En el marco del Festival Fantasía de hace unos meses debutó la nueva cinta del director español residente en Estonia, Miguel Llansó, que vuelve a este certamen con un relato de ciencia ficción transhumanista bastante complejo llamado Infinite summer. Crónica Escenario charló con el realizador al respecto de esta experiencia de locura que va desde la bioquímica hasta el terror cósmico.
Llansó habló de la génesis de su más reciente cinta que tiene la siguiente sinopsis: Durante las vacaciones de verano, Mia y sus amigas prueban una app para meditar que produce experiencias psicodélicas. La investigación policial revela que detrás de la app hay una empresa fantasma, de intenciones desconocidas. Cuando una de las chicas acaba en el hospital y la otra escapa de milagro, Mia se enfrenta a la disyuntiva entre salvar a sus amigas y confesarse ante la policía o unirse a ellas en un viaje hacia lo desconocido.
“Vivía en Etiopía y estaba leyendo un libro sobre el primer homínido de la humanidad que se descubrió en el este de ese país y que hablaba sobre los tres millones y medio de años que tenía el Australopitecus y pensaba un poco hacia el futuro leyendo también libros de Jennifer Doudna, ganadora del Premio Nobel por sus estudios de modificación genética”, dijo.
“Con ello reflexionaba ¿de dónde venimos y a dónde vamos como especie? Y por otro lado estaba muy desilusionado con la idea de si realmente somos monos y si podemos darle a un botón y destruir el mundo con una bomba atómica con la guerra y todo lo que sucede ahora que es terrible”, mencionó.
“Asimismo, pensaba de alguna manera que, cuanto más avancemos en la tecnología, no avanzamos emocionalmente y no sabemos hasta donde vamos a llegar. Pero mis productores querían hacer un slasher, y entonces el camino para combinar ambas cosas fue este filme coming of age, dándome la respuesta adecuada en cómo unas chicas que pasan un verano en la playa cambian como cambiamos todos a través de la tecnología y van hacia un lugar imprevisto y un poco tenebroso”, agregó el imaginativo cineasta.
El español toma un aparato tecnológico para detonar este relato alocado que critica el uso desmedido y la dependencia que tenemos con ello. “Soy un tecnófobo por naturaleza y creo que realmente la tecnología siempre está pensada para resolver problemas, no para pensar o ser poetas ni para crear, sino para calcular y evitar problemas como que un avión no se caiga o que una operación en un hospital sea más precisa”, comentó.
“Está básicamente pensada para abolir la muerte y los humanos somos mortales, cometemos errores y vamos hacia lugares imprevistos y el mundo está lleno de casualidades. A mí me gusta eso y no me gustaría que desapareciera o que acabara ese sentido mágico de impredictibilidad del mundo. La película va un poco de eso, de cómo la tecnología siempre trata de atraparnos, de controlar el mundo, pero siempre hay algo impredecible que se escapa a nuestro control”, apuntó.
A su vez, existe una vertiente filosófica que versa sobre la promesa de la felicidad eterna y de un paraíso interminable. “La cinta empieza con un zoológico y es el primer lugar donde los humanos empezaron a controlar el medio ambiente de los animales. Es el antropoceno, un lugar que ya no es salvaje, donde ya no está permitido ni eso ni lo impredecible”, expresó.
“Entonces, de la misma manera que nosotros creamos el zoo para los animales, hemos creado nuestro zoo humano donde hay que comer a las dos y hay que hacer ciertas cosas determinadas sobre la idea de hacia dónde podría llevarlo una inteligencia artificial a un zoo y dónde podríamos o podríamos encontrar la felicidad dentro de ese control”, explicó Miguel.
A mí me gusta mucho eso, cuando la gente es libre de hacer lo que le dé la gana y, aunque no tenga sentido, sientes que todo es posible desde el punto de vista artístico
— Miguel Llansó
Entre esa bizarra narrativa encontramos las evidentes influencias de Lovecraft y el terror cósmico. “Estaba leyendo muchos libros y cómics que tenían muchas referencias de este gran autor. También de mangakas como Junji Itto, todo lo que involucraba una transformación monstruosa. Siempre hay algo que por mucho que intentemos controlarlo, se desborda siempre, es casi una fuerza anárquica. Y en el caso de Lovecraft es terrible, es algo casi ancestral que destruye todo orden”, afirmó.
“Aunque no leería de una manera tan negativa ese caos, sino de forma positiva porque está bien que el caos exista porque también existe en la creatividad, en las ideas nuevas. Lo percibo más como el que vemos en 2001: Odisea del Espacio o en Encuentros cercanos del tercer tipo, donde éste puede llevarnos a lugares impredecibles y muy fascinantes también”, agregó al respecto el también director de la cinta Jesus shows you the way to the highway.
