Escenario

ENTREVISTA. Crónica Escenario charló con el cocreador de las películas de culto de Netflix a propósito de su más reciente visita a México

Pedro Rivero, el éxito de ‘El hoyo’ y los desafíos de la animación para adultos

El cineasta Pedro Rivero en el Festival Macabro El cineasta Pedro Rivero en el Festival Macabro. (Especial Facebook )

Uno de los homenajeados de la más reciente edición del Festival Macabro XXIII es el director, animador y guionista español, Pedro Rivero, que ha pasado del infierno de La crisis carnívora hasta un gran reconocimiento por la adaptación de la novela gráfica a cine, Psiconautas, y ser una de las mentes detrás de El hoyo, éxito de Netflix que tiene su secuela en la cual participa como guionista.

Crónica Escenario charló con este gran personaje que, sin duda, ha dejado huella con su humor y su particular estilo de ver el mundo.

Repasando su historia como director, Rivero comenzó rememorando su ópera prima, La crisis carnívora, que le costó muchos dolores de cabeza y hasta el perder su propia casa. “En ella, lo que me planteé se asimiló un poco a la Rebelión en la Granja de Orwell pero quitando el factor humano”, dijo.

“Aquí, los animales son los que generan todos los problemas, no tenía que haber un antagonista supremo. Me parecía que era más natural u orgánico el tratar de crear esta distopía, que al final es un mundo con ese pacto vegetariano que funciona pero que es como una metáfora de la democracia. Todos sabemos lo que tenemos que hacer y todo va bien si lo respetamos, y luego pues no es así”, añadió.

El nacido en Bilbao habló del estilo narrativo y de animación que usó para este filme. “Se me ofrecían muchas posibilidades yendo a la realidad de cómo son los animales, cuáles son sus categorizaciones, y eso se extrapola enseguida a cuáles son los parámetros de comportamiento social de nuestra sociedad, quién engaña, quién simula, quién es una cabeza de turco al que se le achacan todos, todas las maldades, quién es utilizado, quién manipula. Es una película que es muy política en ese sentido”, expresó.

La crisis carnívora es una cinta mucho más loca y caústica en todos los sentidos, requiere mayor movimiento y son estilos diferentes a los que usé después. Pero más allá de lo que es el aspecto gráfico, lo que busca mi ópera prima es seguir la línea y la iconografía tradicional de la animación para niños, jugar con esos animalitos amables que aquí no lo son tanto”, siguió.

“Las mascotas aquí son como niños pero independientes y creo que, en este caso, tienes todo lo que te conmueve en ello más si ves que esos personajes tienen problemas”, complementó el realizador.

Sin embargo, Rivero reconoce que uno de los dolores de cabeza que le causa este filme es, justamente, ciertos detalles de su guión que se dispersa por muchos lados. “Intenté crearle una línea argumental más convencional en base al personaje de la hiena”, explicó.

“Pero aún así sigue siendo demasiado coral en muchos momentos y creo que eso hace que se pierda la película. Aunque me parece que a partir de la mitad ya está más clara la dirección, desde que se disfraza de jabalí y demás cosas. Pero para cuando has llegado a ese momento, te has perdido un poco por el elemento coral de la misma”, sumó.

Su carrera dio un giro gracias a Birdboy, cortometraje inspirado en la novela gráfica de Psiconautas, que dirigió al lado de Alberto Vázquez (Unicorn Wars, 2022), donde manejó otra visión. “El estilo en concreto de Birdboy y, sobre todo, de Psiconautas, es uno que busca, sobre todo en el timing de la animación, seguir un poco las enseñanzas de la narración japonesa”, comentó.

“No hay que moverlo todo simplemente porque sea animación. De hecho cuando estábamos dirigiendo la película Alberto y yo muchas veces a los animadores les decíamos ‘no muevas, no hace falta’. Porque algo que tiene de bonito de ver en la animación nipona es que trabajan mucho el fotograma con la expresión que tiene que tener y ya está”, explicó Pedro.

“En ese sentido, uno de los criterios que teníamos a la hora de hacer de Psiconautas era el no abusar del movimiento, hacer que sea a veces un poco hierático incluso en los personajes porque creo que esto le da más al realismo y hace que se corresponda más con el tempo que vemos en el cine de ficción, cuando es un cine que no es el de Michael Bay que todo se mueve”, puntualizó el oriundo de la provincia de Vizcaya.

Algo que, a la fecha, sigue marcando la filmografía de Rivero como director y guionista, es su humor ácido y el no temer a hablar de temas crudamente reales. Al respecto, reflexionó:

“Un amigo productor me dijo hace unos años que mi filmografía es muy coherente, pensando también en El Hoyo. Es cierto que todo lo que hago tiene una carga de crítica social e irreverencia incluso porque es eso lo que a mí me mueve para querer contar algo”, comentó.

“Desde luego que me gustan muchísimo otras películas que son más intimistas y que hablan de cosas que no tienen que ver con el aspecto social, pero de momento sólo he sabido abordar historias que tengan un componente social. El mundo tiene tantos problemas y creo que es una necesidad, incluso un deber moral, hablar de eso”, sumó.

El cineasta Pedro Rivero El cineasta Pedro Rivero. (Especial)

Su más reciente trabajo como director al lado de Alberto fue una interesante metáfora sobre la pandemia, el cortometraje titulado Los días que (nunca) fueron. “Se habló mucho durante la pandemia que de ‘todo esto saldremos más fuertes’. Cada vez que lo escuchaba decía, qué va. Igual salimos incluso peores, porque hemos visto de primera mano que quizás hay que ser más egoístas en determinados momentos”, señaló.

