Escenario

COBERTURA. El cineasta presentó en 22° Festival Internacional de Cine de Morelia su filme acompañado de los productores y el elenco, donde hablaron de este intenso proyecto

Alonso Ruizpalacios sobre ‘La Cocina’: “hemos construido un sistema económico que valora la productividad por encima de todo”

Alonso Ruizpalacios El cineasta, los productores y el elenco en el FICM. (Paola Lopez /Cortesía FICM)

Después del éxito conseguido con sus tres largometrajes previos, Alonso Ruizpalacios presentó La Cocina en el marco del 22° Festival Internacional de Cine de Morelia, donde acompañado de sus productores, Marco Polo Constandse, Ramiro Ruiz y José Nacif, así como parte del elenco conformado por Anna Díaz, Eduardo Olmos, Bernardo Velasco y Raúl Briones, hablaron de este intenso proyecto hablado en inglés y en español que nos muestra el universo de los migrantes en un pequeño restaurante neoyorquino.

“Para mí es una película que fue concebida en las dos lenguas y se habla por eso así. Además, el blanco y negro fue una decisión primero instintiva, pues fue lo primero que escribí cuando empecé el guion. Creo que eso ayuda a que fuera un poco atemporal, pues me parece que su uso ayuda mucho a borrar la esencia temporal. Incluso, la cinta habla sobre los contrastes también, entonces el blanco y el negro me permitió marcarla como una fábula más allá del realismo”, explicó el director sobre la estética de La Cocina.

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Curiosamente, el origen de este filme data de hace muchos años y el vínculo que hay entre Ramiro, Raúl y Alonso. “Empecé montando con Ruiz la obra de teatro de Arnold Wesker como hace 14 años. Y desde entonces lo invité a hacerlo una cinta, incluso eso fue antes de Güeros. Pero por alguna razón no sucedió. Fue un proceso muy largo dejarla, de tomarla, de renunciar a ella, pero algo no me dejaba abandonarla. También, nunca había escrito algo adaptado de otra cosa, siempre eran mis propios guiones originales y fue un proceso difícil”, expresó Ruizpalacios.

Constandse resaltó además la importancia de esta cinta para su productora, Filmadora. “Cuando nos juntamos Pepe, Ramiro y yo, Ramiro traía este proyecto con Alonso y sabíamos que queríamos hacerla juntos. La razón un poco de juntarnos los tres era para tratar de poder hacer proyectos de esta escala y siempre hemos tratado de tener ese balance entre el cine comercial y el cine de autor. Le echamos toda la carne al asador para levantar esta película que nos tomó unos cuantos años”.

Raúl profundizó en el camino que ha tenido esta historia. “Ha sido todo un viaje. Alonso primero fue mi maestro luego formé parte de su compañía de teatro y luego comencé a hacer casting para sus películas. Cuando hicimos La Cocina en teatro, me tocó ser Rashid, el dueño del restaurante y también al vagabundo. Ahora en la cinta tuve que dar vida a Pedro, que está en medio de esos dos extremos. Y sinceramente sí creo que, cuando veo la película, me gustaría que la cámara se detuviera por momentos para terminar de ver todos los detalles que hizo el ensamble actoral, porque esta película no sería posible sin ellos. Pedro jamás podría haber brillado como brilló si cada uno de los elementos no hubiera estado en el tono”.

Sé perfectamente las consecuencias de lo que implica la migración, no solamente para quien se va, sino para quien se queda

—  Alonso Ruizpalacios

Briones también resaltó la importancia de la sinergia que tiene con Alonso. “Creo que el arte radica en la honestidad de nuestras inconsistencias y que no siempre lo tenemos todo muy claro. En ese sentido, Alonso y yo nos hemos siempre complementado. Él es un hombre que tiene un intelecto formidable. Es un genio en muchos sentidos. Por otro lado, tengo todo el mundo obrero en la piel, el barrio, la costa y la sierra. Tengo la teatralidad desde una perspectiva cinematográfica y eso es algo que Alonso me regaló, es un híbrido. Y por eso esta peliculota”.