Otra llamativa característica de Infinite Summer radica en la estética del filme y el diseño del aparato respirador. “Tenía que ser algo muy orgánico porque debía afectar al cuerpo. No quería que fuera algo cerebral y es que si hubiéramos puesto solo las diademas o lo que sea hubiera sido algo muy de esa índole, pero quería que provocara un cambio bioquímico en el cuerpo”, explicó.
“Entonces necesitaba que eso se inhalara para que los personajes, a través de las máscaras, fueran empezando a cambiar el cuerpo. Yo no concibo el alma sin él. Entonces si hay una especie de transformación importante en la cinta, tanto bioquímica como física, que sobresale sobre la espiritual porque primero va la transformación química”, expresó Llansó.
Incluso, Miguel se atreve a hablar del transhumanismo en un sentido que va más allá del cuerpo e identidad humanas. “Cuando empecé el guión, quería hacer una película de horror no tan tecnofóbica pero creo que también, aunque todo esté controlado por la máquina y su predictibilidad, hay también un fallo en la misma que puede llevar a formas fascinantes o hacia un universo un poquito más abierto, donde el caos y lo impredecible no es terrible o lo estremecedor no resulta tanto así”, manifestó.
“Esto lo planteo a través de la idea de melancolía de que estamos aquí, en un momento de verano que deseamos no se acabe nunca. Pero por otro lado, está la cuestión de que, si no se acabara nunca, sería una cosa también un poco extraña y horrible que crearía cierto vértigo como el continuo disfrute sin parar o una especie de ángel exterminador del verano del que no puedes al final escapar mientras uno se ha transformado en la continua plenitud concebida desde un punto un tanto satírico”, acotó.
En medio de este caos que mezcla filosofía y sci-fi, también está el guiño al slasher no desde la muerte sino desde la presencia de la autoridad. Al respecto, el español dijo: “Los detectives en esos filmes siempre llegan tarde, son tontos y me pone un poco nervioso la idea de ellos por lo que les quise dar otro sentido”, comentó.
“El detective aquí es más filosófico, no le importa mucho resolver el caso. Lo que importa es descubrir la verdad y hay una diferencia porque, fundamentalmente, no es un tipo muy práctico sino más reflexivo entonces es como pues esto está pasando pero manteniendo la idea del slasher de que no van a resolver nada. Su figura es una especie de inútil filosófico”, sumó.
Sin embargo, también esta figura adquiere un simbolismo interesante dentro de la locura de Infinite summer. “La policía sirve para reprimir y ponerte en vereda. Por eso me gusta la frase del final que dice que son el final de los sueños. Están aquí para que la imaginación vuelva a la realidad, para que tú no puedas soñar y de alguna forma se convierten en antagonistas. Por eso el detective no puede viajar con la máquina y, aunque lo intente, nunca podrá hacerlo. Pero si tiene esa dimensión un poco humana y filosófica”, expuso.
“Justamente está esa analogía porque están los adultos que no tienen esa capacidad del sueño que si tienen estas tres jovencitas protagonistas del relato. Ellas todavía no tienen miedo de cambiar, de adentrarse en lo oscuro y nos recuerda cómo nunca tuvimos miedo cuando éramos más jóvenes”, siguió.
“A lo mejor, cuando ya tienes hijos, empiezas a ser más conservador. Es algo que también lo ves en el espectro político porque los mayores votan más a la derecha conservadora y te dicen que dejes las locuras. Pero a mí me gusta el espíritu infantil y punk de no tener miedo al más allá y a la transformación”, reveló Llansó.
Concluyendo la charla, Miguel habló de la trascendencia de estos festivales de cine y el orgullo que le da formar nuevamente parte de esta experiencia. “La última vez que tuve relación con el Fantasia fui jurado de la sección de primeros directores y lo tuve que hacer online y fue horrible porque creo que hay todavía una gran fuerza en juntarse con la gente”, expresó.
“El festival te permite eso, hablar con el público y los compañeros cineastas. Me gusta y creo que el mundo tiene que ser creado por comunidades físicas donde la gente comparte una cerveza, hablan entre ellos y sueñan. Es verdad que el cine fantástico y de terror ha tomado siempre una variante de repetir lo mismo, quizá cliché o un poco conservadora, pero también hay mucha locura”, siguió.
“Y a mí me gusta mucho eso, cuando la gente es libre de hacer lo que le dé la gana y, aunque no tenga sentido, sientes que todo es posible desde el punto de vista artístico, y esa sensación es maravillosa. No te tienes que atener a ninguna moralidad, simplemente dejar que tu imaginación fluya y dejar que los sueños se compartan”, concluyó.