“El cortometraje para mí surge de dos imágenes. La primera de imaginar a Júpiter en el lugar que está la Luna. Es algo que me vino una vez a la cabeza, no sé por qué, y tenía una obsesión con esa idea. Y cuando me puse a iluminar con esto, me di cuenta que esa imagen era totalmente imposible, porque el campo magnético de Júpiter destruiría la Tierra antes de llegar a esa proximidad. Pero servía como metáfora”, declaró sobre sus inspiraciones.

“Y luego, la otra imagen que a mí me llamaba la atención era mirar el horizonte y que en vez de estar en una esfera cóncava, estuviéramos en una convexa. Y que el horizonte se nos echase encima”, continuó.

“Eso también sirve como metáfora, porque una vez que nos hemos librado, digamos, de la pandemia o del gran mal, se nos cuenta que está otra pesadilla que es aún peor, que es que estamos atrapados con nosotros mismos. Y eso es algo de lo que no vamos a escapar nunca. Lo que nos hemos dado cuenta una vez que ha terminado la pandemia, es que ahora ya no tenemos ese problema sino que volvemos a ser nosotros”, añadió.

Como buen retador de las formas, Pedro utiliza la paleta de colores de rojo y negro en sus animaciones, algo que rompe con lo establecido y que nuevamente presenta en ese último corto: “Sí somos puristas, en realidad la combinación de esos colores es la que se suele decir en diseño que nunca debe usarse, porque es la más elemental. De hecho es la que utilizaban los nazis y les fue muy efectivo”, dijo.

“Ahora, cinematográficamente sí que le da ese toque evidentemente, porque Júpiter es un planeta con esa mancha roja y todo va en relación a ello. Además, lo asociamos a la peste y la enfermedad, aunque también se puede asociar a cosas más bonitas pero no sé por qué no lo hicimos así”, añadió.

Retomando su vena de guionista, pasamos a su más grande éxito qué es El Hoyo y los secretos detrás de esta retorcida crítica de las clases sociales. “La idea original era de David de Sola, el coguionista, que era un concepto que tiene mucho que ver con México porque él en principio la estuvo trabajando con unos productores, que no sabían qué era, para hacerla aquí”, comentó.

“Pero eso no salió, y se empezó a trabajar como si fuera una serie pero no salió. La tuvimos en un cajón durante un montón de tiempo porque él me envió las primeras 20 páginas. Y cuando las leí dije: ‘es maravillosa’. Y la completé yo porque él estaba con otro proyecto”, continuó.

“Pero esa obra de teatro era como un Frankenstein porque tenía mi derivación a la parte más dramática, porque a mí me parecía que tenía ese componente que había que explotar. Siempre tuvimos esa diferencia entre los dos. Él quería hacerla más cómica, yo más dramática y el director, al final, hizo un thriller. Es decir, ni una cosa ni otra aunque mantiene los tonos de comedia y la profundidad del drama”, complementó Pedro.

“Fue un proceso interesante porque nos fuimos lanzando las versiones uno a otro. Nunca nos pusimos a escribir juntos David y yo porque no podemos. Tenemos formas diferentes de trabajar. Soy mucho más estructuralista, pienso mucho más en el equilibrio y la progresión. Y él piensa mucho más en la escena, en el momento y el personaje. Hay una combinación de ambas escuelas en este ejemplo”, confesó a su vez el vizcaíno.

Asimismo, Rivero también habló de la esperada secuela de este filme que recién estrenó: “Las secuelas son muy complicadas. Se suele decir que no hay secuelas buenas, salvo la de El Padrino y la de Star Wars. Pero nosotros lo tuvimos muy en cuenta, hicimos un análisis bastante concienzudo de qué no debíamos hacer. Es como si pensaras en Alien y Aliens”.

Finalmente, Pedro habló de la evolución de la animación y los retos que aún quedan por enfrentar para que el género siga rompiendo las etiquetas que tiene. “Cuando empecé a proyectar la idea de La crisis carnívora, hacia el año 2000 y 2002, había muy pocas experiencias de cine de animación para adultos”, dijo.

“Estaba la de South Park que salió por esos años. Antes había muy pocas películas y en los últimos 25 años ha habido una explosión del género, incluso demasiado. Porque se han hecho películas de animación prácticamente de todo”, aseveró.

“Sin embargo, lo que es cine de animación para adultos todavía es difícil. Se hace solo en unos pocos países y es aislado en los demás. Se hace en Japón, Francia y a veces en Estados Unidos. Porque son los tres países que tienen una cultura de cómic para adultos”, siguió.

“Entonces eso permite que existan todos los espectadores potenciales y toda una buena oferta y así puedan saltar la decodificación de la abstracción que supone el dibujo para asumir una historia de animación como si fuera una historia más”, acotó.

“Pero quitando esos casos, que son muy aislados, todavía será difícil que se normalice un cine de animación para adultos como Anomalisa de Charlie Kaufman, que es una maravilla, o Unicorn Wars que pretende conseguir captar el elemento comercial porque llegados en un momento de producción y para ellos también es una tensión. Porque tienen que colocar esa película. Salvo que tengas un aval como autor o ideólogo, es una empresa muy difícil y lo sigue siendo”, concluyó.

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