través de comedia y realismo mágico.

La Raya surge por esa necesidad de contar esas historias que a veces son olvidadas, pero también queremos hacer un poco de entretenimiento, que es lo que creo que a veces, como cineastas, se nos olvida hacer. Queríamos hacer algo distinto, dar una perspectiva diferente de estas comunidades”, dijo la cineasta.

Yo soy de este lugar donde grabamos y para hacerla quise que el futuro se vea representado y que no venga nada más a consumir las historias que vienen de Hollywood. Así fue como entramos a esa historia, que la veníamos trabajando de tiempo atrás”, rememoró Yolanda sobre el inicio del proyecto.

En el pueblo casi desierto de La Raya, un misterioso frigorífico aparece de la nada. Sotera Santos y su amigo Eric ven la oportunidad de hacer una fortuna vendiéndola. Sin embargo, la nevera pronto empieza a desvelar fenómenos extraños y enigmáticos a quienes se acercan a ella.

Mientras Sotera lidia con estos inquietantes sucesos, también debe enfrentarse a la dolorosa realidad de que su madre podría no regresar para llevársela a Estados Unidos, y que quizá su marcha de La Raya aún no esté destinada a producirse.

A mí me llamó la atención esa complejidad de la migración junto al retrato de gente con todas sus fallas y los aspectos positivos que todos traemos. Para mí fue su retrato, siempre cargado de unas reflexiones y esa esencia deliberada de hacerla entretenida dándole un toque de realismo mágico con el refrigerador y su metáfora”, expresó Dávila.

“Ni qué decir del arco de la niña, que obviamente quiere reunirse con su mamá y no quiere estar con su papá y la valoración que va descubriendo de lo que tiene en este lugar y todas las cosas que está viviendo ella”, añadió la productora.

Siendo una idea que llevaba tiempo guardada, para Cruz hubo hechos que le hicieron cambiar ciertos detalles del relato. “Cuando regreso a Oaxaca por azares de la vida, cambió un poco la perspectiva original”, comentó.

“Los viajes de aquí para allá, sumado a la realidad que pasa ahora en estas comunidades, donde los jóvenes no ven otro futuro más que irse al norte, crear familias allá y después mandar a sus hijos de vuelta para que los cuiden los abuelos, siendo casi abandonados nos abrió el panorama. Creo que eso es algo que hay que discutir como comunidad, nos propusimos abordarlo a través del cine y sus herramientas para poder ayudarnos a digerir esas historias”, sumó.

Un aspecto importante del filme es el crédito que la cineasta oaxaqueña le da al pueblo mismo como creadores del guión. Sobre eso, la directora dijo: “Las historias se van contando, y aunque no me senté con el pueblo a escribirla, contándoles de qué iba a la película, ellos platicaban sus propias anécdotas que a veces eran más reales y más chistosas que las mías”, expresó.

“Si bien todos los relatos son iguales, lo que hace un guion original es jugar con cómo están contadas y de dónde vienen. Eso era importante contar nuestras realidades, y entonces así fue como se dio esta colaboración”.

La parte del realismo mágico en La Raya se da con la presencia de un refrigerador, mismo que se vuelve parte clave para todos en el pueblo. “El reto fue cómo dotar de magia al objeto. Primero pensamos que podía ser un transportador que emanaba gases y la gente alucinaba pero fuimos a algo mucho más simple que es el reflejo. Fue un elemento que usamos y creo que es bastante simple pero a la vez simbólico en la historia”, confesó Cruz.

Otro elemento narrativo que dota de inocencia es que el relato sea visto a través de dos niños y los adultos que los rodean. “Es un reto porque los niños son muy dulces, pero también tienen sus particularidades. Aunque en este caso, lo que ayudó mucho a tener este balance fue que ellos trabajaron con Mónica del Carmen, actriz con bastante experiencia, que los ayudó”, explicó.

“Esa combinación fue lo que buscábamos. Dentro del trabajo que hago y que siempre he hecho, me gusta ser bastante realista, entonces nos fuimos a la sierra, en medio de nada, con tormentas y todo, para poder capturar esta esencia del relato”, añadió.

“Tratamos de no simplemente darle técnicas a los niños para poder desinhibirse con la cámara, pero dejarlos ser ellos también. Entonces, eso era importante y creo que a mí sí me interesa mucho que este cine llegue a estas infancias y que sean capaces de creer que pueden ser héroes ellos”, añadió Cruz.

Pero es el escuchar la lengua de esta comunidad, el chatino, lo que le da una autenticidad a La Raya que pocos proyectos tienen. “Me gusta mucho esa idea de poder traerte una historia donde te identifiques como de una comunidad indígena que pueda soñar lejos. El cine tiene ese poder para hacerlo”, mencionó la cineasta.

“Sabía de los retos que íbamos a tener en mantener el chatino, creo que incluso fue también un desafío para la postproducción. Por suerte, de mi experiencia detrás de hacer cine independiente, pude editar la película y eso ayudó bastante para poder captar realmente lo que se dice y darle el valor a lo que esta lengua significa”, manifestó la realizadora.

“Y más que nada, este es un trabajo para preservar la lengua. La ficción tiene mucho que aportar a ello y espero que esto sea inspirador para otras generaciones. Esta búsqueda de encontrar historias que van más allá del idioma”, siguió la productora.

Esta propuesta es lo que resalta, es algo que por ser tan universal en los temas que maneja pero también tan específica que resulta ser muy refrescante. Hay un apetito por que las historias sean contadas desde la gente que las vive”, complementó Dávila.

Finalmente, el tema de la migración también circunda el filme, pero también desde la mirada de aquellos que regresan de Estados Unidos a México. “Es algo del que no se habla, pero he tenido experiencia con muchos niños que hablan puro inglés y están ahí tratando de comunicarse con la abuelita. Entonces, para mí como cineasta me gusta mostrar esta otra cara diferente de lo que se está viendo. Aunque eso pueda ser más difícil de explicar”, remarcó la oaxaqueña.

Esa mirada única impactó a su vez a Christine. “Para mí, La Raya me acercó a mis raíces. Mis papás son de San Luis Potosí, yo nací en Chicago, afortunada de que he podido trabajar en el cine mexicano. Tengo ese deseo de pertenecer a los dos lados y reencontrar mis orígenes de parte de mis papás y estar actualizada con quién soy yo. Eso lo vivo en mi vida y también percibo ese aspecto en esta película, que nos recuerda tanto las raíces y como siempre están ahí”, concluyó.