El personaje de Pedro tiene un factor detonante en el papel de Julia, interpretada aquí por Rooney Mara. “Cuando estaba reescribiendo la peli empecé a ver a Mara y me clavé en que tenía que ser ella. También tiene que ver con como queríamos una estrella de Hollywood, porque es como Pedro la ve, aunque sea una chica de clase trabajadora con problemas domésticos, pero para él es inalcanzable. También habla de cómo idealizamos a los gringos y ella tiene una vibración interna muy rica, dice mucho con muy poco”, apuntó Ruizpalacios sobre su elección.

El reconocido director ofreció a su vez detalles sobre la creación de este universo multicultural que vemos en esta historia. “Lo que hicimos fue construir una cocina y luego recrear todo el ambiente. Fue un trabajo de mucho tiempo de investigación, de tener consultores de cocina, chefs, cocineros, de todo. Y los actores fueron a clases de cocina durante un mes, aprendieron a cocinar realmente lo que hacían sus personajes. Fue un proceso de mucha especificidad”.

Eso se ve reflejado en un par de planos secuencias que son de lo más destacado del filme. “Fue muy chido ver cómo, normalmente como director, no quieres que los actores vean las tomas porque luego se contamina el proceso. Pero aquí todo el mundo empezó a acercarse al monitor para ver el plano secuencia y entonces me di cuenta que había que compartir el monitor y fue muy bonito porque la gente empieza a querer hacer lo mejor, sobre todo en algo así que era tan técnico. Es como una coreografía que ensayamos mucho”.

Briones también meditó sobre la fuerza de su personaje, para bien o para mal y la entrega que conllevó darle vida. “Al final del día le jode la vida a todos sus compañeros en el trabajo pero al mismo tiempo lanza una pausa dentro de la maquinaria que los está consumiendo. El proceso fue muy duro también porque el proyecto tenía altos componentes políticos de la relación bilateral México-Estados Unidos, de cuáles son los derechos laborales que tienen los empleados en ambas partes. Todo eso me ayudó mucho a entender qué pasaba hacia el final de la película porque suelo cruzar mis procesos, me es inevitable, porque descubrí el arte como un refugio terapéutico en mi camino espiritual”.

“Pedro me regaló mi libertad y fue a través de ese final terrorífico, que además fue muy cansado físicamente hablando, que vi que es un acto muy amoroso también entregar el cuerpo a un personaje y dejar que explote en el interior. No había manera de interpretarlo sin salir un poquito raspado”.

Sumado a ello, la música de Tomás Barrero y el diseño sonoro fueron también un deleite con el cual trabajar. “Fue crucial para darle otra dimensión a la peli. Grabamos un coro galés de puros hombres, que fue una idea pacheca que tuve porque en las cocinas hay casi puros hombres, y para mí esto era como un submarino. Quería buscar música de marineros y de ahí llegamos a los coros galeses. Fui a Gales a grabarlos y lo que cantan es la misma letra de Puño de Tierra de Ramón Ayala que escucha Pedro y que representa un poco su casa”, ahondó el realizador.

Otro factor de La Cocina es, sin duda, la cuestión del sueño americano frustrado para los migrantes. “Creo que los cineastas tenemos esta cosa muy necia de pelear contra un sistema para poder hacer las cosas que queremos hacer. No compararía jamás lo complejo y difícil que es para nuestros hermanos migrantes con ello, pero hay una cosa de la búsqueda y la lucha de hacer lo que quieres, lo que te mueve y te genera libertad y el arte genera eso. Para nosotros, tratar de hacer el cine que queremos es justamente eso”, comentó Constandse.

“Es uno de los grandes temas también de la obra de teatro de Wesker. Esta idea de que hemos construido un sistema económico que valora la productividad por encima de todo, incluso del individuo al grado de que el tiempo para soñar y para entablar relaciones es poco. Ese es el corazón realmente del filme” , concluyó Ruizpalacios.

Otro tema que resuena es la migración en este microuniverso lleno de inmigrantes. “Es un honor y placer encarnar la posibilidad de algo que no me es ajeno. Sé perfectamente las consecuencias de lo que implica la migración, no solamente para quien se va, sino para quien se queda. Los pueblos empiezan a perder identidad, llega el crimen organizado o las sustancias químicas a seducir a los jóvenes. Entonces, de alguna forma, esta fábula sobre un migrante que se puede defender de esta forma en una cocina en Nueva York, muestra algo bien problemático, porque también se ha abusado mucho de que somos bien chambeadores pero se abusa de ello”, finalizó Briones.

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